La noche ya había llegado y al mismo tiempo que mi mente divagaba en que pasaría un día completo con Calum mañana, acompañaba a Spencer en la cocina, esperando que decidiera qué prepararía de comer. La regla de convivencia entre nosotros consistía sencillamente en que él nos alimentaba y yo lavaba los platos, no quedaba otra opción cuando mis habilidades culinarias eran inexistentes.
—Mamá me habló esta tarde —anunció, abriendo la llave del lavaplatos con la intención de lavar unas verduras—. Dijo que se siente muy molesta porque la hemos llamado muy poco.
—Juro que iba a llamarla esta mañana —me justifiqué, como si ella estuviera frente a mí recibiendo la respuesta—. Estas dos semanas han sido pesadas.
—¿Pesadas? Te la has pasado saliendo con tus nuevos amiguitos. —Entornó los ojos y comenzó a picar el tomate con precaución.
—Cuando se ha podido, no he descuidado mis obligaciones. Acostumbrarse a la vida universitaria requiere crear vínculos.
—Claro, sobre todo cuando se trata de la familia Weasley. —Detuvo su acción y me apuntó con el cuchillo en su mano—. Hay personas que hablan sobre ellos, ¿Sabías?
Retiré el cuchillo de su mano porque me alteraba que me apuntara con el objeto punzante.
—Así como hablan de ti, o como hablan de mí. ¿Qué de nuevo tiene?
—Cosas turbias, Parker. Como futuro abogado, he tenido acceso a diversas fuentes de información y te aseguro que algo de cierto debe haber.
Las imágenes de Mawi como expendedor de drogas llegaron a mi subconsciente, haciéndome sospechar a qué se refería Spencer con lo que decía. No estaba convencida de qué era lo que sucedía exactamente, pero Calum parecía estar desentendido acerca de lo que hacía su hermano y tampoco creía que los señores Weasley apoyaran sus actividades ilícitas.
Si había un implicado directo en todas aquellas habladurías, ese debía ser Mawi Weasley.
—Seré precavida, no te preocupes —aclaré, prefiriendo que no ahondáramos más en el tema.
Siendo aspectos correspondientes a la adquisición y venta de narcóticos, consideraba que lo mejor era no tentar la curiosidad. Al menos no por ahora que no contaba con alguna fachada pertinente para investigar.
El timbre del apartamento sonó, acaparando nuestra atención.
—Voy —mencioné, saliendo de la cocina rumbo a la puerta principal.
Al abrir, me topé con las expresiones eufóricas de Saúl y Kenia. Él sostenía en su mano dos cajas de pizza y una bolsa amarilla.
—¡Sorpresa! —vociferó mi amiga, lanzándose a mí y envolviéndome en un abrazo—. Trajimos comida y bebidas para pasar una excelente noche de jueves —canturreó al decir noche de jueves y sacudió sus hombros con ímpetu.
—¡Bienvenidos! —contesté con diversión, señalando hacia el interior de nuestra viviendo y dejando de obstruir la entrada.
—Trajimos hawaiana y pepperoni —me indicó el pelirrojo cuando nos hallábamos en la estancia.
—Eh, ¿Qué suced...? —mi hermano cortó su pregunta cuando vio a la parejita tomando asiento en la alfombra—. Oh llegó el señor y la señora Mathew —comentó apacible, empleando el seudónimo que les había atribuido después de su primer aniversario de novios.
Cuando su mejor amigo empezó a salir con mi mejor amiga, él no creía que duraran más de seis meses y decía que si eso pasaba, representaba que estaban destinados a ser esposos. Por lo tanto, al casarse serían el señor y la señora Mathew.
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Calum
Roman d'amourEn las calles de Burdoff, la abundancia de la corrupción y la existencia de la mafia, son afirmaciones irrefutables. Aquel mundo hermético sabía camuflarse demasiado bien, pasando casi que desapercibido para aquellos que no formaran parte de el, y d...