Capítulo I

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Él se encontraba revisando viejos álbumes de fotos. Unas de él, otras de Martina, su esposa, y muchas más de ellos dos juntos.Recordó aquel viaje a París, hacía apenas unos tres años, cuando frente a la Torre Eiffel le pidió que sea su mujer...

-Jorge, mira -dijo ella, asombrada por la belleza de aquel importante monumento.

-¿Te gusta, mi amor? -la rodeó por la espalda y depositó un tierno beso en la sien de su novia.

-Me encanta, mi vida. Eres el mejor, siento que eres demasiado perfecto para mí y que no te merezco -bajó la cabeza y se giró para quedar frente a Jorge. Él enseguida la tomó delicadamente de la barbilla y depositó un suave beso en sus labios.

-Nunca vuelvas a decir eso, Martina. Eres la mujer más perfecta que conozco...

-Pero yo no soy perfecta -lo interrumpió y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.-Bueno, si no lo eres, te acercas mucho a la perfección, princesa -rozaron las narices.

No les importaba la gente de su alrededor, cuando estaban juntos el resto desaparecía. Solo eran ellos dos.

-Te amo, Blanco -lo abrazó.

-Te amo, mi hermosa Stoessel. Y te amaré por siempre, es por eso que aquí, en esta hermosa ciudad, frente a este imponente monumento, yo, Jorge Blanco -se hincó frente a ella y sostuvo una pequeña cajita azul marino aterciopelada que adentro contenía un hermoso anillo de oro, con un zafiro en el centro-. Te quiero prometer que te cuidaré, respetaré y amaré en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad -tomó la mano de su amada y depositó un dulce beso sobre ella.

Martina no lo podía creer. Lágrimas de emoción caían incesantes por sus mejillas. Lo amaba, más que a nada. Y cuando estaba con él, sus miedos se esfumaban.

-Martina Stoessel, ¿aceptas casarte conmigo? -el corazón de Jorge latía a mil por minuto. Había soñado tanto este momento, en el que su princesa aceptara ser su mujer.

-Acepto, mi amor ―ella rápidamente lo besó. Un beso en el que le demostraba cuánto lo amaba.

Terminaron el beso y se sonrieron. Jorge era el hombre más feliz del mundo. Tomó su mano y colocó el bello anillo en el fino dedo de su ahora prometida.

-Gracias, mi vida, me haces tan feliz. Te amo -esbozó una gran sonrisa. Sus ojos estaban acuosos, estaba muy feliz y se notaba.

-También te amo, Jorge -se sonrieron nuevamente y se unieron otra vez en un apasionado beso.

Se acomodó en la silla donde se encontraba. Sonrió nuevamente y guardó el álbum de fotos.

Vio el reloj, las nueve menos diez. Martina aún no llegaba. Ella salía de su trabajo a las ocho y no tardaba ni diez minutos en llegar a casa, lo cual estaba empezando a preocupar a Jorge. Tomó su teléfono y marcó el número de su princesa. Un toque, dos, tres. Nada. Lo volvió a marcar, nada tampoco.

-Amor mío, ¿dónde estás? -murmuró preocupado.

[04/07/2015]

Amor míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora