Estaba solo a dos ciudades de la casa de mis amigos. Me encontraba con mi ex, y su viaje de tarotista umbanda, me acababa de decir que solo me alimentaba de la miseria de los demás y que esa era mi gracias...
Creo que en el fondo algo en mi se movilizó al escucharlo decir que tengo el don según sus cartas para ver la miseria de las personas, y usarlo a mi favor.
Sabía que hablaba el despecho más que su poder de videncia, pero esa afirmación me acompañó durante mucho tiempo y aún por estos días me pregunto si es un don o una maldición.
Me pedí un auto con el deseo de salir de esa casa, para terminar de confirmar mi teoría, el me besó contra la pared antes que me fuera con esa intensidad que me enamoro el primer día que lo conocí. Confieso que sentirlo me hizo querer quedarme y rendirme a su piel morena, pero mi incrédulo sentido de la amistad me urgía en reunirme con mis amigos y contarles todo lo recién sucedido.
Sebas y Leo fueron de esos amigos que se instalan en una gran parte de tu vida convirtiéndose en un todo que marcan un antes y un después en tu historia.
No solo los quería como mis amigos o mi familia. Sentía que los amaba de una forma más profunda más allá de la piel o el deseo sexual.
Llegue al DEPA a ese que se mudaron luego de 4 años de amistad, y finalmente el comienzo de un noviazgo.
Spoiler soy poliamorosoCreo que en ese tiempo sentía como nuestro vínculo agonizaba, me había convertido en el mal tercio y mi actitud no ayudaba con esto no hablo de una relación sexo afectiva, me refiero a eso que nos unía en esta realidad, a eso que siempre nos volvía a juntar como partículas que se atraen las uñas a las otras.
Durante nuestra amistad siempre fui el que no tenía plata, pero el que siempre era financiado por sus amigos para la fiesta.
Tiempos darados de insensatez y idiotez de la juventud.
Ese día era distinto llevaba algo de dinero encima que quería gastarlo con mis amigos, el mal trago llego cuando Sebas luego de llegar y que le contara lo ocurrido con mi ex me dijera.
- Me gusta mucho la Angrela que triunfa y no tanto la que fracasa.
No éramos mala copa pero eramos de las que se ponían bien profundas cuando le dábamos al trago. Porque si nos juntábamos fija que era para inclinar el meñique, el chiquito
A partir de esa noche todo comenzó a derrumbarse, lo que creo en lo personal fue conveniente para poder comenzar a construir a la persona que hoy escribe esta historia.
Luego de esa noche los días, las semanas y los meses pasaron dejando un gran vacío entre nosotres. Se habían vuelto un duelo, una forma diferente de extrañar. Conocía el dolor que provoca la muerte al llegar por vejez, por enfermedad, por tristeza y hasta por infortunio, pero el duelo de despedida en esta vida por elección duele de una forma remanente, duele aún cuando fingidos que olvidamos
Tres meses después eramos desconocidas casi invisibles.
Compartimos veranos, cumpleaños, risas nocturnas, salidas eternas, siempre caminábamos juntes hasta que un día eso dejo de ser así, y se tuvo que transformar un frío y húmedo dolor constante.
El sentimiento era como si estuviera en una caída libre interminable, absolutamente todo me atravesaba sin que tuviera la posibilidad de hacer algo al respecto. No se exactamente en que día o en que estacion del año sucedió pero de un momento a otro todo se me hizo gris robándole el color a la vida, su sabor y sus aromas.
Me dejo sin ánimos, me quito el dolor, me quito el deseo de vivir.
Lloraba por dentro porque nunca me verían llorar, me deshacía cada vez que me preguntaban porque ya no nos veían juntes, me olvidaba lo mucho que quise a esas personas