"EL QUE PARECÍA SER UN DIAMANTE PURO RESULTO SER DE FANTASÍA"

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Era uno de esos días melancólicos y tristes... Llena de arrepentimiento y con mis sueños rotos en mis manos, ahogaba mis penas tomando café en un restaurante chino: "惡性循環"

"Hoy encontrarás el amor" era el mensaje con el que se burlaba de mi la galleta de la fortuna cada uno de esos oscuros viernes... donde me lamentaba justo después, de alguien, haberme roto el corazón

Pero ya no le hacía caso, fulminé con la mirada a mi mesero, Hui-Fen, quien también, sabía, era el encargado de escribir dichas mofas. Me recordaba tanto a mis románticas sombras, en un país de  millones todos eran idénticos, con una máscara simpática pero intenciones egoístas. Para ellos no importaba mentir con tal de satisfacer sus deseos.

Yo quería algo diferente, no la misma galleta falsa junto con el mismo café amargo, ya estaba cansada de que me prometieran el mundo entero y me dieran solo una noche en vela. Odiaba que me conquistaran con poesía robada en vez de darme una prueba real de su amor.

Deseaba algo sólido, duradero, como sueña toda mujer, irrompible, si existiera la posibilidad. Cada uno de mis latidos representaba a cada uno de mis corazones rotos. El problema era que parecía tener cien repuestos, pues seguía enamorándome.

Mire las manijas del áureo reloj frente a mí, escandalosas, corriendo y corriendo, en un círculo vicioso del que les es imposible escapar.

De pronto un joven apuesto, alto, delgado, de tez blanca, cabello castaño y ojos claros se sentó junto a mí. No...no estaba dispuesta a caer en el mismo juego.

-¿Se te ofrece algo?- le pregunte algo molesta.

-Solo quiero conocer a mi otra mitad-

Rodé los ojos ¿quién se creía ese tipo? Ese no era un bar como para que se pusiera a coqueteare.

-Pues resulta que yo quiero olvidar que mi otra mitad existe- comenté seca.

-¿con café? Yo suelo ir a bares cuando deseo olvidar- dijo serio.

-Trato de hacerme la idea de que no voy a encontrar al amor, eso solo lo puedo hacer estando consiente, para recordar cada uno de mis errores y reprimirme para no volver a cometerlos-¡hey, la cuenta por favor!- dije levantándome de mi asiento, pero el sujeto parecía estar encaprichado con migo. Suspiré, pero mi depresión era tal que no deseaba oponerme, realmente no estaba segura de si lo que necesitaba era compañía.

-¿y estás igual de consciente cuando cometes esos errores?- me pregunto tomándome por sorpresa.

Me sonroje, generalmente, cuando me disponía a apartarme de mi soledad, lo hacía en un antro, con ropa provocadora y unas cuantas copas que hacían efecto en mis sentidos.

-Tal vez ese sea mi error...- confesé apenada tomando, nuevamente, mi asiento. No podía evitarlo, era sincera y en momentos de debilidad...demasiado sensible, solo buscaba ayuda, así fuera en un desconocido.

-Yo suelo venir a cafés cuando deseo encontrar a esa persona- susurro guiñándome un ojo.Tomo el papelito de mí galleta y comenzó a leerlo- "hoy encontraras el amor"-esbozo una sonrisa- pues es tu día de suerte.

-Creo que ya he dicho que no quiero encontrar a mi otra mitad- dije apartando la vista.

-¿vivir sin tu otra mitad? Es una locura, te irías de lado- manifestó sonriendo.

-Es mejor que andar con una equivocada que me lastime, siendo brusca conmigo al caminar o me arrastre duplicando la velocidad de mis pasos, o peor aún, una lenta con la que yo tenga que cargar todo el peso- musité para mí misma, pero él me escuchó.

-Entonces lo que quieres no es evitar a tu media naranja, solo quieres ahorrarte el trabajo de buscarla. Como quienes desean encontrar la felicidad en la vida pero no desean vivir...

Los días pasaron, pero no como el rotar de la larga aguja sobre el reloj, ni como un patrón alucinante; sino de una manera libre, espontanea ¿ese hombre me había sacado de mi monotonía? Fuese como fuese estaba feliz, pero no sola, no, con él; con mi otra mitad, Set... 

-Kiara, ¿quieres casarte conmigo?- me preguntó extendiéndome un anillo con un diamante de trescientos Kilates. Ahora si había encontrado a mi alma gemela, tenía una prueba, un compromiso, un diamante que no se podía romper más que con otro diamante y en tal caso, cualquier diamante me servía ¿no? No era como las rosas de mis anteriores citas, que en un par de días se marchitaban, esto era algo sólido, indestructible, eterno.

Sin responder siquiera tome el anillo y salí saltando por la calle como una pequeña niña. Mi joya brillaba, iluminaba cada rincón oscuro de la ciudad y yo... yo era su dueña.

Llegue al restaurante de mis lamentos y levante de un abrazo a Hui-Fen, quién trapeaba el piso concienzudamente, como cada cosa que hacía, con el alma, lleno de gracia.

-¿Pol que me ablasa señolita?- me pregunto intrigado.

-¡Por qué la galleta de la fortuna tenía razón!

Frecuente por última vez el restaurante "惡性循環"en honor a todos y cada uno de mis corazones rotos. Ya no sentía latidos en mi pecho ni prestaba atención al tic tac de aquel reloj brillante. Lo único que mis oídos escuchaban eran campanas y la clásica melodía matrimonial siendo tocada en el más elegante de los pianos. Me imaginaba a Hui-Fen como un sacerdote vestido de blanco, llevando a mi mesa los votos matrimoniales.

"Sueña, sigue tus sueños y sueña despierto" decía la galleta aquella cálida noche.

El deseo me gano, iba a romper la regla de no ver a la pareja veinticuatro horas previas a la boda. Buscaría a Set en su mismísima despedida de soltero.

Estaba en su apartamento, me lo había dicho, así que le daría una pequeña sorpresa.

Un golpe, nada. Dos golpes, nada. Tres golpes... no caerían en un nuevo círculo vicioso, él debía atender. Cuatro golpes ¡por fin! Pero ¿qué? Una cualquiera y... mi otra mitad. La escena hablaba por si sola, pero esa había sido la ruptura más cruel que había sufrido mi corazón, justo cuando creía haber encontrado a mi alma gemela... ¿se habrían acabado por fin mis latentes repuestos?

Arroje el diamante al suelo antes de verlo partirse en cientos de diminutos fragmentos, el que parecía ser un diamante puro resultó ser de fantasía.

Y aquí estoy... un viernes, en el mismo restaurante chino ahogando mis penas. Pero ahora el café me sabe a agua, las agujas del reloj gatean silenciosas y mi corazón ya no late ¿será este el fin de mi rutina? Hui-Fen es solo un fantasma y la galleta de la fortuna un mal chiste ¿qué dirá esta vez?

"Hoy aprenderás que el amor no es para todos"



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