Archie

Prólogo

— ¿Dónde están papá y mamá? —pregunté por primera vez.

—Ahora no —respondió quien se estaba haciendo cargo de mí en ese momento.

Mis padres solían llegar justo después de la hora de cenar, pero al ver que no regresaban, empecé a temer lo peor.

La persona con la que compartía espacio empezó a dar vueltas y a morderse las uñas nervioso, ¿me diría dónde estaban mis padres? ¿O sería capaz de callárselo?

— ¡Contesta! —empezaba a perder la paciencia por su forma de actuar.

Si estuviese tranquilo sentado conmigo en la mesa, a lo mejor habría aguantado un poco más, pero ya estaba impaciente. Días como ese solíamos cenar a las doce de la noche para esperar a que llegaran sobre la una. A veces se retrasaban una hora como máximo, pero eran ya las dos y media de la madrugada y no había ni rastro de mis progenitores. Además, al día siguiente tenía que ir a clase.

Un trueno sonó fuera, estaba lloviendo a cántaros y la tormenta iba acompañada de relámpagos casi constantes. Era el mejor día para que hubiese pasado algo. Como en una escena de película, el tiempo acompañaba al suceso.

— ¡Contesta!

— ¡Que te calles, niñato! —se llevó las manos a la cabeza sentándose sobre la silla en la que estaba antes de levantarse y empezar a dar vueltas.

Me levanté furioso y lo agarré con fuerza de la camiseta, obligándolo a mirarme.

— ¡Dime qué coño les ha pasado!

Me apartó de un empujón haciéndome caer de espaldas y mostrando que era más fuerte que yo y que jamás estaría por encima de él.

—Nos han abandonado, se han ido del país. Ya sabes lo que eso significa —mostraba autoridad en su voz.

Eso era lo último que quería escuchar. Me fui corriendo a mi habitación a llorar de la rabia mientras él hacía un par de llamadas que conseguirían cambiar todo mi presente. Solo esperaba que ese presente me permitiera vivir una vida normal.