Phil me condujo hacia una sala a través de pasadizos y trampillas, memoricé cada uno, cada vuelta, superficie y relieve mientras descendíamos por unas escaleras en forma de caracol. Cuando llegamos hasta una habitación de techo abovedado que tenía una mesa redonda de madera con detalles tallados y pulidos meticulosamente con cuatro sillas de piedra altas al rededor, una especial para acomodar alas, en dos de ellas ya ocupaban los lugares Nikki y Techno. En la silla del centro daba un rayo de luz de luna que bañaba también la mesa y sus adornos.
En las sombras había un murmullo o más bien unos cuchicheos que volaban a mis oídos, me volví hacia la derecha para ver recargado en un pilar a Tommy, en su cintura descansaba una espada delgada, más pequeña y menos pesada que la de los demás. Me frunció el ceño, torciendo los labios en una mueca irritante mientras alejaba la mirada. Sin comentarios ofensivos... Phil ocupó el lugar entre Nikki y Techn, señalándome la silla enfrente, la cuarta que yacía vacía. Hizo un rechinido cuando la aleje para sentarme y contemplé que Tommy no tenía una silla en la mesa, simplemente ocupo un sofá oculto entre lo que la luna y las antorchas no podían iluminar. «Un niño jugando a ser adulto...». Pensé, guardándome mis palabras.
—Que bonito. —dije con sarcasmo, juntando las palmas encima de la mesa.
—Ranboo no pudo venir, él... bueno... —Nikki observó a Phil, dejando que dedujera lo que quería decir.
—Quackity casi lo emboscaba, tuvo que rodear el camino para estar a salvo —refutó Techno, el cabello largo color rosado suelto hasta la cintura, las facciones estoicas lo hacían ver hosco incluso sin su máscara de cerdo. Se volvió hacia mi, tomando aire—. Dream...
Alce una mano suavemente para detenerlo, cualquier cosas nosotros lo arreglaríamos, a nuestra forma, lejos de todos. Mis ojos se deslizaron a Nikki quien parecía menos temerosa, tenía el mentón en alto y llevaba una simple túnica color gris. Suspire y escuche otro murmullo de Tommy que no alcance a entender. Intente serenar mi mente para concentrarme, este ambiente no era de mi agrado.
—Bien, le pondremos al corriente después, cuando llegue —concluyó Phil a nadie en particular, tomando aire, extendiendo unos papeles y atrayendo una pluma—. Para serte franco, Dream, nosotros no estamos del lado de Quackity aún que eso no lo pareciera al principio —Alzo la vista para verme—. Hemos seguido de cerca cada guardia, cada movimiento y respiro que él ha dado y nos hemos dado cuenta de que busca un objeto en particular, algo muy importante; El códex del server.
No evite la tensión en mis hombros. El códex... El código mismo del servidor, aquello que controla y lo hace todo, dentro y fuera.
—No se los voy a entregar, si es que eso me estás pidiendo.
—No, no te lo estamos pidiendo como si fuera una cosa simple —Phil sacó una caja y la abrió para ponerse sus lentes—. Se lo valioso que es el códex así que no iba a pedírtelo así como así. Tu y yo tenemos experiencia en estas cosas si lo comparamos con los demás. Pero mi punto es que para que Quackity pueda tenerlo, como ya sabrás, tiene que hacer dos cosas... La primera, la más simple, hacer que se lo des por cuenta propia o la segunda, matarte para obtenerlo. Por eso te esta cazando.
—¿Para que lo quiere si las fallas las repare? —inquirí en busca de lógica en lo que me estaban diciendo.
—No lo sabemos, esas intenciones las mantiene muy ocultas. No se las dijo a nadie —Nikki respondió, su rostro mostraba preocupación. Suspiró y agregó—: También nos hicimos la misma pregunta hace unos días. Tal vez es para controlar el Server o algo cercano a tener el control de todo.
—No planeó dejar que algo tan valioso e importante caiga en manos de alguien tan terrible y horrendo.
—Como tú... —La voz de Tommy en mi cabeza era muy alta, más que la de los demás.
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Helpless but dangerous
Narrativa generaleAtrapado en una oscura y confusa red de acontecimientos, obligado a afrontar sus errores del pasado y encarar el dolor de sus recuerdos, Dream se enfrenta a la realidad y con la ayuda de un grupo de aliados inesperados, descubre que tal vez el mundo...