Esta es la primera historia que creo de Sanemi e Iguro🩷 Espero les guste<3
Son muy lindos🤧🤧🥺
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El bosque estaba envuelto en una oscuridad opresiva mientras Iguro y Sanemi avanzaban entre los árboles retorcidos. Cada paso que daban resonaba en el silencio de la noche, aumentando la sensación de tensión que los rodeaba.
—¿Crees que el demonio esté por aquí? —preguntó Sanemi, su voz apenas un susurro en el aire cargado de peligro.
Iguro asintió, sus sentidos agudizados por años de entrenamiento como cazador de demonios.
—Sí, las señales indican que estamos cerca. Pero debemos estar alerta, nunca se sabe cuándo podría atacar —respondió Iguro, su mirada fija en el oscuro horizonte.
Ambos continuaron avanzando en silencio, sus sentidos alerta ante cualquier señal de peligro. De repente, un rugido retumbó en la distancia, seguido de un sonido de ramas quebrándose.
—¡Ahí está! —exclamó Sanemi, preparando su espada con determinación—. ¡Vamos, Iguro, es hora de enfrentarlo!
Sin decir una palabra, Iguro asintió y se lanzaron hacia adelante, corriendo hacia el origen del ruido. Entre los árboles, divisaron al demonio, una criatura de pesadilla con garras afiladas y ojos llenos de malicia.
La batalla fue intensa, cada uno de ellos luchando con todas sus fuerzas para derrotar al demonio. Golpe tras golpe, esquivaban los ataques del demonio mientras contraatacaban con ferocidad. La respiración de ambos se mezclaba con el sonido de las espadas chocando.
En medio del caos, Iguro tropezó con una raíz oculta, cayendo al suelo con un gruñido de dolor. Sanemi, sin dudarlo, se interpuso entre Iguro y el demonio, protegiéndolo con su propia vida.
—¡Sanemi, ten cuidado! —gritó Iguro, su voz llena de preocupación mientras veía a su compañero recibir el golpe del demonio.
Sanemi gruñó en respuesta, empujando al demonio hacia atrás con un golpe poderoso de su espada.
—No te preocupes por mí, Iguro. ¡Concéntrate en derrotar a este bastardo! —dijo Sanemi con una mueca de determinación, su mirada ardiente de ira y resolución.
Juntos, redoblaron sus esfuerzos, atacando al demonio con una ferocidad renovada. Golpe tras golpe, finalmente lograron derribarlo, viendo con alivio cómo el cuerpo del demonio se desvanecía en la oscuridad de la noche.
Pero su victoria fue efímera, ya que el cuerpo del demonio comenzó a temblar, emitiendo un aura oscura que llenaba el aire con una sensación de peligro inminente.
Antes de que pudieran reaccionar, el demonio explotó en una lluvia de escombros y energía oscura. Instintivamente, Sanemi se lanzó sobre Iguro, protegiéndolo con su propio cuerpo mientras la explosión los envolvía.
