Claudia y sus amigos se miraron con una mezcla de incertidumbre y determinación. La inscripción en el espejo era una advertencia clara: la oscuridad no se había ido para siempre. Debían estar preparados para lo que fuera necesario.
"No podemos bajar la guardia," dijo Claudia, su voz firme pero cansada. "Debemos encontrar más información sobre esta oscuridad y quién o qué la invocó."
De regreso en la biblioteca, el grupo se sumergió en una nueva búsqueda. Pasaron horas revisando antiguos textos, explorando registros históricos del instituto y consultando archivos que nunca antes habían visto. Finalmente, encontraron un antiguo diario oculto entre las páginas del grimorio.
El diario pertenecía a una antigua alumna del instituto, una tal Isabel. Ella había escrito sobre sus propios encuentros con la oscuridad, describiendo con detalle cómo había sido testigo de eventos similares a los que ellos enfrentaban ahora. Según Isabel, la oscuridad había sido invocada por un poderoso hechicero que había buscado inmortalidad a cualquier precio.
El grupo leyó con atención, descubriendo que Isabel había intentado, sin éxito, detener al hechicero. Su última entrada mencionaba un ritual de sellado final, uno que requería un sacrificio significativo. Claudia sintió un escalofrío al leer esas palabras. ¿Qué tipo de sacrificio había sido necesario?
Mientras los días pasaban, el grupo decidió seguir las pistas dejadas por Isabel. Una noche, Claudia tuvo un sueño extraño. En él, Isabel le habló directamente, mostrándole un lugar oculto en los terrenos del instituto. Claudia despertó con un sobresalto, su corazón latiendo con fuerza.
"Ese lugar existe," dijo Claudia al día siguiente, reuniendo a sus amigos. "Isabel me lo mostró. Debemos encontrarlo."
Guiados por las descripciones del sueño, el grupo se adentró en los terrenos del instituto, buscando el sitio que Isabel había revelado. Finalmente, encontraron una entrada oculta en un viejo cobertizo abandonado, cubierto de enredaderas y hojas. Con cautela, se adentraron en la oscuridad.
Dentro, descubrieron un antiguo altar rodeado de símbolos arcanos. El aire estaba cargado de una energía que les puso los pelos de punta. Al centro del altar, una inscripción en piedra repetía las mismas palabras del espejo: "La oscuridad siempre encuentra una manera."
"Este debe ser el lugar donde Isabel intentó realizar el ritual," dijo Luis, mirando a su alrededor con temor y reverencia.
"Entonces debemos terminar lo que ella empezó," respondió Claudia, decidida. "Pero debemos estar preparados para cualquier cosa."
El grupo se dispuso a estudiar el altar y los símbolos, intentando descifrar el ritual que Isabel no pudo completar. Mientras lo hacían, Claudia sintió una presencia familiar, como si Isabel estuviera allí, guiándolos desde el más allá. Sabían que el desafío que enfrentaban era mayor que cualquier cosa que hubieran imaginado, pero estaban decididos a luchar.
La inscripción en el espejo era clara: su batalla contra la oscuridad no había terminado. Pero con el apoyo de Isabel y su propia valentía, Claudia y sus amigos estaban listos para enfrentar cualquier cosa que viniera, determinados a proteger su hogar y desentrañar los misterios de la oscuridad que acechaba en las sombras del instituto.
CONTINUARA...
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LA PESADILLA DEL ESPEJO
HorrorEn un instituto de Cataluña, se rumoraba que el baño del tercer piso estaba embrujado. Claudia, valiente y curiosa, decidió investigar. Una tarde, enfrentó el siniestro pasillo y entró al baño. Al mirarse en el espejo, vio una sombra inquietante. La...