Epílogo: La venganza de un fantasma

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HOLA BUENAS  MADRUGADAS, DIGAN PRESENTE

EL TAN ESPERADO EPÍLOGO

Estamos aquí, es increible y espero que disfruten más que nada porque amé escribirlo

ME AYUDAN COMENTANDO O SON HETERES, SUERTEE

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AITANA MCLAREN

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AITANA MCLAREN

Mi papá solía pensar que yo era bastante imprudente.

No se trataba de algo relativamente malo, pero nunca creyó que fuera algo relativamente bueno, no cuando siempre di mi vida por quienes amaba y eso podía ser contraproducente.

Se supone que está en nosotros el buscar sobrevivir ¿Por qué entonces arriesgarías tu vida sin importar las consecuencias?

Cuando tenía siete, me puse en medio de la calle cuando un carro venía a toda velocidad y estaba a punto de atropellar a mi mascota.

Por suerte, el mismo logró frenar antes de atropellarnos, pero desde entonces, papá siempre temió de mi poca fuerza de voluntad para mantenerme viva.

Siempre me preguntaba ''¿Por qué no te aferras a la vida?''.

Y yo le respondía algo como ''¿Por qué aferrarme a algo que no está en mis manos? Podría morirme estando resguardada en mi propia casa, podría morir tomando un vaso de agua.''

Mi mamá solía estar en contra de la opinión de mi progenitor.

Siempre me dijo que yo había nacido para ser una sobreviviente, no para llevar una vida plana y tranquila. Incluso en el apocalipsis, mamá me miró formar un hogar y estaba orgullosa de verme luchar, aunque habría deseado la vida tranquila que un día habíamos tenido.

El problema de intentar ser el escudo humano, es que, con el paso del tiempo, agotabas tus oportunidades.

Como cuando jugabas Minecraft y con cada golpe de un zombie o con cada flechado de un esqueleto, poco a poco tu escudo se precipitaba a romperse. Y si no tenías madera y hierro, inevitablemente perderías tu protección más importante.

Era irónico que yo no tuviera ningún escudo literalmente, pero que los zombies sí fueran una realidad literal.

─¿Qué rayos estás haciendo aquí? ─la pregunta de José me sacó de mis pensamientos y traté de regular mi respiración porque estaba hecha un desastre.

Apenas podía mantenerme en pie, pero él solo miraba la bicicleta que había dejado a un lado mientras corría y lo abrazaba.

Estaba vivo.

Cuando la muerte nos separe [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora