Cap.19

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Los días se deslizaban como pétalos de rosa en el castillo, envolviendo a Louis en una atmósfera de comodidad y seguridad. Sin embargo, esa tranquilidad se vio abruptamente interrumpida cuando la noticia de la expulsión de Isaac por el rey Adrian llegó como un golpe inesperado. El aire que una vez fue dulce y fragante ahora se volvió pesado con la incertidumbre y el desconcierto. Louis se encontraba en un torbellino de emociones, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar su consternación. Su corazón se llenó de una mezcla tumultuosa de dolor y confusión mientras trataba de procesar la injusticia que había caído sobre su hermano.

En el castillo, Louis había sido testigo de las disputas entre su padre y su hermano Isaac. Conocía a Isaac como a la palma de su mano: su espíritu rebelde y su amor por la libertad lo definían. Desde niños, habían sido inseparables, compartiendo risas y aventuras, desafiando las normas reales con cada travesura. A pesar de ser el hermano mayor, Louis nunca pudo imponerse sobre Isaac; siempre lo seguía con una sonrisa, anticipando las travesuras que idearían juntos.

Ahora, con Isaac enfrentando la expulsión del castillo, Louis se sentía dividido. Por un lado, entendía la perspectiva de su padre y la necesidad de mantener el orden en el reino. Pero por otro lado, su corazón le imploraba que interviniera, que protegiera a su hermano de la injusticia. Sin embargo, el peso de la autoridad real y el miedo a las consecuencias lo mantenían indeciso, atrapado en un dilema entre el deber y el amor fraternal.


Flashback....


En una soleada tarde en el castillo, Louis, de ocho años, y su hermano Isaac, de siete, se escaparon de las aburridas lecciones de etiqueta y protocolo y se aventuraron por los pasillos del castillo. Con una complicidad innata, se deslizaron sigilosamente por los corredores, evitando ser vistos por los sirvientes y guardias.


Finalmente, llegaron a la biblioteca real, un lugar prohibido para los niños ya que solo podían acceder a ella en compañía de sus tutores o padres. Con ojos brillantes y sonrisas traviesas, exploraron las estanterías llenas de libros antiguos y pergaminos delicados. Pero su atención se centró en un libro de hechizos olvidado en una esquina polvorienta.


Louis hojeó el libro con curiosidad mientras Isaac observaba con admiración. De repente, encontraron un hechizo para hacer aparecer dulces. 


—¡Mira, Isaac, este hechizo hace que llueva dulces!—, exclamó Louis emocionado.
Isaac se acercó emocionado y miró por encima del hombro de su hermano. —¡Wow, eso suena genial! ¿Crees que podemos hacerlo?—


Louis asintió con determinación. —¡Claro que podemos! Pero tenemos que hacerlo rápido antes de que alguien nos descubra.—


Siguiendo las instrucciones al pie de la letra, pronunciaron las palabras mágicas y agitaron sus manos con determinación. Para su asombro y alegría, una lluvia de dulces comenzó a caer del techo, llenando la habitación con chispas de colores y el aroma dulce de caramelo.


Isaac rió con deleite mientras recogía los dulces que caían. —¡Es increíble, Louis! ¡Mira todos estos dulces!—


Louis sonrió, disfrutando del momento de triunfo compartido. —¡Lo logramos, hermano! Pero tenemos que ser rápidos antes de que nos atrapen.—


Justo cuando estaban a punto de llenar sus bolsillos con más dulces, el sonido de pasos apresurados resonó en el pasillo.


—¡Rápido, Isaac, tenemos que irnos!—, dijo Louis, su corazón latiendo con nerviosismo.
Isaac asintió, con los ojos brillantes de emoción y adrenalina. —¡Vamos, Louis, antes de que nos atrapen!—

The song of the moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora