Emilie.
—¿En serio lo crees? —Miraba a Jessica, quien bebía su té de manzanilla con canela.
—Si te lo digo es por algo, no es cualquier cosa lo que me dices. —Ella miraba a todos lados y sonreía, tratando de hacerme sentir mejor. Tenía el cabello largo color oro y unos ojos grandes, avellana.
—Me gustaría buscar otra razón, pero la verdad me deprime pensar lo que me cuentas.
Ambas estábamos sentadas en las bancas del jardín de su casa, donde había muchísimas macetas con flores bien cuidadas y de todos los colores. Desde lavandas hasta tulipanes. Era una combinación preciosa, pues el jardinero que solía venir tres veces por semana hacía un buen trabajo y ganaba bien con solo cuidar plantas al menos 2 horas al día.
Jessica y yo éramos amigas desde muy pequeñas y seguimos con la comunicación. Actualmente, está casada con un arquitecto muy cotizado que ganaba buen dinero, provocando que ella no trabajara y viviera como una princesa.
—Entiendo que regresarán, pero... —Jessica hizo un gesto de molestia— bueno, ni siquiera sé si regresaron.
—Ya te dije que sí. —Jugaba con mis manos— Dormimos juntos, nos bañamos juntos, le preparo el desayuno y también ya... —miraba hacia abajo apenada— tú entiendes...
—¿Qué? ¿Sexo?
Escuchar eso puso mis mejillas coloradas y me exalté pidiendo que bajara la voz, aunque en el lugar estuviéramos solo ella y yo.
—¡Ja ja ja! Tiene sexo sin compromiso. —Ella tomó mi rostro— Emi, temo decirte que él no lo ve como un compromiso si me lo cuentas de esa manera. Hacen cosas de parejas pero no han hablado el tema sobre qué son y cómo piensan continuar. —Sus ojos fueron directos hacia mí— ¿O acaso él te dijo que eras su novia?
Me hice un poco hacia atrás pensando en eso. Era una cubeta de agua fría cayendo sobre mis hombros, en mi pobre corazón. Miraba a Jessica confundida, pero en el fondo lo entendía. Hacíamos todo eso sin establecer comunicación y aunque yo lo viera como una relación, no sabía cómo Cristhian lo estaba tomando.
Negué con la cabeza.
—¿Lo ves? Bella Emi, temo decirte que quizás él está interesado en lo que ofreces, pero no en formalizar su relación. —Escuchar eso me rompió un poco, pero no podía dejarme guiar por las palabras de una rubia que parecía tener la relación perfecta.
—Quizás solo lo olvidó —dije en voz baja.
—¿Quién olvidaría algo como eso, querida? —Le dio otro sorbo a su taza de porcelana con flores doradas.
—Muchos hombres solo olvidan hablar de eso... —Estaba intentando excusarlo.
—Emilie, conoces a Cristhian desde hace algunos años, ¿él es ese tipo de hombre que lo olvidaría?
Bajó su taza y me miró sin ninguna expresión. Su mano izquierda buscó la mía en símbolo de apoyo, pero yo comenzaba a sentirme abrumada por el tema.
—No —pensé.
—Sí —fue lo que terminé respondiendo, aunque mi corazón supiera que la respuesta era lo contrario, pero decirlo en voz alta me lastimaría.
Ella levantó una ceja dudando de mi respuesta, pero no insistió y siguió hablando basándose en lo que respondí.
—Si ese es el caso, entonces debes tú tomar la iniciativa y platicarlo, porque dudo que él lo haga, amiga.
Se escuchó un auto llegar y estacionarse fuera de la gran casa.
—Sí, eso debería hacer. —La mujer de cabellos rubios levantó la mirada en cuanto una puerta se abrió y escuchó a su esposo hablar.
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El dolor de ser nosotros ✔️ Editando
Teen FictionEn las páginas de "Hemmelig love" se despliega una cautivadora y dura historia de ¿amor? Tal vez... Una apasionada alumna es envuelta en un torbellino de emociones al descubrir que su corazón late al ritmo de un enigmático profesor en particular. Aq...