11: Simon

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Hace una semana que Wille no me habla, evitandome a toda costa. Le mando mensajes, lo llamo, trato de explicarle todo mejor, pero el solo me ignora. Sinceramente me arrepiento de haber explotado y revelado todo, haberlo roto. Hace días no viene a la casa qué compartíamos, supongo que se está quedando en Hillerska, pero me duele pensar que quizás lo nuestro se acabó para siempre. Lo noto fuera de sí mismo, y todo por aquellas estúpidas clases que tuvo, logrando únicamente que nadie lo reconozca. Volvió a toda esa ropa incomoda, con la que me había dicho reiteradas veces que no se identificaba, al cabello perfecto, dejando de lado su mayor virtud, de ser imperfecto. Recuerdo, veo nuestras fotos, nuestros mensajes, lo feliz que era, que eramos, y me lastima confirmar que era todo mentira. Que el no era seguro, y que yo no fui feliz, saber que lo que dije, o más bien, lo que grité fue verdad. Hablo con mi hermana, con Felice, quien se que tiene demasiado rencor hacia mi. No me especificó eso, pero me ha dicho que Wille tampoco le habla a ella. Está aislado en todas las mentiras que le metieron en la cabeza, en discursos absurdos, en una imagen demostrativa de su rendimiento. Se dió cuenta que nada valía la pena. De que es un príncipe, no un humano. No lo entiendo, pero lo juzgo. Mierda. La revolución. ¿Todo se fue al carajo? ¿Esa es la única revolución que tenemos, la verdad nos asecha superando a él deseo de la inconsciencia? Lo voy a recuperar. Si es que tengo a quien.

Estoy en el casillero, guardando libros, y buscando otros, preparándome para la clase, cuando lo veo. Toco su hombro, y se va. Lo llamo.

- Wille.

Silencio.

- ¿Podemos hablar? - insisto.

Por primera vez en, días, cruzamos miradas. Aquellas que antes, ardían, ahora son solidas. No tiene brillo en los ojos, al contrario, demuestra decepción.

- No tengo nada que hablar contigo. - contesta, con una voz grave, yendo hacia el aula.

Este no puede ser el final, así que lo persigo hacia allí. Me interpongo en su camino, pero me evita. Me siento, pero se dirige hacia un lugar vacío, quedándose allí.
La clase comienza, aunque el barullo lo impide.

- Socialista- se me acerca un grupo de chicos- ¿Que pasó entre tu y el príncipe? - al ver que permanezco callado, siguen- La próxima ten más cuidado a la hora de contar un secreto. Pobre príncipe. - finalizan, yendo hacia donde está mi ¿novio?

Basta. Me harté de guardarme el rencor, y nunca devolverlo. Me harté de verlo mal, por lo que voy hacia allí también, enfurecido. Está haciendo el examen, o eso intenta.

- ¿Sabes que? Nos destruiste. Nos destruyeron, mejor dicho. - suelto, y el me mira. Está dolido. Muy dolido.

Se ríen.

- Wille, yo que tu, lo dejo. ¿O, acaso, te olvidaste del video? - se acorralan entre el poco espacio libre que le quedaba. Los guardaespaldas se entrometen.

- ¿No dirás nada? Te están molestando. - le digo, poco controlado. - ¡¿Que mierda te pasa?!

Grité mucho. Todos se ríen, pero, por suerte, nadie está grabando. Uno de seguridad me alejó de todo, mirando con amenaza. Luego, vuelve hacia Wille, el que no está para nada conforme con la situacion. Se lleva las manos a la cabeza, golpeandose a si mismo. Sigue sin mirarme.

- Parece una mamá retando a su hijo. Y, a decir verdad, un hijo que, escuchen, contado por su "mami", ¡llora mucho! - se ríen a carcajadas- ¡Libera las lagrimas, la ansiedad! ¡Llora! - ríen mucho, es más que molesto.

No tolero más esto, por lo cual, le pego una piña en la boca a uno de los bravucones. Luego, lo tiro al suelo, a lo que no logra lastimarme, no antes de que se escuche un golpe en el banco. Es el, sigue mudo, pero con un par de lagrimas salidas. No dice ni una palabra, raramente. Solo se acomoda la ropa, prolija el pelo, y se va corriendo, junto con los guardaespaldas, también sorprendidos por su reacción.
Sin avisar a la profesora, corro hacia el, no esperando a que un guardaespalda me aleje.

- No molestes al príncipe, Simon. - dice Mallin- Entiendo que no tienes malas intenciones, pero no es un buen momento. Le duele fuerte la cabeza, iremos al palacio. No es un lugar seguro, notablemen.....

- ¿Nos permites un momento, porfavor? - la interrumpe el.

Ellos asienten, alejándose a una distancia mediada.

Vamos, en silencio, hacia la sala de música. Una vez la puerta está cerrada, hablo.

- ¿Estas bien?

- Mejor que nunca- ironiza. - Confié en ti. - me mira con una desilusión notable, con un dolor incontrolable, directo desde lo más profundo, de, su ahora roto corazón y desconocida alma.

- Nunca quise fallarte. - comienzo- Nunca quise que me odies.

- Eras lo único que tenía, con el único que podía hablar sin sentir que le fallaba a alguien.  No te odio. Me heriste. - traga grueso, sus ojos se cristalizan.- ¿Sabes? ¿Sabes lo difícil que es hacer como que todo está bien, cuando todos piensan que eres alguien que no eres, y peor aun, les gusta esa imagen ficticia de ti? ¿Sabes lo que es no conocerte, pero que todo un país crea que si? - una lagrima se derrama por su mejilla- Siempre te quise proteger, Simon. Tu lo único que has hecho fue hacer que no me sienta protegido, colgando como argumento el cuento de que contigo solo podía estar, y no tener un "bien" asegurado.

- Me sentí atacado. Yo tengo que defenderme, no tengo guardaespaldas. Puedo decir lo que siento. - intento defenderme.

Golpea el piano.

- Eso no justifica nada. No vengas con el argumento de la diferencia social, porque estoy harto. Harto de ser siempre agradecido, cuando no tengo porque. ¿Estoy vivo? Como millones de personas, y no porque quiera, esa es la diferencia. ¿Tengo comida, hogar, ropa? No es mi culpa que algunos no lo tengan. Dices que no tienes nada, desde que te conozco me lo dices, pero tienes todo. Yo no tengo nada. Esa es nuestra única diferencia. Tu juzgas. Y yo soy juzgado. - corta.

- ¡A mi también me molestan!- grito.

- Pero tu lo dices y te ayudan, te contienen. A mi me tratan de impulsivo.

- Siempre te haces la víctima. - me enojo.

- Ambos somos víctimas.

Un silencio llena el ambiente. La misma sala, mismas personas, mismos motivos, pero distinto trayecto.

- Solo quiero que estés bien- me acerco.

- Solo quiero sentirme bien. - suelta. - ¿Me puedes abrazar?

- Nunca me lo has pedido. - no niego, pero comienzo a asustarme.

- Porque nunca lo he necesitado tanto de alguien. - finaliza, y ya estamos abrazados. Noto mi buzo húmedo.

- Perdón- decimos al unísono.

Lentamente nos separamos, y nuestras narices se chocan. Siento el sabor de sus labios. El siente el pesar de los míos.
No estamos bien, nosotros.
No estoy bien, yo.
No está bien, el.
Pero un abrazo elimina el pasado.
Seguir discutiendo solo lo atrae aun más.

Young Royals fanfic 4tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora