Angela
Tomé una última respiración antes de entrar al lugar.
Es pequeño y algo apartado del centro. Está algo vacío, por lo que me será más fácil encontrarla en cuanto aparezca en el local.
Miro el teléfono en mi mano.
9:30 p.m.
Suspiro a modo de alivio.
Nunca me ha gustado llegar tarde a ningún sitio. Es inoportuno y de poco agrado para la otra parte en cuestión.
La impuntualidad es una de las pocas cosas que me sacan de quicio.
Tomo asiento en una de las mesas del final.
Ágata no fue muy específica cuando me pidió que tomara un avión que me llevaría al otro lado del mundo en su encuentro.
Repiqueteo los dedos contra la mesa, ansiosa, a la vez que muerdo mis labios.
La campana de la puerta suena logrando que levante la vista.
Una mujer de unos veintitrés años muy parecida a mí camina hasta mi mesa, deteniéndose a unos pocos pasos de esta.
Me quedo observando. Es increíble cómo alguien se puede parecer tanto a ti, es como estar mirando a un espejo.
- Angela.- Su voz ha cambiado mucho desde cuando éramos solo unas chiquillas.- Tanto tiempo.
Lentamente toma asiento frente a mí, posando su costoso bolso en la silla a su lado.
- Más de una década.- Le concedo.- Veo que te ha ido bien.
Asiente sin ánimos.
- Tú también te ves bien.
-No tanto como tú.
He sabido sobreponerme a las putadas de la vida, pero nunca podría pagarme algo de lo que lleva puesto.
- Necesito de tu ayuda.- Pide colocando sus manos sobre la mesa del mismo modo que yo.
La desesperación presente en sus finos rasgos.
-Bien.- Acepto consciente de que no puede ser nada bueno.- Cuéntame qué es lo que te tiene de ese modo.
Se muerde los labios, un extraña manía que tenemos las dos cuando estamos nerviosas.
- Me voy a casar.- Suelta.
- Felicida...
- No.- Me para.- Todavía no te lo he contado todo.
La miro en espera de lo que viene a continuación.
- No es por amor. Ni siquiera lo conozco.- Suelta un sonido lastimero.- Papá creyó que era lo mejor para la empresa. Aliarnos con la familia Schmid es una gran oportunidad para expandirnos.
- Pero te puedes negar.
- No lo entiendes Angela.- Niega con desesperación. - Es imposible negarle algo a los Schmid, son demasiado poderosos. Nos destruirían.
- ¿Qué piensas hacer?
- No me puedo casar.
-¿Entonces...?
- Allí entras tú.- Me mira esperanzada.
Mi cabeza trabajando a mil por hora.
- No entiendo...- Abro los ojos con mesura al darme cuenta del significado de sus palabras.- No...
- Necesito tu ayuda. Por favor Angela.- Me ruega.- Si tuviera otra opción no te pediría esto.
- Pero...
Toma mis manos.
- No sé como decirte esto pero...- Suelta un suspiro.- Estoy embarazada.
Me mira esperando una reacción, como si sus palabras fueran la respuestas a todas las preguntas.
- Mira de verdad que lo haría encantada...- Tomo una pausa sin saber como continuar.
- Angela si mi papá se entera...- Se muerde los labios.- Si los Schmid se enteran...ellos son capaces de matarme.
El miedo me golpea mezclándose con el suyo. Justo en ese instante sé que sería capaz de cualquier cosa para evitar que le hicieran algún daño.
- ¿El padre...?
- Sí.- Asiente rápidamente.- Él lo quiere tanto como yo. Lo amo Angela.
- Bien.- Respiro más tranquila.-¿Qué tengo que hacer?
El azul de sus ojos brilla con la esperanza grabada en ellos.
- No podré ocultar el embarazo por mucho más tiempo.- Sus manos recaen sobre su estómago.- Necesito que me sustituyas durante unos meses, puede que un poco más. Por lo menos hasta que piense en algo para solucionar todo esto.
Se que está mal y se volverá en contra mía en algún momento pero al menos se que he hecho lo correcto.
- Acepto.
- Hay algo más.- Contengo la respiración.- En unos días me nombraran la nueva imagen de la empresa.
- Eso quiere decir...
- Que estarás a cargo.
Por primera vez sonrió en todo lo que lleva de día.
- Acepto.
***
¡Holiii!
Aquí les dejo una probadita de la historia.
Espero les haya gustado.
No se preocupen, las actualizaciones van a ser con regularidad.
Nos leemos prontito.
¡Bye!
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ANOMALÍA ✓
RomanceUna propuesta difícil de rechazar. Una promesa llena de mentiras...y ellos. Créeme no quieres entrar en su mundo y si entras es imposible que salgas con vida. Porque cuando los Schmid se obsesionan nada puedes hacer para escapar.