La verdad

12 1 0
                                    

Nathaniel me levanto temprano, no vi la hora pero sé que era temprano porque ni siquiera salió el sol, fuimos en un auto que acababa de comprar, ni John ni rosa vinieron con nosotros, yo iba atrás, me dijo que podía dormir si quería, así que lo hice, finalmente me desperté cuando el auto se detuvo, llegamos a una casa lejos de cualquier pueblo, nat solo se bajó y se apoyó en el capo a fumar, aunque no quería finalmente me levanté, me quite la brazada que me cubría y salí del auto, aún con mí abrigo tenía un poco de frío, Nathaniel miraba fijamente la caza, no estaba abandonada ya que se veía muy limpia, me senté en el capo y por un momento no hablamos, en ese momento un hombre salió de la casa, no era flaco pero tampoco muy gordo, bestia un overol color azul, se acercó a nosotros y me miró de arriba a abajo para luego de mirar a Nathaniel.

— ¿Es ella?

Pregunto el hombre mientras Nathaniel se encendía otro cigarro.

—Así es.

Responde nat con el cigarro aún en la boca.

—Bueno, pues vamos.

Dijo el hombre mirándome, dio media vuelta y se dirigió a la casa, mire a Nathaniel confundida, con un gesto de sus ojos me indico que fuera con ese hombre, dude por un momento pero finalmente lo seguí, al entrar a la casa, una mujer sentada estaba tejiendo frente a la chimenea. Junto a ella había un viejo, quien estaba fumando a su lado, el hombre se acercó a ellos y susurro algo, ambos ancianos voltearon a verme, el anciano se acercó a mí y extendió su mano.

— ¿cómo te llamas jovencita?

Pregunto el aciano, estreche su mano en forma de respeto.

—Lisi, señor.

Respondí, el hombre soltó una pequeña sonrisa, detrás del pude ver como la anciana giraba su silla para verme, el anciano se movió a un costado y la anciana se acercó a mí.

—Eres igual a tu madre.

Dijo la anciana tomando mi mano, las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, la mire confundida.

— ¿Mi madre?

Ante mi pregunta la anciana asintió, millones de preguntas invadieron mi mente.

—Ven toma asiento.

Dijo la anciana acercando una silla hacia mí, apenas me senté el anciano dejo una caja de madera.

—Mi nombre es Frida Díaz y él es Albert Johnson, padres de Marta Díaz, somos tus abuelos Lisi.

Dijo Frida, no podía creer nada de lo que me estaban diciendo, quería llamar a nat para que me explicara, pero no tenía voz.

—Sé que debe ser extraño y repentino para ti, pero es verdad.

Dijo Albert, mientras abría la caja, de ella saco un pedazo de diario.

—Ella es Marta, antes de ser secuestrada.

Dijo mostrándome la foto que le sacaron y debajo de esa foto la palabra "desaparecida" debajo de ella, Frida tenia razón me parezco a ella, no tenía palabras y lágrimas que sacar de mí.

—Pero...pero si ustedes son mi familia, porque no me buscaron. ¿Por qué nunca supe de ustedes?

Dije con las lágrimas a punto de salir de mis ojos y con un dolor en el pecho.

—Le pagamos a Nathaniel para que te buscara, ya que la policía no hacía nada.

¿Nathaniel sabía todo esto?, eso significa que siempre supo quién era yo y sobre mi pasado y de mi familia, pero porque nunca dijo nada, ¿por qué me lo oculto?

—Cuando supimos que nuestra marta estaba embarazada, le dijimos que abortara, tener un bebe en base a una violación era algo horrible, pero marta quería tenerte.

Dijo Frida, mientras miraba con lágrimas en sus ojos una foto de marta, mi mente no terminaba de procesar todo lo que pasaba a mí alrededor y todavía seguían contándome todo.

— ¿Y qué le paso?

Ante mi pregunta, ninguno contesto, se miraron mutuamente con rostros tristes y avergonzados.

—Ella...el día de tu nacimiento le costó la vida.

Responde Frida con tristeza mientras las lágrimas se le caían por los ojos, sabía que había muerto pero no pensé que fuera el mismo día que nací, mientras terminaba de procesar todo eso, la misma pregunta seguía en mi cabeza desde que empezó esta conversación, si tengo una familia, ¿Porque termine siendo una esclava?

— ¿Pero qué paso cuando era bebe? ¿porque era una esclava?

Ante mi pregunta, Albert saco una carta, carta que estaba muy desgastada por el tiempo.

—Por esto.

Dijo Albert entregándome la carta.

—"Yo amaba a Marta con todo mi corazón y de no ser por ustedes ella y yo hubiéramos sido felices, por derecho la niña me pertenece, si quieren volver a verla será mejor que retiren los cargos".

Al terminar de leer la carta en voz alta vi quien la firmo, Carl formas, mi padre, devolví la nota a Albert, quien la puso de nuevo en la caja.

— ¿Pero qué paso después?

Pregunte nuevamente, ya que tras leer la carta pude entender que mi padre me secuestro, pero Nathaniel me dijo que estaba en prisión.

—Por el miedo a que te alejara de nosotros, fuimos a retirar los cargos pero la policía lo atrapo, cuando le preguntamos qué paso contigo nos dijo que te vendió a unos hombres, te buscamos por todos lados pero jamás te encontramos.

Dijo Albert.

—Fue cuando recorrimos al señor nato, quien nos dijo que te encontraría por un precio.

Nuevamente la intriga se apodero de mí, ¿Si Nathaniel sabia de mis abuelos? ¿Por qué no me trago antes con ellos? ¿Qué precio pido por mí?

— ¿Y qué les dijo?

Pregunte con toda duda.

—Jamás nos dijo que quería, solo nos dijo que te traería a nosotros cuando se el momento.

Responde Frida, continuamos hablando, pero esta vez sobre nosotros, les conté todo lo que viví, incluso desde el momento que Nathaniel me encontró, les conté sobre rosa y también sobre mi compromiso, la tarde callo en la casa, Friada y Albert quería que me quedara a dormir, pero me negué, no solo porque debía hablar de esto con nat, sino que después de saber toda la verdad me gustaría estar un rato a solas, me despedí de ambos y me dirigí a Nathaniel, quien estaba en la misma posición de antes, a acercarme no dije nada, solo subí al auto, él tampoco dijo nada, solo subió y arranco el auto, seguimos por un encendió donde no había nadie, solo el verde campo combinado con los rayos del sol, mi estómago comenzó a dolerme, parecía que iba a vomitar.

—Detén el alto por favor.

Ante mi petición detuvo el auto pero antes de que terminara de parar me baje y corrí hasta caer en mis propias rodillas, casi vomite pero no salió nada, el dolor invadió mi cuerpo, podía sentir las manos de Nathaniel tocando mi cuerpo para consolarme, pero al sentirlo voltee a verlo, rápidamente me levante y lo golpe en un costado, seguido de varios golpes que él no respondió solo me abrazo para evitar que lo siguiera golpeando, ante estar en sus brazos comencé a llorar, mis lágrimas caían a su abrigo, luego de un rato en esa posición, entramos al auto, antes de encenderlo nat saco un cigarro, lo mire detenidamente y pensé en fumar.

— ¿Me das uno?

Ante mi pregunta saco otro cigarro y me lo dio, lo puse en mis labios mientras el encendía el suyo, pensé que me daría su encendedor pero lo guardo, me tomo de la nuca y con la punta de su cigarro encendió el mío, debo admitir que es algo romántico, expulse el humo de mis pulmones al igual que él.

— ¿Ahora qué?

Pregunte, Nathaniel tardo un momento antes de responder.

—Ahora, vamos a casarnos.

Dijo mientras encendía el auto.

CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora