La vampiresa de Galia 2

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LA VAMPIRESA DE GALIA II

Dicen que el primer amor nunca se olvida, pero Ginebra, no recordaba a David, con sentimientos de añoranza, había comprendido que su ex prometido no la amó de verdad, pues quien te ama no te lastima ni te traiciona, el verdadero amor no duele. Ginebra, mira el vestido por ultima vez y lo arroja de nuevo al oscuro closet para nunca más volverlo a abrir y se dirige a su tocador, el collar está justo donde lo dejó y eso la alivia un poco, sin darse cuenta Ginebra, ha pasado varias horas dentro de esa casa, la niebla ha crecido, el frío es más intenso que cuando llegó y no esta sola, una bestia ha percibido su olor y está apunto de cazarla.

—Dios, ¿Qué hora es? He estado tan atrapada en mis pensamientos que no me di cuenta de lo tardé que era —Ginebra, se pone el collar y se dispone a salir de la casa —¿Por qué tengo miedo? Siento como si estuviera en peligro, como si alguien me observara.

Con paso apresurado Ginebra, sale de ahí con urgencia, coge una piedra del camino y comienza a caminar con rapidez.

—Mi piel está erizada hasta la nuca, tengo un mal presentimiento...

Ginebra mira a todos lados sabe que alguien la está siguiendo, sostiene la piedra con fuerza y se detiene en seco.

—¡¿Quién anda ahí?! —grita Ginebra, con la voz entre cortada —¡más te vale dejarme en paz si no quieres que te golpeé con esta piedra!

Ginebra, está temblando, una silueta oscura se dibuja en la espesura de la niebla.

—¡No te acerques!

Unas zapatillas hacen eco en el asfalto, Ginebra tiene el corazón acelerado, siente que la están acorralando, como un cazador a su presa y de pronto algo la toma de un extremo de su ropa y la arroja con fuerza provocando que se golpeé en la cabeza.

—Dios... —Ginebra está aturdida por el golpe, se encuentra tirada en el suelo, su vista es borrosa y ve como la misteriosa silueta se acerca y entonces un fuerte tirón en el cabello hace que Ginebra alce la cabeza con rudeza.

—¿Qué quieres?... —pregunta Ginebra aturdida.

—¡Eres asquerosamente ordinaria! ¡una estúpida humana!

—¿Qué? —Ginebra está confundida todo le da vueltas.

Esmeralda, abofetea a Ginebra, con tal fuerza que ocasiona que su nariz sangre.

—¿Qué diablos le hiciste a Alejandro? ¿Cómo lograste vincularte con él?

Ginebra por fin puede ver con claridad a la silueta que la ha golpeado, se trata de una hermosa pelirroja de piel pálida y ojos soberbios.

—Eres una vampira...

—¡Contéstame! ¿Quién demonios eres tú? —grita Esmeralda furiosa.

—Mi nombre es ... Ginebra... ¿Quién eres tú?

—Yo soy Esmeralda, la vampiresa de Galia, la única mujer de Alejandro, el rey de los vampiros.

—¿La mujer de Alejandro? —Ginebra siente un piquete en el corazón.

—¿Acaso no te lo dijo? Estoy segura de que ya te hablo de mí. —dice Esmeralda orgullosa.

—No lo hizo —responde Ginebra con seriedad.

—Basura arrogante.

Esmeralda azota a Ginebra contra un árbol y esta se queja de dolor.

—No voy a alimentarme de ti humana insignificante, no comeré semejante porquería, yo seré la emperatriz de los vampiros, si alguien debe vincularse con Alejandro esa seré yo, una vampira como él, vincularse con una criatura como tú es una vergüenza para nuestra especie, rompe ese aberrante vinculo de una vez por todas o te arrancare las entrañas con mis garras.

—Tú no sabes nada de nuestro vinculo, alguien como tú no podría comprender algo tan profundo...

—Estoy segura de que engañaste a Alejandro, los humanos no pueden vincularse con los vampiros, es imposible, ni siquiera entre nosotros es tan fácil así que rompe el vínculo.

Esmeralda, sujeta a Ginebra del cabello y la jalonea.

—No lo hare... ¡por más que me golpees no lo haré!

—¡Alejandro es mío! Yo fui su amante por mucho tiempo ¡yo soy su mujer!

—Alejandro, no te pertenece... él no es algo que puedes poseer—Ginebra mira a Esmeralda fijamente.

Ginebra le tira un puñado de tierra en los ojos a Esmeralda y corre con todas sus fuerzas, la vampiresa furiosa, saca sus afiladas garras y va tras su presa.

—¡Maldita humana no escaparás! Te obligaré a romper ese vínculo aun que me lleve toda la noche el torturarte.

Ginebra va cojeando, trata de huir de esa mujer, esta convencida de que si la atrapa la asesinará de la peor manera posible.

—Estoy segura de que ella es la responsable de la muerte de esos hombres, es una mujer cruel, si me atrapa estaré perdida.

Unas risas escalofriantes erizan la piel de Ginebra, la temible vampiresa se encuentra detrás de ella y comienza a cortarla, fuertes ráfagas de viento lastiman su piel, Ginebra no puede defenderse, Esmeralda es tan rápida que no logra percibir su silueta, sabe que está ahí por el dolor que le producen sus cortes.

—Me pregunto si a Alejandro, aún le gustaras con esas heridas en el cuerpo, jajaja odio que tú asqueroso aroma esté mesclado con el de él.

—¡Ah! —Ginebra grita llena de dolor, Esmeralda la está torturando.

La vampiresa se detiene y Ginebra cae al suelo cubierta de sangre.

—Antes de destriparte como al cerdo que eres, te contaré una historia, del día en que conocí al rey de los vampiros.

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora