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Al día siguiente, Sana había tomado la tarjeta del banco y se acercó a un cajero para retirar el dinero. Le agradeció con mil mensajes a Somi por haberle prestado para pagarle a la gruñona de su vecina, apenas habían pasado veinticuatro horas desde el incidente con el felino y la planta, se sentía responsable al saldar la "deuda" en tiempo récord.
──Soy la mejor mamá gata que puede existir. ──dijo para sí misma soltando una risilla al final. La señora que atendía el pequeño negocio carraspeó un poco llamando su atención.
Está acercó la máquina de la tarjeta para que Sana pudiera escribir la clave, y así fue, en solo unos segundos ya tenía el recibo del retiro y los billetes en mano.
Hizo una reverencia en agradecimiento y se retiró del establecimiento devuelta a su casa.
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