𝘋𝘰𝘤𝘦 (¹/²)

611 30 0
                                    

Tocaron la puerta, aquel chico estaba un poco abrumado desde ayer pero aún así la abrió viendo a su madre, padre y hermana.

— ¿Qué hacen aquí?— pregunto el chico mientras se rascaba la nuca.

Aquella madre solo paso abrazando a su hijo.

— Vine por la niña.— explico la madre por lo de ayer.

De alguna manera aquella madre había logrado convencer a su hijo para poder tener a su nieta todo el día.

Obvio la hermana no iba a faltar. Mientras tanto aquel padre sonreía sin sentido algo pero aún así se veía feliz.

— Bueno...— acepto el rulado aún con el rostro casado.

Aquella niña desde hace dos días le había declarado la guerra a su padre, dejando cosas por todos lados ignorandolo a cada rato, siendo malo con él, sacándole la lengua incluso tirando la comida al suelo.

Carre decía que solo era una faceta en ______, que pasaría pronto, pero no, aquella niña seguía con sus caprichos y berrinches, Spreen ya no sabía que hacer, aquella niña le había dado muchos problemas, incluso empezó a dormí no más de seis horas a diario.

La madre sabía, y no iba a desaprovechar esa oportunidad, mientras su hijo descansaba, ella y su nieta saldrían a dar un paseo, todos ganan.

Minutos después él chico subió lentamente por las escaleras para después ir a por la niña quien dormida.

— Linda.— llamo el padre mientras bostezaba — Tu abuela llego...— decía moviendo a su pequeña para que despertara.

Aquella niña despertó levantando la cabeza, al verlo simplemente dejo caer su cabeza de nuevo a la cama intentando dormir.

Esta vez Spreen no se dejaría manipular por su hija, rápidamente tomo algunas cosas como galletitas y una botella pequeña de agua, cargando a la niña para después sentarla aún con ella soñolienta, cambiándola y peinandola.

— Toma.— dijo el pelinegro entregándole a la niña ya lista a su madre para después cerrar la puerta.

Aquel chico no dijo nada, sus piernas empezaron a tambalear era como si fuera a caer dormido, como pudo camino hasta el sillón tirándose ahí, jamás había sentido el sillón tan como ese día. De repente el chico cayó rendido por fin, teniendo una buena siesta...

Por otro lado, con aquella señora, madre de Iván.
La señora estaba sorprendida pues la pequeña no había hecho ningún berrinche nisiquiera había sido mala con ella incluso parecía ser cariñosa.

— ______ Tiene algo contra Iván...— murmuró riendo aquella hermana hacia su padre.

— Vos eras así de pequeña...— murmuró de igual forma recibiendo una mala mirada por su hija haciéndola reír — Na mentira.—

La pequeña caminaba con su abuela, se sentía tranquila, pero aún así extrañaba algo.

Su padre.

Aunque lo haya molestado estos últimos días, la pequeña no podía negar que quería estar con su padre.

— ¿Que tenés amor?—preguntaba aquella madre del chico al ver que su pequeña se veía triste.

— ¿Donde está papá?— pregunto en el mismo tono.

— ¿Iván?, está descansando, pero ya verás que te divertirás.— ánimo la señora.

Aquella pequeña sonreía ¿Que podría salir mal?.

...

Mierda la niña estaba definitivamente equivocada.

Aún así para la abuela había sido buena idea llevarla aún parque con niños, unos más grandes que otros y otros de la edad de la pequeña.
Era mucho para ella, ______ jamás se había relacionado con otros niños de su edad.

— Anda amor.— pedía la señora dando leves empujones hacia la niña — Desde acá te veo.— tranquilizo.

Por parte de la niña, ella simplemente suspiro mientras, empezó a dar pasos lentos como si estuviera a la defensiva.

— Hola.— exclamo un pequeño de cabello castaño — ¿Querés ser mí amiga?— pregunto con una sonrisa amable.

La pequeña lo miro sintiendo un leve sobresalto por su inesperada pregunta.

Sin más, la niña respondió.

— No.— dijo para después alejarse rápidamente subiendo a unos de los toboganes.

Escuchaba los gritos de los niños por todos lados, muchas eran risas que tensaban a la niña.

Un tobogán, pensó la niña, estaba apunto de entrar cuando otra niña un poco subida de peso se interpuso en su camino empujándola bruscamente.

— Contraseña.— pidió la niña.

La pequeña la miraba confundida sin decir nada ¿Contraseña?, se supone que los toboganes no tienen.

— Yo...

Aquella niña no pudo terminar su frase cuando vio como dos niños empujaban a la niña subida de peso tirardola por el tobogán.

— No le hagas caso a esa loca.— exclamo un niño para que la escuchará — Siempre hace eso.— decía.

— Ven.— pidió otro niño, quien parecía ser amigo del niño que empujó a la niña.

______ se acercó cuidadosamente hasta estar lo suficiente cerca de ellos.

— Me llamo Oliver.— sonrió el pequeño de ojos oscuros — Él es mí hermano Manuel.— presento al otro niño de cabello rubio — Yo digo que es adoptado...— murmuró cerca de la niña para que no los escucharan pues aquellos dos niños eran completamente diferentes.

Aquella niña simplemente asintió algo confundida.

Minutos después, aquellos niños ya estaban jugando entre ellos sin necesidad de estar en el relajo como los demás niños.

— ¿Cuántos años tienes?— pregunto Oliver con visible curiosidad.

La pequeña solo levantó dos deditos.

— ¿En serio?, ¿Y por qué no hablas?— pregunto de nuevo el pequeño — Yo tengo cuatro.— sonrió — Manuel tiene tres.— decía mientras ambos niños veían como Manuel jugaba con una paloma persiguiendola.

Mientras tanto la pequeña quería decir algo pero no podía, no tenía facilidad para hablar con los niños pequeños o de su edad.

Aquel pequeño, siguió haciendo preguntas de cualquier niño, la niña respondía secamente no era que quisiera simplemente le costaba.

— ¿Y tu mamá?— pregunto dejando de igual manera pensante a la niña.

— No sé.— respondió por fin después de muchas preguntas.

De repente el pequeño Manuel llego, se veía sudado y su cabello parecía estar desordenado pero tenía una paloma en sus manos.

— Mira Oliver.— llamo aquel niño haciendo que su hermanito se acercara.

Aquellos tres pequeños estaban viendo una paloma sentados en el suelo.

Aún así se sorprendía un poco al ver a esos dos niños hablar con mucha naturalidad cuando ella apenas y podía pronunciar cosas simples.

— ¿Tu vas a la escuela?.— pregunto el peli-rubio a la pequeña.

La niña obviamente negó, seguía pequeña, tal vez el siguiente año asistiría. O sí su padre quería.

Pues Spreen había estado pensante en si contratar a personas especializadas en el estudio, en pocas palabras maestros privados.
Aunque no estaba seguro, sentía la necesidad de aceptar.

— No se.— respondió la pequeña con simpleza — Nunca salgo de mí casa.— dijo mientras dibujaba una carita con un palo de madera que encontró tirado.

El mayor abrió la boca sorprendido.

— ¿Nunca?.— pregunto recibiendo un No por respuesta — ¿Sabes?, mis padres siempre salen.— sonrió — ¿Y si vives con nosotros?, tal vez así puedas salir más seguido.— ánimo.

Aquella niña lo pensó ¿Dejar a su padre por unos niños para ser libre?, una propuesta muy dudosa para ella, pero necesitaba salir, sentía la curiosidad de conocer lo que había más afuera del edificio en donde ella vivía.

✓// 𝐒𝐏ᛁ 𝘚𝘐𝘕𝘎𝘓𝘌 𝘍𝘈𝘛𝘏𝘌𝘙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora