APUESTA

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Centrarse en la clase de cálculo era prácticamente imposible para él, aunque quisiera, y aunque su vida dependiera de ello no podía, no entendía una mierda a esa clase del demonio. 

Sacó su celular a escondidas, poniendo su mochila en sus piernas y encendiendo la pantalla de su aparato dentro de ella, mientras fingía con una de sus manos escribir en el cuaderno frente a él. Una de las cosas que le beneficiaban de ser uno de los mejores alumnos –menos en cálculo, cabe destacar– era que podía sentarse muy atrás del salón sin que los profesores lo hostigaran con sus frases como: "—¡Joven Jeon, ponga atención!". Definitivamente estaba fuera de ese tipo de peligro. 

Texteo en el chat de su mejor amigo, a ese mismo que le traía ganas desde hace algunos años cuando se conocieron en primer año de la carrera, envió el mensaje he inmediatamente abrió por milésima vez la foto de su perfíl de WhatsApp, el condenado castaño era hermoso y tremendamente sexy. Era todo un calienta pollas, lastima que su amigo se jactara ser hetero con todas sus ganas. Al poco rato recibió una respuesta de su amigo. 

En quince minutos termina la clase, te espero dónde siempre ❤️

Sonrió ante el mensaje corto, mordiendo su labio cuando vió el emoji que le había mandado, en cuestión de segundos contestó. 

Oh, bebé. No me mandes ese tipo de emoji que voy a malpensar la situación, lindura 😏🔥

No importaba cuánto mensaje doble sentido o directo le mandara a él, siempre creía que solo era un juego. Si tan solo el castaño supiera que quería devorar su trasero, ponerlo en cuántas posiciones se le vinieran a la cabeza, de solo imaginarlo su pene palpitaba deseoso. Sintió vibrar su teléfono. 

¿Sabes, Jeon? 
Aveces pienso que eres gay

🤨😳

No pudo contener su risa, tecleó la última respuesta a su amigo, mientras su lengua jugaba con el aro de plata en la esquina de su labio inferior.

¿Y si te dijera que quiero cogerte hasta que no puedas caminar? 😉

Los tiks azules aparecieron en el chat de conversación. Sin embargo, no recibió respuesta alguna. Siempre que le enviaba ese tipo de mensajes, el castaño lo dejaba en visto, y no era para menos, él mismo consideraba que aveces se pasaba de la raya con sus mensajes subidos de tono. 

La campana sonó, inmediatamente agarró sus cosas y las empacó en su mochila, colgó la correa de ella en su hombro y salió del salón para dirigirse al cuarto piso de la universidad, aquél al que no llegaba casi gente, y que se distinguía por la enorme terraza que daba lugar a ver los diferentes edificios de la facultad. Una maravillosa vista para ambos amigos que se reunían para charlar de puras tonterías. 

Al llegar, su amigo lo esperaba de espaldas, apoyado en el barandal que le llegaba hasta la cintura. Detalló con esmero su trasero, era la perfección, es como si se vistiera nada más para provocarlo, y de hecho lo pensaría, si no fuera porque él era el típico chico que se acostaba con cuanta chica se cruzara por sus ojos. Y no era algo que a Jungkook le preocupara eso, era un fiel creyente que con tan solo una follada suya, haría al famosísimo Kim Taehyung suplicar por más. 

—Hola lindura —saludó al llegar a su lado, tirando su mochila a sus pies y recostando sus antebrazos al barandal. 

—Hola, conejo del diablo. ¿Cómo te fue hoy en cálculo? —Jungkook chasqueó la lengua y volteó su rostro con suma irritación. 

—Una mierda, la profesora no quiere aceptar mi soborno. 

—Estoy seguro que con una follada te pasa todo el año —rio el menor.

Seven Days A Week (KT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora