¿Alguna vez te has sentido tan atraído por la diversidad del otoño, que no puedes evitar seguir las hojas de los árboles cuando se desprenden de este y son guiadas por el viento? No sabes a dónde van o, si acaso tienen un destino. Pero ahí estás contra todo pronóstico admirando el espectáculo.
Y quizá eres el único, pero es maravilloso serlo.
El dedo índice cae, agotado por el extenuante aleteo en las páginas de un libro que no voy a leer, pero que me obliga a mentirme sobre el verdadero motivo por el cual estoy aquí.
¿En realidad quiero ver cómo las hojas caen en este cálido día, o solo quiero verla a ella? Utilizo aquel libro como escudo para no responder esa pregunta, incluso si conozco la respuesta.
Cada día la fila de libros de la chica es más grande que el día anterior, pero parece que las elecciones son hechas de forma irracional. ¿Qué hace un libro sobre cómo hacer pan entre ellos? A este punto, no creo que su única neurona esté funcionando.
Al verla ponerse de pie e ir camino al baño, tomo la inesperada decisión de ponerme de pie con prisa y caminar hacia los estantes, eligiendo algunas obras de calidad y caminando hasta su asiento, ahora vacío. Mi mano se estira pero me retracto un poco. ¿Hay alguna razón de mí haciendo esto por alguien a quien no conozco?
Me obligo a pensar que es solo un deber de ayudar y no sentimientos encontrados. No es que no pueda sentirlos, solo no seré capaz de corresponderlos. Y no es que yo era una mala persona, pero al igual que el mes de octubre, la gente me repelería al saber lo que traigo conmigo, incluso si eso viniese acompañado de un cálido clima.
Tomo con prisa los libros sobre la mesa y los intercambio con los míos saliendo con prisa de la escena. Y ese no fue solo el recuerdo de hoy, porque la acción se siguió repitiendo durante algunos días. Al inicio estuvo sorprendida, no sabiendo si alguien le estaba jugando una mala pasada. Con el tiempo, de alguna forma se sintió como si ambos estuviésemos tan cerca del otro que ni siquiera podíamos notarlo.
La lluvia imparable hace presencia en el lugar pero ni siquiera me sorprende, el clima ha declarado el fenómeno para toda la semana, pero la chica frente a mí parece nunca tener el menor interés en escuchar las noticias. Instintivamente me pongo de pie y recojo mis cosas, son las 8:15 y en pocos segundos estará de pie recogiendo sus cosas con prisa para ir a casa.
Inconscientemente, un día descubrí en casa que había memorizado todo eso.
Espero afuera con calma mientras agito el paraguas, mostrando mi nerviosismo como si esta fuera la primera vez que llevaba uno, o si fuera la primera vez en que la curiosa chica intentara guardar sus cosas dentro del suéter para no mojarlas.
—Oye, esta pequeña... aghs. —frunzo el ceño— ¿Qué hace con todos los paraguas que le he dado? A este paso va a montar una tienda de ellos.
Subo la cremallera de mi suéter y luego cubro mi cabeza con una gorra de color azul marino que, casualmente, lleva dibujada una nube con algunas gotas de agua cayendo de ella. Apresuro el paso al ver su intención de caminar bajo la lluvia y choco su hombro nuevamente y dejo caer el paraguas, como he acostumbrado.
—¡Señor!
Me detengo de inmediato al escuchar su llamado y mi corazón empieza a palpitar con fuerza, más no giro completamente hacia ella y solo ladeo mi cuello ligeramente, al notar mi silencio, vuelve a hablar:
—Señor, cuando apruebe mi examen en unos días, voy a venir a dejar un paraguas nuevo para usted. Hasta entonces, por favor, cuídese.
Mi cara arde sin motivo alguno, nuevamente siento el calor del sol sobre mi piel y guiado por la vergüenza, camino apresuradamente hacia el parqueo.
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Quizá, el próximo octubre
RomanceMichael Stewart no solo destacó por su inteligencia, belleza y su posición en la sociedad al ser hijo del abogado penal más famoso de la ciudad, sino también por el rumor de que este... tiene un miedo irracional hacia las mujeres que no le permite s...