4. Como septiembre, aún quiero estar cerca de ti

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—¡¿Te has vuelto loco?!

No solo las gotas de café que escupe Diego al escuchar lo que digo caen sobre la mesa, sino también las miradas de todos los que se encuentran a nuestro alrededor al oír aquel grito de múltiples voces a la par.

—La miras mal en la cafetería de la universidad, te encierras con ella en el cuarto de servicio como un depredador sexual, te niegas a ser su tutor y encima, ¿Le enseñas a cómo agarrar un trapeador? —Eric enumera mis errores sin poder creerlo—. ¿Era conquistarla o lograr que te demande por abuso?

—¡Oye! ¿Quién dijo que estoy coqueteando con ella? —cuestiono con nerviosismo— ¡No siento nada más que pena por ella!

—Oh, felicidades. Lo estás mostrando tan bien. —finjo golpear a Jay ante su comentario sarcástico.

—Dices que sientes pena por ella pero no aceptas ser su tutor. Si tampoco te gusta, ¿Qué te impide hacerlo?

Cuando Berthie se dirige a mí, pretendo no decir nada que arruine mi propio argumento.

—¿Cómo voy a darle tutoría si ni siquiera puedo tocarl-

—Oye, ¿Por qué necesitarías tocarla a menos que te guste? —Eric no deja pasar la oportunidad.

—Uyyyy —todos molestan.

La vergüenza que me hacen pasar con cada ovación es estremecedora.

—¡Ya! Está bien. —exclamo—. Voy a aceptar, pero primero la haré esperar un poco, quiero que demuestre que está realmente interesada en mejorar.

—Si la haces esperar mucho quizá consiga otro tutor. —Jay alega y yo río con burla.

—Oye, ¿Qué otro tutor podría conseguir aparte de mí?

Unas cuatro pantallas son puestas frente a mí borrando la sonrisa de mi cara al ver que todos han recibido el mismo mensaje por parte de Eller. También, recuerdo que estoy rodeado por un grupo de nerds que sí decidieron dar tutorías.

Alejo sus teléfonos de mi cara y discretamente reviso mis mensajes, ¿Por qué yo no he recibido ninguno?

—Si tuvieras redes sociales como la gente normal posiblemente hubieras recibido uno. —Diego corta mis pensamientos.

Sin dejarme reflexionar un poco más en mi desgracia, soy arrastrado por mis amigos para regresar a la universidad.

***

Solo necesito cruzar la entrada de la facultad y despedirme de mis amigos para que alguien se acerque a mí haciéndome saber que el director quiere verme. En el camino, recojo los papeles que me han pedido y me dirijo a la oficina.

Toco la puerta y de inmediato me invitan a entrar, intento saludar pero mi mirada recae sobre la chica sentada frente al director y qué por algún motivo, parece humillada.

—¡La estrella de esta facultad está aquí! ¡Pasa Michael!

—Yo... —Eller evita mirarme en todo momento —. Creo que debería volver más tard-

—¡Es bueno que estés aquí! —me interrumpe—. ¡Justo llamé a esta chica porque no entiendo cómo pudo entrar a nuestra facultad con un promedio tan deplorable!

Mi corazón se enfría y siento el peso sobre mí.

—Usted... ¿Va a sacarla? —pregunto, temeroso a la respuesta.

—Incluso si quisiera, ¡Si esto se llega a saber sería una vergüenza para mí como director! —sus palabras sin medida hacen crecer la ira en mí—. ¿Cómo podría pasar de tener a una excelencia como tú a tener a esta chiquilla sin talento?

Quizá, el próximo octubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora