ⵌ prólogo

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Pensaba que podía ser un nuevo comienzo. Por un momento contemplaba si de verdad era una buena decisión haber dejado el taller en el que estaba por uno nuevo, además de el hecho que tendría que conocer a nuevas personas y practicar nuevas cosas.

Se suponía que una de sus amigas más cercanas asistiría junto con él, pero parecía que el universo nunca estaba de su lado estos últimos días.

Inició su teléfono para asegurarse de que vendría, entró a sus chats más recientes para encontrarse con lo último que se esperaba.

...

Julio: Ya vienes???

Ana: No voy a poder

Ana: Al final me castigaron

...

Bajó el celular con un suspiro de desespero, rodando los ojos hacia el pensamiento de que debía de lidiar con el primer día completamente solo, su expresión ahora completamente diferente a la que tenía cuando recién llegaba. Ahora ahí estaba, en el estacionamiento del gran lugar, escuchando los carros pasar por la calle detrás de el, contemplando si debía llamar de nuevo a su hermana que viniera por él o afrontar el compromiso que ahora tenía.

No podía negar que se sentía algo fuera de lugar, sabía que no iba a ver a las mismas personas que en su taller de volley, tampoco iban a practicar las mismas cosas, eso era obvio, tampoco usaba tenis si no que sandalias a las que no estaba acostumbrado a llevar al salir. Pero bueno, algún día se iba a tener que acostumbrar.

Volvió a echarle un vistazo a la hora en la pantalla de su celular, rodando los ojos al encontrarse con el hecho que ya había llegado la hora de entrar y no tenía de otra más que entrar.

Lo bueno es que no le costaba llevarse bien con la gente.

O al menos eso creía.

#

Axel ya llevaba años en esto, ya era casi una rutina el llegar temprano y salir a horas en las que el sol casi no iluminaba el cielo y el calor de los días ya no era tan fuerte, gracias a dios.

Ya llevaba aquí una o dos horas, no tomaba nota del tiempo pues al parecer pasaba más rápido de lo que pensaba.

Estaba acostumbrado a ver los cambios de turnos entre talleres, ver caras que a este punto ya le parecían conocidas, solo no estaba tan interesado en formar plática con ellas. De todas formas ya tenía a su primo y uno que otro amigo por ahí.

Justo había salido de la gran alberca, el agua cayendo de su piel en gotas al mismo tiempo que se quitaba los goggles, sacudiendo las gotas que nublaban su vista.

Se dió la vuelta para buscar su toalla, solo para encontrarse con alguien, a una cara que ya había visto antes, solo no aquí.

𝗆𝗂 𝗉𝖾𝗌𝖼𝖺𝖽𝗈 𝖾𝗆𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅𝖺𝖽𝗈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora