La Doctora Vázquez

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Ayer ingresé al hospital psiquiátrico. Llegué después de no dormir en muchos días, con el trastorno obsesivo compulsivo a tope. Después de un cóctel de medicamentos me quedé profundamente dormido, tal vez ha sido una de las sensaciones más hermosas en mi vida, dormir 12 horas de corrido sin que nada perturbe mi sueño.

Despierto y lo primero que veo es una silueta blanca en la puerta de mi habitación, estoy mareado y sediento y la veo acercarse a mí, ella le dice a mi acompañante "necesito estar a solas con el paciente"; parece un ángel entre la neblina que mi mente aún no puede disipar.

Es una chica de unos 24 o 25 años, es hermosa, sus ojos rasgados son diferentes a todos los que he visto. Tengo su sonrisa perfecta grabada en mi mente. Su forma de vestir es fascinante, aunque la bata blanca le da cierto toque de severidad a su estilo infantil de colores tristes. Su cabello corto tiene el corte perfecto. Ahora estoy inmerso en la blancura de su piel y en su hermoso rostro de mujer, ella me hace preguntas y yo, despeinado, sucio y balbuceante no sé qué decir, dos cosas hermosas me han pasado en tan poco tiempo que no lo puedo creer.

***

Lo único que me hace sentir bien es cuando la doctora Vázquez viene a visitarme. La veo como un niño cuando descubre algo nuevo, con los ojos muy abiertos y todo el tiempo esperando a escuchar su dulce voz. Ella me mira a los ojos con mucha confianza, como si yo fuera un conejillo de indias que se emociona al ver su mano abriendo la jaula. ¿Cómo se siente hoy? ¿Ha dormido bien? ¿La comida del hospital es buena? A mí no me gusta mucho, pero es lo que hay, comemos lo mismo que los pacientes, me dice para aliviar un poco esa insipidez de todos los días.

Le hablo de mis experiencias, no sin vergüenza, y le cuento sobre lo que me llevó a dar al hospital, el exceso de trabajo y la ira continua con mis colegas que son unos ineptos.

Ella me dice "es una pena que una persona tan talentosa como usted haya llegado aquí, pero con el tratamiento adecuado podrá recuperarse rápidamente y volverá hacer su vida normal". Escucharla hablar así es como si pusiera su mano sobre mi cabeza, dándome un poco de su amor, aunque yo sé que no lo hace porque lo sienta sino porque es su trabajo.

***

Una noche soñé con ella, a pesar de la cantidad industrial de medicamentos en mi sangre, rara vez soñé o recordé mis sueños en el hospital, pero ese sueño fue tan real que pensé que lo estaba viviendo de verdad en el presente. Ella era una escultura de mármol blanco y su cabello oscuro era como las olas de un mar embravecido, rebelde y hermoso. Estaba de pie en un zócalo mácizo, completamente blanco y con hermosas vetas doradas y yo me encontraba en un sofá tapizado en color rojo, completamete desnudo y bronceado, con la cara al sol. El fondo de la escena se enmarcaba por dos columnas, el mar azul detrás de nosotros y a lo lejos los peñascos de una penínusla. Ella me daba gajos de una naranja dulce con sus dedos de piedra y yo estaba en paz, en calma, viendo su nariz respingada y ese hermoso lunar junto a su boca, ahora convertido al alto relieve por el ágil arte del cincel. Ver su elongado cuello desnudo era como admirar la espuma que las olas arrastraban desde el lejano mar hasta la playa y flores y las hojas de una vid caían de las columnas dóricas que se veían rojizas por el atardecer. Su boca y la mía estaban muy cerca, casi saboreando un beso que podía durar una eternidad. Desperté sobresaltado, el enfermero me movió con brusquedad diciéndome "hay que desalojar el edificio, está temblando".

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⏰ Última actualización: Jul 28 ⏰

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