Eran las dos de la mañana y Jaehyun todavía estaba despierto, mirando una habitación llena de sombras. Luego de meses de vivir en una ciudad grande y ruidosa, la tranquilidad de la campiña Inglesa le resultaba extraña. La casa estaba en completo silencio. Incluso el bebé había dejado de llorar hace un rato.
El bebé. El hijo de Taeyong y Miyeon.
Jaehyun todavía no estaba seguro de cómo se las había arreglado para ponerse una sonrisa y decir todas las cosas correctas cuando Miyeon había bajado con el bebé. Había pensado que estaba listo para ello, pero nada podría haberlo preparado para realmente ver al hijo de Taeyong –su hijo con su mujer. Después de la cena, Jaehyun se excusó a sí mismo, diciendo que estaba cansado luego del vuelo, y dejó la habitación, ignorando la mirada preocupada en el rostro de Taeyong.
Eso fue hace seis horas.
Seis horas de pensar en círculos y preguntarse qué incluso estaba haciendo ahí.
El bebé tenía los ojos de Taeyong. Y su nariz. Y su barbilla obstinada.
—Basta —Susurró Jaehyun. Así de loco estaba.
La puerta se abrió chillando.
Sus ojos se dirigieron hacia ella, pero no podía ver demasiado. La noche no tenía luna y estaba demasiado oscuro en la habitación.
Hubo pasos acercándose a la cama.
—¿Tae?
—¿Cómo adivinaste?
—No creo que Miyeon vendría a mi habitación en mitad de la noche. —Jaehyun intentó sonar divertido, pero no estaba seguro de haberlo logrado.
Oyó a Taeyong pararse junto a la cama por un momento. Luego se deslizó bajo el edredón.
Jaehyun se puso tenso. —¿Qué estás haciendo?
—No podía dormir, —Taeyong dijo, como si eso lo explicara todo. Él se dio la vuelta, echó un brazo sobre el pecho desnudo de Jaehyun, la mejilla en su hombro, y suspiró con satisfacción—. Mmm, mucho mejor. Joder, estoy tan cansado.
—Tae.
—Abrázame. Sabes que duermo como un bebé cuando me abrazas.
Jaehyun sonrió. —Eres un mimado malcriado
—Si yo soy un mimado malcriado, entonces es tu culpa, —Taeyong dijo, bostezando—. Eres el único que alguna vez me mimó.
Jaehyun suspiró y puso una mano en la espalda de Taeyong, obligándose a no acariciar la sedosa piel suave debajo de sus dedos.
Descansaron en silencio por un largo rato, el tipo de silencio que sólo podía compartirse entre personas que se conocieran íntimamente: dolorosamente cómodo y contenedor.
—¿Odiaste a Jisung? —Taeyong susurró de repente, trazando círculos con su dedo en el pecho de Jaehyun—. Está bien si lo hiciste. Quiero decir, no está bien, pero lo entiendo.
—Es un bebé de dos meses, —dijo Jaehyun—. Yo no odio bebés hasta que tienen, por lo menos, tres meses de edad.
Taeyong rio, su aliento haciéndole cosquillas en la piel de la forma más tentadora.
Jaehyun tuvo que tomar algunas respiraciones antes de poder controlar su voz. —Él se parece mucho a ti.
—Supongo —Taeyong murmuró, acariciando el hombro de Jaehyun y enganchando su tobillo alrededor del suyo. La sensación de la pierna desnuda de Taeyong contra la suya era casi insoportable por su intensidad.
Jaehyun apretó los dientes. Estaba acostumbrado al comportamiento de Taeyong como un gatito hambriento de mimos, pero esto era ridículo incluso para él. —Taeyong.