Ocho

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La introducción de la canción Bad to the Bone de George Thorogood sonando de fondo era lo único que a Jisoo le hacía falta para complementar su perfecta
entrada de chico malo.


La tonada rocanrolera iba, sin rastros de error, totalmente a juego con aquella
chaqueta de cuero que el omega optó por colocarse encima de una camisa que combinaba con aquella chaqueta de color purpura, la cual llevaba mostrando sus clavículas y los pequeños lunares, dejando al descubierto una leve fracción de su pecho. Lugar en el que habitaban pequeñas marcas violáceas, producto de Yoon Jeonghan.


Un jean negro completaba su atuendo, uno lo suficientemente ajustado para remarcar bien sus largas y refinadas piernas, cabe decir que también su grande y gordo trasero. Unos zapatos Gucci adornaban sus pies, unos de los
cuales se había maravillado al segundo en el que los vislumbró en aquel colosal closet atiborrado de ropa que, al parecer, era destinada a él. O así le habían dicho.


Mientras Joshua bajaba aquella escalera de mármol con el propósito de encontrarse con Jeonghan, se imaginaba la escena con dicha canción de fondo, tal película de Hollywood. El bajando en cámara lenta, luciendo irresistible,
con una ligera brisa removiéndole apenas un poco su cabello pelirrubio que resaltaba mucho en él, sacando de su bolsillo unos lentes de sol y colocándoselos como todo un bad boy.


Pero la perfecta escena que había armado en su cabeza, donde él era el
protagonista, fracasó con notabilidad. Su espléndida presentación se fue al demonio cuando pisó mal uno de los últimos peldaños y perdió el control del equilibrio.

Y no, no resultó ser como en las películas. Ningunos brazos lo sujetaron salvándolo de estrellarse contra el piso.

Jeonghan no estaba para rescatar la
fallida escena y transformarla en una caída romántica. De esas que luego
terminan en un beso.


Solo fue él encontrándose con la dureza del piso.


Aturdido, se levantó con rapidez. Se acomodó un poco la ropa, y se dispuso a fingir que nada había ocurrido. Todo estaba bien. Nadie había visto eso.

Soltó un resoplido y se pasó una mano por el pelo, echándole un vistazo a su
alrededor.


Solo advirtió la presencia de una persona a unos cuantos metros de allí. Lo que aparentaba ser un guardaespaldas aguardaba de pie a un lado de una enorme y singular puerta que, Jisoo supuso, era la entrada principal.

Suspiró, apenado, sin siquiera saber hacia dónde ir. Lo que a él le habían
dicho era que el joven Yoon lo estaría esperando abajo, mas no habían señales del alfa por allí. Únicamente se movió cuando el tipo junto a la entrada abrió
la puerta y le indicó con un gesto de la mano que pasara. Lo estaba dejando
salir.

Afuera. Esa era su oportunidad de escaparse.


Sin embargo al salir todas sus esperanzas de marcharse libremente se esfumaron por completo. El sitio tenía más de doscientos metros de reluciente pasto que era dividido por un camino de asfalto que guiaba hacia el portón de entrada. Un portón que contaba con bastante seguridad. Y Jisoo solo podía pensar en que era un tonto por no haberlo supuesto.


Bajo los peldaños del semejante porche que poseía la mansión, y a su derecha
percibió un auto negro estacionado y junto a este estaba el alfa de ojos negros con un elegante traje hablando por teléfono. No tardó en colgar cuando él lo vio.

— ¿Y esto? —fue lo primero que mencionó Jeonghan's luego de examinarlo de abajo hacia arriba y viceversa.

—Se le llama ropa —contestó Joshua altanero, sin un ápice de temor.

𝐒𝐔𝐁𝐋𝐈𝐌𝐄 𝐃𝐎𝐌𝐈𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 ㆐JIHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora