Capítulo 11 *Humano O Dios*

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No había tiempo ni para apreciar la ciudad más a detalle, ni bien cayó el portón de hierro los caballeros corrieron a donde sería el camino correcto para llegar al palacio de Pallas. Aunque claro que al ser una enorme ciudad tenía vías en diferentes direcciones, eran muchas que no sabían cual sería la correcta o la más rápida para llegar al palacio, para su desgracia los Pallasites ya los tenían rodeados.

—— imaginé que habrían enemigos esperándonos.

—— no sabemos qué camino tomar, ni cuantos enemigos aparecerán, ni como pretenden detenernos los enemigos. —— aunque se le dificulta seiya trataba de la mejor manera no hacer evidente el dolor que sentía en su cuerpo, la técnica que había usado para derribar el portón de hierro le había cobrado algo de energía. —— pero sabemos que uno de los caminos nos llevará a la entrada del palacio de la diosa Pallas.

—— tendremos que pelear hasta llegar a la mitad del camino. Hasta donde esta Pallas.

Algo ya mejorado seiya avanzó unos pasos. —— ¡escuchen Pallasites! Somos los caballeros de athena, hemos venido para derrotar a Pallas y así salvar a Athena. Déjenos pasar.

—— primero morirán ¡Ataquen!

No esperaron más y todos los soldados lanzaron sus lanzas en contra de los caballeros, seiya solamente levantó un dedo sin preocupación alguna bloqueando las armas, estas cayeron al suelo y los Pallasites quedaron incrédulos al ver sus armas ser derribadas tan fácilmente. —— ¡¿Quién es ese sujeto?!

Levantó el mentón con orgullo, igual como ikki se lo había enseñado, para no dejar ver ninguna emoción en su rostro. —— soy el caballero dorado, seiya de sagitario.

Los Pallasites temblaron en su lugar al escuchar la seriedad en su voz, más al oir aquel título, ya sabían de él y, siendose sinceros, habían rezado para no toparselo en el camino. —— es seiya... el caballero dorado legendario... ¡Seiya de sagitario!

—— continúen, yo me encargaré de ellos.

Y sin esperar respuesta saltó golpeando a una parte de los soldados, varios gritaron para que no pasara del camino, aunque el castaño, sonriente más que satisfecho, logró su objetivo y todos los Pallasites fueron detrás de él. Fue una distracción para que los jóvenes avanzaran libremente por la ciudad; sacó las piedras del camino.

En Koga creció un poco de preocupación al verlo cargar con todos los soldados, y más en su condición, sin embargo su tratajo era seguir las ordenes de su superior, y seiya lo era, además de su padre, y no tenía caso llevarle la contraria ahora mismo, junto a sus amigos, con los pocos de plata y de acero, emprendieron camino y lucharon con los pocos Pallasites que aún quedaron allí.

En el santuario saori ya había despertado y veía angustiada la dirección de la ciudad de Pallas Belda. No estaba para nada tranquila, y más al sentir la carga que su querido amigo llevaba, quería salir y luchar pero el robo de energía la debilitaba, al igual quería enviar a los caballeros dorados, para su descontento estos tenían estrictamente cuidar del santuario, y de igual manera de ella, mucho más la de ella que a cualquiera.

Había momentos en que jadeaba y el brazalete aumentaba su brillo para robarle más cosmos, estaba más que claro que esta batalla sería más complicada que las anteriores, habían más soldados enemigos que en las anteriores guerras, la mayor amenaza eran los cuatro reyes celestiales, el poder de sus espadas igualaban el poder de un Dios, incluso más, pero como Fudo de virgo le dijo: su única esperanza era despertar el poder omega, un nivel mucho más grande que el séptimo sentido. Omega era el máximo nivel que nadie había logrado alcanzar, pero si alguien lo lograra les daría la victoria.

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