Loca

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Andrea :

Ya hacía dos días que Finn había regresado a Roma. Hoy él estaba trabajando en la clínica y yo en la empresa, hasta el mediodía. Tenía pensado ir a la clínica a almorzar con él y pasar la tarde con mi madre, que aún no despertaba. Mi hermana estaba allí también, pero tenía que trabajar en la tarde, así que le tocaba a ella, y en la noche a mi padre.

Este fin de semana, finalmente, nos mudaríamos a nuestra nueva casa. Definitivamente.
Me sentía algo ansiosa y nerviosa. En las últimas noches había soñado con Marco, pero no se lo había dicho a Finn para no preocuparlo. Cada vez que salía de casa junto a él, me parecía que nos observaban, aunque sabía que era solo el estrés, el cansancio y la ansiedad de los últimos días.

Estaba sumida en mis pensamientos, tratando de entender por qué, si una parte de mi vida era totalmente feliz al lado de Finn, el hombre que amaba y que me amaba, todo lo demás no podía acomodarse y vivir en paz. El sueño de mi familia chiquita, como yo la llamaba, parecía cada vez estar más lejos.

—Señorita Bertolucci... Permiso -dijo Lisa, mi secretaria, golpeando suavemente la puerta y asomándose como de costumbre.

—Adelante... Ya te dije, si estoy sola, no necesitas golpear, y no soy señorita Bertolucci, soy Andrea- respondí sonriendo.

—Gracias... Lo siento, Andrea. Te dejo la correspondencia que subieron. Mattia dice que después del almuerzo se encargará de todo, hasta que llegue tu padre. Además, el señor Alessandro Rossellini llamó, pero estabas ocupada, pidió si podía llamarlo -me informó, dejando todo sobre mi escritorio con delicadeza.

—Muchas gracias, Lisa. Oye, falta como una hora para el almuerzo. Te propongo un trato: si me traes un café, te doy el resto del día libre. Tengo todo en orden y Mattia junto a mi padre tienen su propia asistente, ¿qué dices?- pregunté sonriendo.

—¿Negro, sin azúcar y fuerte? -dijo con una sonrisa, y asentí de inmediato. Lina salió entusiasmada por irse.

Tomé mi teléfono y sonreí al ver un mensaje de Finn: "¿Cómo va tu día, mi Italiana? Tu madre sigue bien Cuando llegues, espérame, estaré en una cirugía."

Le respondí rápidamente: "Todo bien por aquí, vanidoso. Estaré con ella mientras te espero. Ya quiero regresar a casa, creo que no me quedó claro cuánto me extrañaste..." Sonreí de manera pícara, porque sabía que me iba a responder de inmediato.

No tardó en llegar su respuesta: "Porque eres una floja! Me regañaste que querías dormir, pero con gusto puedo ser mucho más convincente que anoche, si provocas después no me regañes, y te sigo extrañando."

Apenas lo leí, solté una carcajada. Parecía loca, pero él tenía razón, yo lo provocaba y Finn respondía de una manera increíble. Su humor y nuestras bromas siempre lograban arrancarme una sonrisa, incluso en los momentos más tensos. Me sentí un poco más relajada, sabiendo que, al final del día, estaríamos juntos y solos.

Tomé la correspondencia y alcé el tubo del teléfono de mi escritorio, consultando la hora para llamar a Alessandro, el hermano de mi amiga María. Llevaba tiempo sin verla ni hablar con ella, y lo poco que sabía, me lo contaba Alessandro, su hermano.

—¡Buenos días! ¿Cómo está mi ex futura esposa? -me saludó apenas me pasaron la llamada con él.

—¡Alessandro! Te dije que dejes de llamarme así, un día se te va a escapar delante de mi novio y tendremos problemas, los dos -lo regañé riendo.

—No lo haré, porque soy muy inteligente. Además, es cierto, aún no lo supero... ¿Elegiste al tonto de Mattia y me rechazaste? ¡Qué mala eres tomando decisiones! -Alessandro reía y yo también.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora