Capítulo 2: Vivir sin ti

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—¿Cómo has estado? —preguntó Jacob después de unos segundos en silencio. Caminaban con tranquilidad, mientras el sol, que había aparecido en la mañana, comenzaba a esfumarse y era reemplazado por la niebla.

—He estado bien, más de lo que puedo esperar —respondió Embry, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, lo que dejó a Jacob confundido, aunque él solo atinó a devolver la sonrisa.

—No te he visto desde hace unos meses.

—He estado ocupado —contestó Embry, de forma evasiva, lo que empezaba a frustrar a Jacob.

—Ocupado con Sam —dijo el menor más como una afirmación que una pregunta, su tono cargado de reproche.

—Es mejor de lo que crees —se atrevió a decir Embry, sin estar seguro de cuánto podía revelar sin traicionar su secreto.

—Bueno, eso no lo pensabas antes. ¿Qué te hizo cambiar de parecer? —insistió Jacob, su preocupación aumentando con cada respuesta vaga.

—Solo diré que no es lo que esperábamos, Jake. ¿Puedes aceptar eso? —Embry trató de sonar convincente, pero había una nota de desesperación en su voz.

—¿Cómo podría? —dijo Jacob, finalmente exasperado. Sus emociones se desbordaban—. Has dejado de ir a clases, te has distanciado de nosotros, y tu madre ha dicho que cada vez estás más fuera de casa. ¿Cómo no culpar a Sam por esto? —Su voz se quebró ligeramente, revelando la angustia que sentía por la pérdida de su amigo.

—No vine a pelear, Jake —dijo Embry, deteniéndose de repente. Su voz tenía un tono suplicante, casi vulnerable—. Es lo último que quiero hoy, en tu cumpleaños.

Jacob sintió una punzada de culpa al ver la sinceridad en los ojos de su amigo. Embry dio unos pasos hacia él, acortando la distancia que los separaba, y sacó una pequeña caja envuelta en papel de regalo del bolsillo de su pantalón.

—Solo vine a darte esto. —Embry extendió la mano, ofreciéndole el paquete con una expresión seria pero afectuosa—. ¡Feliz cumpleaños, Jake!

Jacob miró la caja y luego a Embry, sorprendido y conmovido. Con manos temblorosas, tomó el regalo y lo sostuvo por un momento, sintiendo el peso emocional del gesto.

—Gracias, Embry —murmuró, su voz llena de gratitud y emoción. Deshizo con cuidado el papel, revelando una pulsera tejida a mano con pequeños detalles que representaban a un lobo.

—La hice yo mismo —dijo Embry, su voz apenas un susurro—. Pensé que tal vez te gustaría.

Jacob sintió un nudo en la garganta. Sin poder contenerse, dio un paso adelante y abrazó a Embry con fuerza. El abrazo fue correspondido con igual intensidad, y por un momento, todo el resentimiento y la distancia se desvanecieron.

Transición y Retorno (Edward Y Jacob)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora