El payaso 2/3

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Aún con aquella decepción inicial me dispuse a acercarme más, después de todo no quería que todo mi cansancio por caminar hasta ahí hubiera sido en vano, por lo que caminé hasta la entrada de la carpa, en su interior esta se encontraba en completa oscuridad, por lo que saque una pequeña linterna la cual había venido de regalo con un algodón de azúcar el cual mi padre me había comprado solo unos días antes. Esta linterna no tenía la suficiente intensidad como para alumbrar toda la carpa, sin embargo, fue suficiente para darme la confianza de entrar en la misma, iluminé todo a mi alrededor, la carpa se hallaba completamente vacía, por lo que de la decepción pase inmediatamente a la felicidad, ya que tenía toda una carpa para jugar.

Coloqué mi linterna en el piso a modo de que me alumbrara directamente a mí, y entrando en mi papel de presentador le hablé a un público imaginario el cual en mi cabeza llenaba por completo aquellas polvorientas y viejas bancas, comencé a presentar diferentes actos los cuales se trataban de mi mismo mostrando mis limitadas habilidades físicas. Cosas como dar algunos golpes de karate que había aprendido en televisión o simulando ser un temerario domador de leones, finalmente decidí dar una vuelta de carro lo cual hizo que mi yoyo cayera al suelo, aquél incidente me dio una genial idea, ya que si en algo verdaderamente tenía un poco de talento era con el yoyo, por lo que inmediatamente lo levanté y presenté al “maestro del yoyo” para posteriormente comenzar a hacer todos los trucos que sabía con este, sin embargo, al hacer uno de mis trucos escuché claramente como si alguien estuviera aplaudiendo. Aquello me asustó mucho, por el hecho de que estaba seguro de que me encontraba completamente solo en aquella carpa, sin mencionar que en todo mi tiempo ahí no había visto que nadie más entrara, levanté la linterna para alumbrar a las bancas, pero estás se encontraban completamente vacías, sin embargo, los aplausos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes y cerca de mí y para mi mala suerte, muy tarde me di cuenta de que quien sea que estuviera aplaudiendo se hallaba justo detrás de mí.

Por lo que inmediatamente me di la vuelta y con la ayuda de mi linterna pude ver claramente lo que se encontraba tras de mí, se trataba de un payaso, a mí nunca me habían dado miedo los payasos, pero aunque hubiera visto a aquel payaso en otras circunstancias este sin duda me habría generado terror.

Su cara era completamente blanca, y su nariz en lugar de ser roja como cualquier otro tipo de payaso era de color negro, alrededor de su boca tenía dibujada una sonrisa de color rojo, su vestimenta no era colorida, pero se veía que en un momento lo había sido solo que ahora era vieja, olía horriblemente mal y tenía los ojos amarillos.

El miedo me había impedido siquiera moverme, por lo que este simplemente comenzó a reírse de una forma espeluznante, mientras aplaudía y brincaba pidiendo ver más trucos, el corazón me latía a mil por hora, por lo que tomando mi mochila del suelo decidí correr directo a la salida, sin embargo, antes de que pudiera avanzar la mitad del camino fui derribado por aquel payaso.

Este puso un cuchillo justo en mi cuello mientras reía de forma espeluznante, me decía que debía quedarme, ya que los demás niños no se habían querido quedar con él, por lo que si yo no me quería quedar por las buenas, entonces me obligaría a quedarme por las malas, al mismo tiempo que me decía aquello, mire a más niños acercarse los cuales muchos de ellos estaban horriblemente deformados. A algunos les faltaba un ojo o los dos, otros más parecían tener el cuello rebanado y a otros literalmente no podías identificar absolutamente nada de su rostro, ya que este se hallaba completamente destrozado y con pedazos de piel colgando, para aquel punto no podía dejar de llorar y suplicar que por favor me dejara ir.Mis gritos parecieron atraer la atención de algunos jóvenes los cuales se hallaban cerca del lugar, pues de pronto estos entraron iluminando la carpa con sus teléfonos celulares y preguntándome qué era lo que me ocurría, para mi sorpresa aquel payaso ya no se encontraba sobre mí o en ningún otro lado y tampoco los niños que lo acompañaban.No les dije nada los chicos de lo que me había pasado, solo tome mis cosas y salí corriendo de ahí, en cuanto llegue al hotel mi padre parecía estar muy angustiado, sin embargo en cuanto me vio llegar, aquella preocupación se convirtió en enojo,  pues ya hacía horas que debía de haber llegado, aquello tampoco tenía sentido para mí, ya que no creí estar en aquel sitio más de media hora, pero en el reloj marcaba casi las doce de la noche.

Quise contarle a mi padre lo sucedido, pero este no me creyó inclusive después de enseñarle el rasguño que me había dejado aquel cuchillo, al estar tan cerca de mi cuello, me dijo que seguramente aquel rasguño me lo había hecho al trepar a un árbol y que como castigo tenía prohibido salir de la habitación del hotel durante el resto de nuestra estancia en ese sitio.A decir verdad yo no veía eso como un castigo, puesto que después de lo que había vivido lo último que deseaba era salir a cualquier sitio de ahí, aquella noche me costó mucho poder conciliar el sueño, ya que cada vez que cerraba los ojos no podía evitar ver aquellos horribles ojos amarillos de ese payaso, pero luego de muchos intentos pude finalmente conciliar el sueño.Aquella noche, me soñé a mi mismo entrando a aquella misma carpa, aunque a decir verdad está se veía mucho más cuidada y en el aire podía percibirse el aroma a palomitas de maíz, también se escuchaba el público aplaudiendo y riendo por el espectáculo, sin embargo, de un momento a otro todo se oscureció dejándome solo a mí en el centro de la pista.

No pasaron más de unos segundos, cuando una luz iluminó la esquina de la pista en donde se encontraba ahí de pie aquel horrible payaso, el cual me miraba furioso portando su cuchillo en su mano derecha, quería correr, pero sentía mis piernas tan pesadas como si mis zapatos fueran de cemento, fue entonces cuando el payaso corrió rápidamente hacia mí, me sujetó de los hombros y agitándome violentamente me decía que yo debería estar muerto y que no podría escapar para siempre.El miedo me hizo despertar exaltado, no quería despertar a mi padre pues este aún se hallaba un tanto molesto por lo sucedido y yo sabía que lo mejor era dejar que se tranquilizara, mire la ventana en la cual estaban golpeando algunas gotas de lluvia, me acerque un poco para ver mejor la lluvia y lo que vi del otro lado me horrorizó.Parado bajo la lluvia se hallaba aquel payaso justo en la acera, el a pesar de estar bajo la lluvia, parecía estar completamente seco, era como si las gotas simplemente lo atravesaran, este miraba directo a mi ventana con una horrible mirada de odio, era justo como este me miraba en mis sueños, sin embargo, justo cuando el se percató de que yo lo estaba viendo este esbozo una horrible y macabra sonrisa la cual dejo ver aquellos dientes chuecos y pútridos.

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