Prólogo

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El humo saliente de mi boca, 

Risueña la princesa de mi reino cálido, 

Cenicienta de las nocturnas criaturas, 

Angustias de onomatopeyas mal clamorosas, 

Terqueza del ebrio buey, que divaga por las montañas calientes, 

Olor a café y sonidos de aves, marcan el caprichoso sentir, 

Los pasos son solo marcas que se adhieren al suelo para morir, 

Sensatez de no tener nada en un blanco vacío, 

El hueco que se ilumina a través del marfil, 

Y la dulce perla que florece al fondo del caminar sin fin, 

Cordura de largas penas que se pierde al curar, 

La cura que solo envenena, la solución es condena, 

Lentes de un microscopio que se mezclan entre otros fuera del laboratorio, 

Seres necesarios y dosificados con el tiempo y el espacio, 

Ilustres del navegar, tan veloz como despacio, 

Adictos a adrenalina de una fina sonrisa mal herida, 

 Impregnados de un perfume de segunda mano, 

Perdidos en una melancolía barata infinita que no da ha basto, 

Corteza de árbol que se le quiebra un gajo, 

Ruido tan firme, como el despertar por un gallo, 

Sonoro a oídos sordos de un mal canto, 

Simplicidad en lo complicado, 

Y realidad con todo cosificado, 

Carcaj de daños disparados por un marketing, 

Abre los ojos el perro por el despertador que a falta de tonos, 

Tiene de entonación, un mísero y simple ring ring.

Sacando PétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora