#Esperanza#— ¡Sayuri! ¡Sayuri! — gritaba desesperado después de notar que su hija no estaba en su habitación. Después de comprobar por toda la casa y sus alrededores se dio cuenta que algo más había pasado por lo que corrió a donde su esposa estaba.
— ¡Shiro! ¿Qué pasa? ¡No me asustes así! — se encontraba tejiendo con las demás mujeres del Clan. Todas lo miraban con atención.
— Es nuestra hija — sus rodillas perdieron fuerzas y el pánico lo agobiaba, los ojos rojos y el miedo en su garganta lo delataban — no esta, la busque por todos lados. Este era el último lugar que me faltaba revisar — el aturdimiento no tardó en llegar al corazón de la mujer. Las demás mujeres se levantaron asustadas, era la primera vez que pasaba esto y que fuera la hija de la madre les erizaba el cuerpo. Como un mal augurio.
Todo el Clan buscaba a la pequeña, todo el Clan estaba aterrorizado. No buscaban culpable, no entre ellos, era imposible. Los niños se mantenía en resguardados y los adultos buscaban sobre el cielo y detrás del viento, haciendo lo imposible por encontrarla.
— El bosque lo siente — una tormenta de nieve los amenazaba — mi pequeña... — sollozos se escapaban de la trampa que formaban sus manos en su rostro. Era culpa suya, por amar una maldición. Era la responsable de que su familia sufriera y como si el bosque escuchara sus pensamientos un fuerte viento la empujaba, lastimando su rostro por la brisa fría. Giró su rostro y encontró el atardecer — una última oportunidad — corrió al inicio de todo.
Estaba igual que la primera vez, deplorable, aún así con el corazón en su mano tomó la manija y abrió la puerta. Buscó en toda la cabaña y como la primera vez, dejó ese cuarto hasta el final. No esperaba confrontarlo de nuevo, creyó que todo había acabado y que podría dejarlo atrás como un mal sueño. Aún se preguntaba si así debería llamarlo.
— ¡Ma~ma! — dijo con emoción la pequeña que se encontraba en el suelo al centro de la habitación — ¡Pa~pha! — Era la primera vez en decir papá por lo que su pronunciación era perfecta para hacerla ver más tierna. Llevaba un vestido del color de un manantial que hacía resaltar el poco celeste que se comía el verde en sus ojos. Sentada sobre una manta gruesa en suelo empezó a levantarse para caminar torpemente hacia su madre que se encontraba estupefacta aun en la puerta de la habitación.
— ¿Harás a nuestra hija caminar? — La gruesa voz la hizo regresar en sí misma. Se acercó hasta ella y la alzó hasta pegarla a ella — Creo que se te pasó el avisarme que soy padre o al menos empezar con decirme que estabas embarazada — el recelo se notaba en su voz. No intentaba esconderlo, su ceño fruncido y el rojo en sus ojos tan intenso que podrías creer que era sangre, como un reflejo de tu futuro lo hacían más amenazante.
— Sabes perfectamente que no podíamos estar juntos, creí que sería más sencillo alejarme si no lo sabías porque de lo contrario no me soltarías — no sentía miedo de él, nunca lo tendría y eso era lo que más la aterrorizaba, el hecho que con él siempre sería diferente.
— Tienes razón, nunca lo hubiera hecho, en cambio ahora... a ti sí puedo soltarte — aún con teniendo a su hija en sus brazos jugando con su cabello totalmente ajena a la situación se sentía insegura con su hija ahí y por más habilidad que tuviera no sería suficiente contra él.
Ella lo amaba y creyó haber cerrado todo lo relacionado con él, tenía a su hija como un recordatorio diario de lo que fue y de lo que nunca pudo ser, así como de su pecado. En cambio él nunca tuvo ese cierre. La única humana que no odio, que no le tuvo asco y a la única que se abrió, le traicionó. Lo abandonó sin ninguna explicación y cuando quiso buscarla se encontraba con alguien más, aparentemente feliz y claro ¿por qué no hacerlo peor? Embarazada. Aún siendo una maldición, le dolía, lo enojaba y lo asqueaba como nunca antes. Lo que antes quería proteger y cuidar, ahora, lo quería quebrar y quemar. <<Quemar>> pensó.
— ¿De qué hablas? ¡No vas a llevártela! No puedes... — intentaba aferrarse a la esperanza. Sabía que por más que quisiera detenerlo no podría. No ahora que ella no podía hacer técnicas por más energía maldita que tuviera o por más habilidad que tuviera en su pasado. Algo que caracteriza a su Clan es la pérdida de sus técnicas con los años, una maldición en su Clan. Se sellaban en tu interior, impidiendo que las realices y ah ella ya le había llegado su hora.
— No, no lo haré todavía. Quiero hacer algo especial, algo para recordar los viejos tiempos. Así que tienes el tiempo contado, yo que tú lo aprovechaba — se levantó del suelo en donde estaba jugando con su hija anteriormente y fue hacia el librero a su derecha hasta tomar la mudada de la niña. La noche anterior había salido a comprar un par de cosas para su hija, juguetes, comida y pañales. Todo lo necesario para una bebé humana pero al pasar por esas tiendas también vio ropa y un vestido le llamó la atención. Por más que asqueaba el hecho que la mujer que amaba lo traicionara con alguien más, su hija no tenía la culpa. Ese vestido la haría ver como una princesa.
— No me amenaces y mucho menos pongas un ultimátum — trato de sonar lo más amenazante que podía pero le era imposible. Lo vio acercarse y extenderle la mudada que tenía en su mano, era la pijamada de su hija y en menos de lo que podía durar un parpadeo él tenía a su hija en sus brazos. "Su hija" ya no sabía si habla de ella.
— No es una amenaza, es un aviso y tu destino. Tu sola te condenaste — ni siquiera volteo a verla, jugaba con las mejillas de su pequeña causando risas de la niña que causaban querer retirase como maldición — nos veremos pronto princesa — besó su frente y la devolvió con su madre. Pasó a un lado de ella y cruzó la puerta, perdiéndose al doblar una esquina.
Tomó a su hija y la apretó contra ella para luego revisarla de pies a cabeza. Estaba intacta, peinada, alimentada, feliz y con nueva ropa, sin contar los juguetes regados a su alrededor. Un fuerte viento azotando la ventana la hizo regresar en sí y por más que quisiera creer en la fantasía que había cruzado en su cabeza, sabía que era imposible. Una familia.
Cambio a su hija y salió de la habitación esperando encontrarlo pero ya no estaba, sin dilatar más fue a la salida y al estar ahí una sombrilla se recargaba a un lado de la puerta. La tomó y salió protegiéndose de la nieve con ella.
(Pasado)
🀪
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𝑲𝑹𝑶𝑵𝑶𝑺𝑺 | ᴊᴜᴊᴜᴛꜱᴜ ᴋᴀɪꜱᴇɴ
Fanfiction"Mi pequeña flor, como una flor de cristal que es igual de mortal si se rompe". © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS, LOS PERSONAJES DE JUJUTSU KAISEN LE PERTENECEN A GEGE AKUTAMI. LA MAYORÍA DE IMáGENES USADAS NO S...