Capitulo Uno

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Blas corría lo más rápido que podía por los pasillos de la universidad, no podía tener más llegadas tardes o lo sancionarían. Cuando estaba a punto de llegar a la puerta del salón, empezó a escuchar como el profesor estaba pasando lista.

-... ¿Santiago Vaca Narvaja? – se escucho un "presente" de parte del mejor amigo de Blas. – ¿Delfina Diaz? - "presente". Al escuchar esto, abrió rápidamente la puerta. – ¿Blas Polidori?

- ¡Presente! – gritó al escuchar su nombre cuando entro al salón con la respiración agitada.

Su entrada repentina causo varias carcajadas, unas bastante exageradas por parte de su grupo de amigos, y una casi nula por parte de su profesor.

-Por poco, Polidori. Por favor, vaya a sentarse antes de que me arrepienta. – el menor asintió y fue a sentarse.

-Vaya entrada, Blasucho. – dijo Santi en burla mientras su amigo se sentaba a su lado aún agitado debido al maratón que tuvo que hacer.

- Y bueno, todo culpa tuya por haberte ido de casa y no avisarme. – dijo en humor y ambos rieron.

-Ay, si, todas tus llegadas tardes son siempre mi culpa. No soy tu mamá.- regañó igualmente con humor.

Apenas el profesor termino de pasar lista, empezó a repartir hojas de examen. Cuando le dio una de las hojas a Blas, le sonrió y deseó suerte, el menor le devolvió la sonrisa y le agradeció. Se sintió muy feliz, pero luego se dio cuenta de que no podía sacarse esa imagen de la cabeza.

La secuencia se repetía en su cabeza una y otra vez; lo delicado que fue al momento de darle la hoja, su sonrisa, tan hermosa y sanadora, ese "buena suerte, aunque sé que no la necesitas" que lo hacia derretirse cada vez que pensaba en su voz, y esos bellisimos ojos azules como el cielo. Cada detalle lo atraía un poco más.

Él sabe que esta mal visto que un profesor y un alumno estén juntos de forma romántica, pero esa situación quedaría asi; solo una atracción tonta, ¿Cierto?

-¡Chiss! ¡Blas! Ni siquiera empezaste, nene. Ponete las pilas, Blasito.- susurró Santi al ver como su amigo no había puesto ni su nombre.

-Uh, cierto. Me re colgue, boludo. Gracias.- le sonrió y cada uno volvió a sus respectivas hojas.

Blas trato de concentrarse en su examen, pero no pudo. Apenas puso su nombre y la fecha y su mente se puso en blanco.

Seguía pensando en su profesor. Y por más que tratara de concentrarse, no lo lograba. Se sentía desesperado, ¿Por qué simplemente no podía concentrarse? Él se había pasado todo el fin de semana estudiando, ¿Por qué le parecía que el examen estuviera en otro idioma? No lograba entenderlo.

-Les aviso que les quedan solo 30 minutos.- "¡¿Qué?! ¿¡Cómo pasó tan rápido el tiempo!?" Trato de borrar esos pensamientos y concentrarse, lo cual funciono, pero para desgracia de Blas, no del todo. Leía la pregunta, pensaba en lo que había estudiado y lo recordaba a la perfección, pero también pensaba en Juan y eso hacia que se distraiga. Solo logro contestar correctamente nueve de treinta preguntas, y él lo sabia, pero no podía hacer nada al respecto.

Aún quedaban 5 minutos, pero Blas ya se había rendido. "Total, hay recuperatorio" pensó confiado, pero en el fondo sabia que era un pensamiento demasiado infantil y ridículo.

En sus cinco años de carrera nunca había ido a recuperatorio en ninguna materia, ya que sabia que es todo más serio. Luego de un rato empezó a desesperarse, no quería ir a recuperatorio, asi que, agarró de nuevo su lápiz y trato de no pensar en nada que no sea el examen.

Pudo responder otras tres preguntas correctamente, con un total de doce correctas. Apenas empezó a hacer otra, el tiempo terminó y el profesor empezó a retirar las hojas de examen. Hizo sus cálculos y ni de milagro le daba. Con sus doce respuestas correctas le daba un 33 en el examen, o sea, lo reprobó, y de promedio en su materia tiene 80, lo sumas y te da 103, lo dividís por 2 y te da 51, estaba perdido.

El profe - Juan Caruso y Blas PolidoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora