—El clima nublado es mal augurio, yo creo que mejor nos quedamos aquí y mandamos al juez a que se vaya
Cerró la cortina del cuarto tras comprobar que no sería un día lindo por la única nube en el cielo azul, del campo. Milena tiró de ella, con una brocha en la mano.
—Deja de decir tonterías, negra. Ni siquiera está haciendo viento, es un día precioso y Dios los bendijo con ello justo el día de la boda.
Hizo una mueca mientras su amiga le ponía el último retoque de sombra en los ojos.
—¿Y si estoy sintiendo en este momento un mal presentimiento aquí en la boca del estómago? Eso si es malo.
—No lo es. Simplemente tienes hambre porque no quisiste almorzar. Deja el teatro.
—Es que no almorcé porque sino no entraba en el vestido.
Escupió cuando le cayó polvo en la boca.
—¡Mile!
—Si cerraras la boca no te caería nada. Todo saldrá perfecto.
Limpió algo cerca del ojo con el meñique, y luego dejó las cosas en el tocador.
El estómago le dio otra vuelta.
—Ya quedaste. Y mejor que cuando hiciste la primera comunión.
Se miró delante del espejo, sonriendo débilmente ante lo que veía.
NOTA DE AUTORA: MI HERMOSA NOVIA
Al fin el esperado día había llegado. Por fin ese dos de febrero se les había presentado para que pudieran hacer su unión delante de un juez de la nación. Por fin ella podría llamar a Abel suyo, y eso la tenía al borde de un ataque de nervios. Como le pasaba desde que se había ido de la finquita en Belmira, sospechaba dentro de sí, o tenía la creencia de que algo no la dejaría ser feliz. Que a pesar de estar toda la vida en el infierno, ya no se merecía haber pasado al paraíso, y tener a Abel con ella para siempre y siendo el padre de sus hijos. Podía ser que como argumentaran Milena y el padre Luis, ella se autosaboteara y fuese solo el miedo porque no habían atrapado todavía a Jesús Pulgarín. Pero Pao sentía que iba mucho más allá de eso. Como una sensación incómoda en el estómago, o la expectación mental de: algo va a ocurrir.
Si tan solo ese algo no sucediera en su día más feliz.
—¿Y bien?—volvió en sí, ante un toquecito de Milena en su hombro—¿sientes que falta algo? ¿O así está bien?
—Me siento la novia más bonita y más amada de todas—parpadeó para alejar las lágrimas y no correrse el maquillaje—estoy tan feliz, Milena.
Su amiga la abrazó, también con lágrimas en los ojos.
—Lo sé. Y me alegra demasiado, mi Pao. Te lo mereces.
Tomó un frasquito de perfume y le ayudó a ponérselo detrás de las orejas y en el cuello.
ESTÁS LEYENDO
ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)
RomanceNoche. Oscura y silenciosa noche. Sin saber si con el favor de ese Dios que ella no conoce, o guiada por el diablo... Paulina se ha valido de ella para huir de su casita de campo en Belmira, Antioquia con sus dos pequeños de seis y diez años, lejos...