La burbuja reventó, los pasteles tomaron sabores amargos y los cielos oscurecieron en tintes naranjas que confundían mis sentimientos ¿Seria yo un hombre capaz de odiar a Viole?
No lo era, ella estaba confundida y por eso aquellas palabras salieron de su boca "fingiendo que amo a alguien con quien no quiero estar" hubiera corrido con el sable en alto para apuñalar a Jerome aquella tarde, culpándolo de sembrar dudas en una Viole que comenzaba a amarme después de todo lo que me había esforzado, justo ahora que me permitía volver a rozar su boca y oler su perfume, ahora que podía retirar de su frente los cabellos batidos por el aire vespertino en nuestras caminatas; pero matar aquel que creía su fiel sirviente seria como poner la cabeza bajo el filo por voluntad propia.
-¡Maldita sea!- grite golpeando la pared de la habitación, con el cuello ensanchado y los ojos tronando, salivando de las injurias que arrojaba al mundo, vaciando mi cuerpo de ese odio que aparecía por culpa de Jerome -¡Mierda!- aúlle sin llamar la atención de nadie alrededor, porque mis gritos se volvían voces más bajas al tiempo que mi garganta ardía –Desgraciado hijo de puta... aun no has visto de lo que soy capaz, aun no- caí descubriéndome derrotado sobre la cama, a mis anchas aunque muy cansado.
Pero pasada la noche mis ánimos se apaciguaron, si algo me había enseñado la vida era que tomar acciones con la sangre caliente llevaría a caminos sin salida, me atraparía en consecuencias funestas para mis propósitos y me desviaría de mi destino.
Además, había entendido que si bien yo no podía alejar al mundo de Viole, si podía ocultarla del mundo.
-¿No es muy apresurado de parte del rey enviarnos lejos?- había utilizado el nombre de mi padre en falso para convencerla de volver conmigo a la finca donde crecí, con pretexto de preparar en calma todo para la fiesta de compromiso, la boda y para que se relacionara mejor con la casa que dirigiría una vez que fuera mi esposa –apenas está tomando el control del castillo con tu ayuda y ahora...-
-No lo pienses mucho, según él, ya que somos una pareja joven deberíamos pasar más tiempo a solas, todo lo que debo saber del mandato ya lo sé, ahora quiero que ambos aprendamos a ser buenos esposos, cuando tenga otras obligaciones este tiempo a solas nos hará falta-
-Tienes razón, estar aquí o haya será lo mismo-
Era una casa más pequeña, donde no se sentiría sola por tener tantos sirvientes y entonces sus caprichos se cumplirían al tronar de los dedos.
-Desde que tengo memoria esta habitación fue destinada para ti- antes de que olvidara volver por ella –quedo abandonada cuando me fui a estudiar, pero he traído muchos obsequios con el deseo de mostrártelos algún día-
La limpieza había sido rápida, lo suficiente para quitar telarañas y polvo de los baúles que compre para ella.
-¿Puedo?- pregunto con cautela antes de abrir el primero de ellos
-Si me permites una sugerencia- tome entre las manos la pequeña caja de tintes azurita muy orgulloso de mi adquisición –esta es mi pieza favorita- una preciosa pulsera de plata maciza con piezas de jade y esmaltes de flores turquesas –siempre pensé que en tus delgadas muñecas luciría mejor, permíteme - ella consintió y al sentir el peso de la joya se sorprendió
-¿Quién usa piedras tan pesadas para una pulsera?-
-De donde viene dicen que el oro es valioso pero el jade no tiene precio, además, lo consideran un amuleto para la buena suerte, siendo huérfanos en aquel entonces pensé que la suerte nos faltaba-
-Pues a ti no te ha ido tan mal después de todo-
-El jade puro es muy valioso y difícil de conseguir, llevas en la mano la joya de una emperatriz, igual que esta- debajo del terciopelo de la caja había una horquilla de plata, la saque y con cuidado anude su cabello en un moño para plantarla.
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Violette
RomanceDicen que su tatarabuela era bruja, porque sabía de hierbas y era mujer de ciencia, que su abuela seducía marineros en los puertos de Venecia a cambio de licor. Y su madre, bueno que decir de su madre, era una mujer de poca paciencia que atendía por...