CAPITULO 7

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Pasaron días investigando el altar y los símbolos en busca de pistas. La atmósfera en el instituto se volvía más pesada con cada día que pasaba, como si la oscuridad se estuviera acumulando, esperando un momento de debilidad para atacar.

Una tarde, mientras revisaban una sección oculta del diario de Isabel, Claudia encontró una página que parecía ser una carta dirigida a alguien llamado Adrián. En ella, Isabel describía a Adrián como su aliado más cercano y mencionaba que él poseía un amuleto capaz de contener la oscuridad.

"Tenemos que encontrar ese amuleto," dijo Claudia, mostrando la carta a sus amigos. "Parece ser la clave para completar el ritual."

Luis frunció el ceño. "Pero, ¿quién es Adrián? ¿Y dónde podríamos encontrar ese amuleto ahora?"

La respuesta llegó esa misma noche. Claudia tuvo otro sueño, más vívido que el anterior. En él, Isabel la guió a través de un intrincado laberinto subterráneo, mostrándole un lugar escondido bajo el instituto, donde Adrián había escondido el amuleto. Claudia se despertó con una certeza inquebrantable: sabían dónde buscar.

Al día siguiente, Claudia y sus amigos se armaron con linternas y herramientas, y se dirigieron a una antigua entrada al subsuelo del instituto. Era un acceso olvidado, lleno de telarañas y polvo. Con determinación, Claudia lideró el grupo, siguiendo las indicaciones de su sueño.

El laberinto subterráneo era oscuro y claustrofóbico, y a medida que avanzaban, la sensación de ser observados se intensificaba. Finalmente, llegaron a una cámara oculta. En el centro, sobre un pedestal de piedra, se encontraba el amuleto. Era un colgante de plata con un cristal oscuro en el centro, emanando una energía palpable.

Claudia extendió la mano y tomó el amuleto. En ese momento, una voz resonó en la cámara, profunda y resonante.

"Así que han encontrado mi legado," dijo la voz. "Pero el camino no ha terminado."

La figura espectral del hechicero apareció ante ellos, más poderosa y amenazante que antes. "Isabel fue una tonta al pensar que podía detenerme. Y ustedes no serán diferentes."

Luis levantó el grimorio y comenzó a recitar un conjuro de protección, mientras Claudia sujetaba el amuleto con fuerza. Jorge y los demás formaron un círculo, preparados para enfrentar al hechicero.

La figura del hechicero lanzó una ráfaga de energía oscura hacia ellos, pero el amuleto brilló intensamente, formando un escudo alrededor del grupo. Claudia sintió la conexión con Isabel y Adrián, como si sus espíritus estuvieran allí, apoyándolos.

"Debemos usar el amuleto junto con el altar," dijo Claudia con urgencia. "Es la única forma de sellar al hechicero de una vez por todas."

Con el hechicero atacando sin cesar, el grupo se movió rápidamente, saliendo del laberinto y dirigiéndose de nuevo al altar en el cobertizo. Una vez allí, colocaron el amuleto en el centro del altar y comenzaron a recitar el conjuro final del grimorio.

El aire se cargó de electricidad, y el suelo tembló mientras el poder del amuleto se entrelazaba con el altar. La figura del hechicero apareció ante ellos una vez más, pero esta vez su risa era una mezcla de desafío y desesperación.

"¡No podrán detenerme!" gritó el hechicero, lanzándose hacia ellos con toda su furia.

Pero el amuleto brilló con una luz cegadora, y una fuerza invisible empujó al hechicero hacia el altar. Claudia y sus amigos recitaron el conjuro con todas sus fuerzas, sintiendo la resistencia de la oscuridad.

Finalmente, con un grito desgarrador, la figura del hechicero fue absorbida por el amuleto, que luego se fusionó con el altar, emitiendo un último destello de luz antes de quedar en silencio. La energía negativa en el aire desapareció, y una calma profunda llenó la habitación.

"Creo que lo logramos," dijo Jorge, mirando alrededor con asombro.

Pero Claudia, mirando el amuleto ahora incrustado en el altar, sabía que aunque habían ganado una batalla, la guerra contra la oscuridad continuaría. Con el legado de Isabel y Adrián, y su propio valor, Claudia y sus amigos estaban listos para cualquier cosa que el futuro les deparara. Sabían que siempre debían estar vigilantes, pues la oscuridad siempre encuentra una manera.


CONTINUARA...

LA PESADILLA DEL ESPEJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora