Capítulo 24: Calambre

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París

Bea, Bruno, Alma y Cristian estaban hablando mientras esperaban a que la sesión de Oliver acabase, después de casi una hora se escuchaba como la enfermera hablaba con alguien mientras el sonido de la camilla se acercaba, al entrar por la puerta, Oliver estaba acostado y Bruno le vio, quiso saludarlo pero se quedó un poco paralizado al verlo de nuevo, pues ya no era el Oliver que recordaba, estaba mucho más flaco, su rostro estaba más marcado, se notaban los efectos secundarios de la quimio, comía menos, tenía cada vez menos energía y la tos cada vez iba a peor.

—¡Bruno!, ¿has venido?. —preguntó Oliver mientras la enfermera lo dejaba en su lugar.

—Oliver... ¿Cómo te encuentras?. —dijo acercándose a su camilla.

—Pues ya me ves hijo, un poquito desgastado. —exclamó con una sonrisa.

A Alma se le arqueaba la barbilla de la tristeza que le hacía ver a su padre así, Bea la vio y sentada a su lado le cogió de la mano para apoyarla.

—No sabes lo mal que me sienta verte así Oliver, ¿y te vas encontrando mejor? ¿con las sesiones?.

Oliver negó con su cabeza.

—Bueno no te preocupes, ya verás como poco a poco vas a ir mejorando, tu no te puedes ir con tanta gente queriéndote ¿eh?. —bromeó con cariño mientras le tocaba el brazo.

Oliver se comenzó a reír un poco pero también empezó a toser, esa tos que sonaba igual de horrible y que tanto preocupaba a Alma, Bea y Bruno se miraron y Bea le mostró un rostro de pena, sabiendo que cada día iba a peor y que nada avanzaba, después de unos segundos de toser e intentaba coger aire pudo tranquilizarse y dejar de toser, volviendo a respirar normal.

—Venga papá, tienes que descansar un poco, ya es muy tarde y mañana seguro te van a levantar muy temprano para hacerte pruebas o darte el desayuno. —comentó Alma dando un beso sobre su frente y elevando el cabezal de la camilla para que respirara mejor.

—Gracias cielo, si la verdad que estoy bastante cansado, debería descansar un rato.

—Bueno chicos yo os tengo que dejar que si no nos van a echar la bronca, somos cuatro acompañantes en una habitación donde solo se permiten dos. —dijo Bea levantándose.

—Es verdad, no tardarán mucho en decirnos que tenemos que irnos dos. —exclamó Alma.

—Adiós guapa, nos vemos pronto ¿vale?. —se despidió de Alma con un abrazo. —Hasta pronto chicos, Bruno avísame de cualquier cosa ¿vale?, si tienes que irte o algo me das un toque y te llevo, así Alma no tiene que dejar a Oliver solo.

—Apuntado. —exclamó Bruno. —Cuídate Bea. —se despidió de ella.

—Hasta pronto. —dijo Cristian sin quedarse atrás.

—Cris... —exclamó Alma.

—¿Qué me vaya, no?. —preguntó sabiendo que solo podían haber dos y Bruno estaba de por medio.

—Lo siento.

—No te preocupes, ya vuelvo otro día. —dijo levantándose con sus cosas.

—Cris. —volvió a llamarlo mientras se acercó a él que ya había llegado a la puerta.

—¿Sí?. —preguntó sin ganas.

Alma sin decir nada lo abrazó por el cuello apoyando su cabeza en el pecho y cerrando sus ojos, Cristian se quedó quieto con su maleta en la mano, pero decidió pasar su otro brazo por la espalda para no dejarla sola en el abrazo a pesar de que no tenía ganas ya que lo estaba echando por Bruno, en vez de echar a Bruno por él.

—Gracias, por estar. —agradeció Alma después de haberlo abrazado por cinco segundos sin decir nada.

Cristian esperó a que terminara de abrazarle sin decir nada más, hasta que ella se separase de él, Cristian para incomodar más la situación para Bruno decidió acercarse a su mejilla y darle un beso corto como despedida.

—Adiós. —dijo Cristian sin más.

Bruno comenzó a joderle toda esta situación, a pesar de que él no fuese alguien conflictivo con estás cosas no podía evitar sentir celos, no podía evitar sentir que la chica que amaba estuviera de esa forma con otro chico, se enfadó sin decir una palabra, tampoco quería decir nada pues no eran nada, o si lo eran tampoco lo tenía muy claro después de cómo quedó la cosa, pero no quería ver estas escenitas todos los días, en ese momento tampoco quería darle más problemas a Alma, no quería hacerse la víctima mientras su padre estaba en el estado en el que estaba. Cristian se fue y Alma se dio media vuelta para volver a dentro y vio la cara molesta de Bruno, así que se acercó a él.

—¿Estás bien?. —dijo con una voz tierna mientras se paraba delante suya de pie.

Bruno miró hacia arriba estirando su cuello para hacer contacto visual con ella y decirle solamente con sus ojos que no pero sin saber si lo captaría.

—Sí, ¿podemos salir un momento?. —preguntó colocando sus manos sobre sus piernas mientras no apartaba su mirada de sus ojos.

Bruno solo quería aclarar sus ideas, pero no quería hablar de esas cosas delante de Oliver. Alma tragó saliva al notar de nuevo sus manos posadas en sus piernas, la ponía nerviosa verle así, mirando hacia ella, tocándola, con ese tono de voz relajado y grave.

—Claro.

Bruno se levantó dejando la cabeza de Alma a la altura de su pecho y caminó hacia fuera, Alma le siguió por detrás sin saber con que le saldría.

—¿Qué pasa?. —preguntó ella con curiosidad.

Bruno no quiso perder tiempo, solo quería aclarar sus ideas.

—¿Pasa algo entre Cristian y tú?. —dijo sin apartar sus ojos de su mirada.

Alma no pudo evitar que se le formara una media sonrisa sin dientes, quería disimularlo pero no podía.

—¿Te hace gracia?. —continuó Bruno con total seriedad.

—¿Estás celoso?, Bruno, tú y yo... desde ese día, ¿dejamos de estar juntos, o no?. —preguntó jugando con él.

—Alma yo no sé si dejamos de estar juntos o no, lo único que sé es que te sigo amando como desde el primer día. No sé, si sientes algo por Cris simplemente quiero saberlo.

Alma se quedó callada mirando sus pupilas pero Bruno suspiró y apartó su mirada hacia otro lado dejando el cuello rígido y apretando la mandíbula más aún porque ella no era capaz de decírselo de una maldita vez, Alma se relamió los labios como si fuera a decirle todo, levantó su mano derecha y le agarró de la barbilla colocando su pulgar sobre la misma para intentar mover su cabeza de nuevo hacia ella y que volviera a mirarla a los ojos, pero Bruno se resistía sin mover la cabeza, ella volvió empujar con más fuerza hasta que volviera a mirarla y finalmente se dejó mover, pero él no pudo resistirse a mirar a sus labios rosas.

—Siempre tú. —dijo Alma sin tener que aclararle nada para que supiera que nadie iba a conquistar su corazón más que él.

Bruno nada más escuchar sus palabras no le dejó decir nada más callándola con un beso en los labios que tanto deseaba besar todo este tiempo, olvidándose de todo, sin importar nada, solo quería volver a besar esos labios que había olvidado.

Clave De Dio (Saga Claves)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora