Capítulo 30: Entre Sombras y Sueños

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Los días se deslizaban uno tras otro, fusionándose en una interminable sucesión de momentos oscuros y silenciosos. Lucía se encontraba atrapada en una especie de neblina, incapaz de escapar de las sombras que se cerraban a su alrededor.

Samuel seguía en coma, su cuerpo inerte yace en la cama de hospital como un testigo mudo de la tragedia que los había envuelto. Y mientras él dormía, atrapado en un mundo de sueños y sombras, Lucía luchaba por mantenerse a flote en el suyo propio.

La depresión la había envuelto como una manta fría, ahogando cualquier destello de luz que intentara penetrar en su oscura prisión emocional. Se sentía perdida, desorientada, como si estuviera vagando por un laberinto sin salida.

Cada día se despertaba con la esperanza de que este fuera el día en que Samuel despertara, pero esa esperanza se desvanecía lentamente con el paso del tiempo. Y a medida que los días se convertían en semanas, comenzó a experimentar una sensación de disociación de la realidad, como si estuviera viendo el mundo a través de un velo opaco.

Las emociones se volvieron borrosas, difusas, como si estuviera observando su propia vida desde la distancia. Se sentía desconectada de todo lo que la rodeaba, como si estuviera flotando en un mar de nada.

Los problemas emocionales y mentales comenzaron a aflorar, como fantasmas del pasado que se negaban a ser olvidados. La ansiedad la atacaba en oleadas, dejándola sin aliento y temblando de miedo. La culpa la consumía, haciéndola cuestionar cada decisión que había tomado hasta ese momento.

Y en medio de todo ese caos interno, Lucía luchaba por encontrar una razón para seguir adelante. Sabía que tenía que ser fuerte, por Samuel, por sí misma, pero a veces sentía que no podía más.

Se aferraba a la esperanza, frágil y fugaz como una llama titilante en la oscuridad. Pero incluso esa llama comenzaba a desvanecerse, consumida por la implacable marea de desesperación que amenazaba con ahogarla por completo.

En medio de la oscuridad que la envolvía, Lucía se encontraba sumida en una lucha interna, una batalla silenciosa que libraba consigo misma. Se preguntaba una y otra vez si alguna vez volvería a encontrar la luz en medio de tanta oscuridad.

*Lucía:* ¿Podré encontrar la luz en este laberinto de sombras? ¿O estoy condenada a vagar en la oscuridad para siempre?

La voz en su cabeza resonaba con dudas y temores, alimentando sus miedos más profundos. Se sentía perdida, atrapada en un torbellino de emociones que amenazaba con arrastrarla hacia lo más profundo de la desesperación.

*Lucía:* Tal vez ya no haya luz al final del túnel. Tal vez esta oscuridad me consumirá por completo y no habrá escapatoria.

Pero en medio de sus pensamientos oscuros y sombríos, una pequeña chispa de esperanza se encendió en su corazón. Recordó las palabras de Samuel, las promesas que habían hecho juntos, y sintió un destello de determinación arder dentro de ella.

*Lucía:* No puedo rendirme ahora. Aunque la oscuridad amenace con engullirme, debo encontrar la fuerza para seguir adelante. Por Samuel, por mí misma, debo encontrar la luz que ilumine mi camino.

Con esa determinación renovada ardiendo en su interior, Lucía se aferró a la esperanza y se preparó para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir. Aunque el camino fuera difícil y lleno de obstáculos, sabía que mientras hubiera una chispa de luz en su corazón, siempre habría una razón para seguir adelante.

"Sombras y Destellos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora