Capitulo 31

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Era una noche fría. El bar estaba lleno de gente, pero entre la multitud, una persona desconocida se acercó a la barra. Nadie parecía notar su presencia, lo que era exactamente lo que quería. Esta llevaba consigo una carga pesada. Había llegado al bar con un propósito claro: matar a Jay Park.

Observaba a Jay Park desde la distancia, esperando el momento adecuado para actuar. Finalmente, cuando Jay se separó del grupo, y esta se acercó sigilosamente. Entrando con el a un cuarto. Sin decir una palabra, sacó un arma y apuntó directamente a Jay. Este le susurró un "¿Quién eres?". La tensión en el aire era palpable.

Sin vacilar, esta desconocida apretó el gatillo y Jay Park cayó de rodillas. El sonido ensordecedor del disparo llenó el bar, silenciando a la multitud. Jay cayó completamente al suelo, con una expresión de sorpresa por el ataque repentino. El caos estalló mientras salió del cuarto y la gente corría en todas direcciones. Antes de salir por completo miró fijamente a Jay, sintiendo una mezcla de alivio. Había logrado lo que se propuso hacer, y sentía satisfacción al ver el oyó con sangre en su frente.

(...)

Pov Lisa

¿Qué sucede? —me había levantado por los fuertes ruidos de la planta de abajo, así que baje inmediatamente. Dos guardias estaban en el marco de la puerta hablando con mi padre y me acerqué.

—Buenos días, hija. Al parecer... —fue interrumpido por uno de los policías.

—Mataron al señor Jay Park en su bar la noche anterior y estamos interrogando a los vecinos para saber si escucharon algo, o si vieron algo sospechoso, señorita Manoban. Sé que usted y su hermana tenían historias con Jay Park y...—

—No, nosotros no tenemos nada que ver, si es lo que está pensando —interrumpí. —Sin embargo, admito que he visto un par de veces a Jay Park, su bar está a unas cuadras de mi casa, es lógico, pero a pesar de nuestra historia no he llegado al punto de querer matarlo —dije.

—No es lo que quise decir, señorita Manoban —declaró con una sonrisa, incómoda.

—Bien, ¿tiene algo más que decirnos o acusarnos? Porque si no tengo que atender a mi familia —acuse, cruzándome de brazos. Ya estaba lo bastante cabreada.

—No, señorita, con su permiso —y así, se fueron hacia la casa de los vecinos, y cerramos la puerta tras de mí.

—¿Qué está pasando, Lalisa? —preguntó mi padre, ya en la cocina, sirviendo el desayuno.

En ese momento, una tormenta de emociones azotaba mi ser. Pero entre todas ellas, una dominaba con fuerza desbordante: el alivio. Por un lado, sentía una extraña felicidad al saber que Jay Park había sido asesinado, pero por otro, me embargaba una sensación de culpa y confusión. ¿Quién se atrevió a cometer semejante acto, y por qué? Jay Park no era precisamente alguien con quien compartir una cena agradable, eso lo sabíamos. Pero lo poco que conocía de él era que se ocultaba de la policía, lo que le privaba de oportunidades para ganarse enemigos. Aunque, claro está, en el único "trabajo" en el que se ocupaba era en espiar a nosotras.

¡Qué descarado!

—No lo sé, papá, pero todo esto es muy raro —respondí, sentándome en el comedor que también daba vista a la cocina.

—¿Tienes algo que ver en todo esto? —preguntó el, mirándome con esperanza de que le dijera que "no", y así hice.

—¿Cómo puedes sospechar de tu propia hija? Estuve aquí toda la noche —ataque, sirviéndome jugo de naranja.

Idénticas | JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora