¿Decisión?
¡¿Qué decisión?!
Su corazón se aceleró en el pecho.
—Virgen del agarradero—masculló—llévame a mi primero—una oración que sólo pronunciaba pocas veces cuando su conducto boca – cerebro se rompía.
Abel la miró como si de repente hablara en otro idioma desconocido, y luego rompió a reír completamente destensionado.
—¿Qué acabas de decir?
—Perdón, se me zafó—apretó las manos para que él no viera cómo le temblaban, porque aún ejercía demasiado poder en ella—¿de qué decisión hablabas?
Siguió sus pasos con la mirada cuando él fue al baño y sacó un banquito, yendo a ponerlo a los pies de ella, para sentarse en él.
—¿Por qué ahí y no en la cama?
La cabeza de él quedó a la altura de su pecho.
—Porque con lo que debo contarte, necesito sentirte cerca—tomó una mano entre las suyas y le besó los nudillos—verte a los ojos.
Su estómago se revolvió como si le fueran a dar nauseas, por la incertidumbre de lo que tenía que decirle.
—Me estás asustando mucho y eso no me gusta—le tembló la voz—¿Qué pasa?—una caricia en su mejilla le dio la tranquilidad que ella necesitaba.
Abel tomó aire.
—Quiero contarte una historia. Una que tú ya has conocido un poco. Es la historia de un muchacho en el que Dios fijó su mirada y lo llamó por nombre propio. Queriendo que fuera pescador de hombres.
—¿Es la historia de algún discípulo en particular?
Y si era así, que raro que él quisiera hablar de un tema serio y le empezara a contar algo de la Biblia.
—Podría decirse que sí. Este se llama Abel—ladeó la cabeza—asistió a un retiro espiritual de discernimiento sacerdotal. Y en él, el Señor le llamó a seguirle. Lo dejó todo, incluso a su novia Rocío.
Su pulgar le acarició la muñeca.
—Se hizo sacerdote un diez de diciembre de 1985, aunque no fue fácil. Enfrentó peleas con sus superiores por ser siempre un joven rebelde; estuvieron por echarlo porque se voló para el sepelio de un amigo, desde el seminario y cuando lo tenía prohibido. Pero él era feliz. Encontró su lugar en el mundo, sirviendo al Maestro. Fue parte de muchas parroquias y conoció a mucha gente.
Pao oyó con atención, entusiasmada con el relato, porque veía una faceta de él, que no le había mostrado mucho. Lo veía como un sacerdote solo en las ceremonias. Pero la mayoría del tiempo de convivencia, había sido su jefe, amigo y amante. No sabía tanto de ese hombre que seguía al Señor.
—A pesar de que también sufrió persecuciones y calumnias. Lo acusaron de crímenes que él no había cometido, y sin embargo Abel no se dejó amilanar y siguió en su labor evangelizadora. Ni siquiera cuando lo trasladaron a un pueblito que llevará siempre en su corazón, llamado Don Matías, dejó de hablar de Jesucristo. Allá... fue muy feliz con sus feligreses. Rogó al Padre por cada uno de ellos e hizo miles de amistades, hasta en la casa cural. También Abel gustaba de las mujeres, pero las mantenía a raya, porque lo tenía prohibido—la miró—y porque ninguna le había robado el corazón.
Pao tragó con dificultad.
—Hasta que apareciste tú.
Hizo una pausa como si quisiera que ella fuese consciente de lo que se venía. De la magnitud de lo que ella representaba para él. A pesar de que le costara creerlo.
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ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...