Siete

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— ¿Cómo se supone que saldré ahora? —Recriminó el omega fastidiado
observando de pie los trozos de tela tendidos en el suelo—. Has destrozado la ropa, alfa.


Para aquel entonces Jeonghan ya se encontraba ajustándose el cinturón que combinaba perfectamente con el pulcro pantalón digno de gente adinerada,
mientras Jisoo seguía desnudo a punto de desbordarse de enojo.

—Cálmate. Ahora pediré que te traigan ropa —anunció éste concentrado en terminar de acomodar su camisa medianamente arrugada, apenas olisqueando el enojo del omega.


—No quiero que me vean —expresó Jisoo frunciendo el ceño, haciendo un
inevitable puchero que paso totalmente desapercibido para el alfa, pues no le estaba prestando atención.


El omega se cruzó de brazos, impaciente, frustrado, encaprichado. Quería que
lo mirara, que lo atendiera, que lo mimara. Él pensó que, al no tener su ropa, le prestaría, por lo menos, su camisa. ¡Pero ahí lo veía, ajustándosela cada vez más!


—Nadie te verá —gruño Jeonghan, ajeno a su berrinche, al tiempo que luchaba
con el botón de la manga de su camisa.


—Alfa, tenemos que hablar —estableció Joshua, procurando utilizar el tono de
voz más severo posible.


Sólo entonces obtuvo la atención que deseaba. Jeonghan levantó la vista,
mandando al diablo las ganas de seguir peleando con su camisa, y se centró en Jisoo. Sus ojos se clavaron de inmediato en el omega. Pero la frialdad con la que lo miró fue suficiente para entender que hablarle de ese modo había sido un error.


—L-lo siento —se disculpó, bajando la mirada, sintiéndose un completo estúpido—, yo... quería...


— ¿Qué querías? —cuestionó con solemnidad, haciendo mayor énfasis en el qué, y comenzó a acercarse al menor sin prisa.


Joshua tragó en seco.

—Que me... miraras —respondió en un susurro, temeroso, manteniendo su
cabeza agacha.


Pronto percibió el tacto suave del pelinegro azabache sobre la piel de su
cintura. Al instante, un escalofrío le recorrió la espina dorsal, provocándole un nuevo y jodido estremecimiento.


—Ahora te estoy mirando. Mírame —le ordenó, y él obedeció encontrándose con aquellos negros pero deslumbrantes ojos que, sin duda, eran los más hermosos que había visto en su vida entera.


Una de las manos del alfa viajó hasta su mentón. La mirada de ambos permanecian conectadas, sin ánimos de ser desviada por ninguno. La intensidad que cargaban aquellos orbes otoñales intensos era tal que  Joshua ya se había perdido dentro de aquel universo nuevo al que Jeonghan lo había conducido.


La frecuencia cardiaca del omega aumentaba en gran escala concorde los segundos pasaban. Se sentía nervioso. Demasiado nervioso. Tanto que hasta
podía sentir el modo en el que su desbocado corazón pretendía escaparse de su pecho.


Su piel se erizaba bajo el tacto de aquella mano ajena que aún continuaba posada sobre su cintura, la cual le daba ciertas caricias que alcanzaban a llegar a otras zonas del cuerpo cercanas. La distancia entre ellos era mínima, y el hecho de que el continuase desnudo no ayudaba en nada. De pronto, su aliento fue robado de un momento a otro.

Jeonghan aprisionó sus labios contra los suyos en un inesperado beso cargado de deseo. Un beso que hacía rato su alfa moría por dar. Un beso que tarde o temprano tenía que llegar.

Joshua se sorprendió gratamente ante aquella súbita acción del pelinegro de largos cabellos que tanto le encantaba.

Su omega interior chilló de emoción, entusiasmado.

𝐒𝐔𝐁𝐋𝐈𝐌𝐄 𝐃𝐎𝐌𝐈𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 ㆐JIHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora