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-¿¡Q...Qué!?

Zarpa de Dálmata se encontraba en shock. ¿Alcatraz Oscura es su padre? Se iba a desmayar, pero se mantuvo en pie. No podía ser posible: Alcatraz Oscura era el curandero del Clan del Río y él tener tres hijos y tener una pareja... ¡Eso estaba completamente prohibido! Cuando la aprendiza era Pequeña Dálmata, su madre le había hablado algo del Código Guerrero. Dentro de éste, yacía una regla que los curanderos, tanto machos y hembras, no tenían la posibilidad de tener cachorros y una pareja.

-¿Pero c...cómo? ¡Tu eres un curandero y... es imposible! -. Sentía como su corazón le latía a mil. Si Alcatraz Oscura llegaba a ordenarle que debía decírselo a sus otros hermanos, jamás lo haría, por mucho que su padre insistiera.

El curandero dejó escapar un suspiro profundo.

-Lo sé... Sí, lo sé. Mejor te cuento lo que ocurrió.

"Hace mucho tiempo, yo y tu madre éramos mejores amigos. Aunque nos tocará diferentes caminos, nos la pasábamos muy bien en los momentos libres. Reíamos, contábamos nuestros entrenamientos de guerrero y de curandero, fuimos castigados juntos por nuestras travesuras. Todo estaba relativamente bien... Hasta a la hora de nuestro nombramiento. Empecé a sentir sentimientos por ella y apenas era conocido como curandero del Clan del Río. Me estresé bastante y decidí alejarme de ella.
Nuestra comunicación era nula. Pero entonces... Un día Nevasca Atigrada necesitaba hablar conmigo. Fui con ella, por supuesto, y al cabo confesó que estaba enamorada de mí. Nos hicimos pareja, pero con una condición: Jamás revelar este secreto".

-Bueno, parece que rompí esa promesa. No debía decirte esto a tí, pero me dolía ver a mis hijos crecer reconociéndome solo como el curandero del Clan del Río... Y no como su padre - masculló el curandero, con la vista perdida.

Zarpa de Dálmata miró de reojo al gato oscuro. Su pelaje era igual que al de sus 3 hermanos: Zarpa de Zanete, Azabache y Cola de Ébano. Se fijó en el suelo. Al ponerse en la perspectiva de Alcatraz Oscura, podía llegar a experimentar como el corazón del gato se partía en mil pedazos. Realmente era muy dura su situación.

-Alcatraz Oscura... Bueno, papá -. Se estremeció al decir aquello. -Lo que hiciste no fue lo mejor, obviamente, pero... Juro que el secreto está a salvo conmigo. No le diré nada a mis hermanos - prometió.

Alcatraz Oscura sonrió levemente.

-Gracias, Zarpa de Dálmata. Te lo agradezco muchísimo. Jamás lo olvidaré.

El padre le dio un lametón afectuoso en la cabeza de la cachorra.

La aprendiza ya no sabía si estaba soñando. Ahora tenía que aguantar otro peso más. Era la hija del curandero, junto con sus 4 hermanos, y lo peor de todo es que era cómplice del secreto. ¿Iba a seguirle la corriente a su padre o no cumpliría con la condición e iría a contarle todo a Estrella Lluviosa? La segunda opción causaría demasiados problemas y probablemente un exilio, pero no sería tachada. En cambio, la otra alternativa mantendría las aguas calmadas. No obstante, si los llegaran a descubrir, su nombre estaría manchado.

¿Qué camino era el correcto?

-¡Llamando a Zarpa de Dálmata al bosque! - exclamó otra voz.

-¿Q...Qué? -. Al reaccionar, Cola de Rosa estaba en frente suyo. Como siempre, veía de mala cara a su aprendiza. -Oh, lo siento. ¿Qué pasó?

-Ya te mejoraste, así que nos vamos - replicó la guerrera. Dio media vuelta y se largó.

-Buena suerte, Zarpa de Dálmata. Ten más cuidado esta vez - advirtió Alcatraz Oscura por encima del hombro.

-¡Lo tendré! << Sí... Cuidado en no provocar a Cola de Rosa >> - pensó algo asustada. No quería pasar de nuevo por esto. Agitó su cola atigrada, despidiéndose del curandero.

La cachorra persiguió a su mentora. Se dirigían a otro camino está vez, y a lo lejos podía observar una estructura de madera que conectaba a dos tierras distintas: Era un puente. Zarpa de Dálmata le dio bastante intriga y miles de preguntas se le vinieron a la cabeza. Se moría de ganas de comentar todas sus dudas a Cola de Rosa... Sin embargo, recordó las "reglas" de la gata. Le generó frustración y... envidia. ¡Sus hermanos no tenían que pasar por esto! Ellos disfrutaban de sus sesiones de entrenamiento y sus mentores eran bastantes buenos. Manto de Culebra tan ágil y amistoso y Patas Plateadas tan gentil e inteligente. ¿Y Cola de Rosa? Tan fría, tan grosera, hecha de odio y venganza.

¿Por qué Cola de Rosa tuvo que ser su entrenadora? Mejor dicho, ¿por qué era así?

Los Gatos Guerreros: Infancia Arruinada (PAUSADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora