Capitulo XIV

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Elio y Lucas avanzaron con paso firme hacia el altar donde debían realizar el sacrificio del conejo.

La tensión en el aire era palpable, y el corazón de Lucas latía con fuerza en su pecho mientras se acercaban al momento decisivo.

Con manos temblorosas, Lucas sostuvo al conejo, sintiendo el peso de la responsabilidad que recaía sobre él. Pero cuando llegó el momento de realizar el sacrificio, un giro inesperado del destino los dejó atónitos.

El conejo se convirtió en aire y polvo ante sus ojos, revelando la trampa cruel que les había sido tendida. La verdad los golpeó como un mazo, y comprendieron que el verdadero sacrificio aún estaba por venir.

El silencio pesado fue roto por el sonido de las lágrimas de Lucas, quien luchaba por contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse.

Elio, con ojos llenos de compasión y dolor, tomó una decisión que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.

— Lucas, escúchame. —dijo Elio, su voz temblorosa pero firme. Antes de que pudiera decir otra palabra, Lucas respondió con desesperación:

— No puedo dejar que hagas esto —dijo Lucas, dejando caer un par de lágrimas. — Esto... esto fue mi idea desde un principio. No puedo permitir que lo hagas —añadió, entre sollozos.

Durante un momento, el silencio regresó, más incómodo que nunca, llenando el espacio entre ellos con una tensión palpable.

Lucas lo miró con incredulidad y angustia, negándose a aceptar lo que Elio estaba proponiendo.

—No puedo dejarte hacer esto, Elio. No puedo permitirlo —dijo Lucas, su voz quebrada.

Elio le sostuvo la mirada con ternura, transmitiendo una fuerza silenciosa que calmó los temores de Lucas.

—Lucas, esto es lo correcto. No podemos arriesgarnos a perder la oportunidad de salvar a tu madre y al pueblo entero. Tienes que tomar la flor y llevarla de vuelta —respondió Elio, su voz firme a pesar del dolor que sentía en su interior.

Lucas se mordió el labio inferior, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer.

—Pero... ¿por qué, Elio? ¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó con voz quebrada.

Elio cerró los ojos por un momento, luchando contra la emoción que amenazaba con abrumarlo. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era firme y decidida.

—Porque... esto es lo que mi esposa habría querido. Ella siempre fue una persona compasiva, siempre preocupada por los demás. Esta búsqueda... me ha acercado más a ella de lo que jamás creí posible. Y si hay una oportunidad de salvar a tantas personas, incluso si no puedo salvarla a ella... creo que es lo que ella habría querido —confesó Elio, con un nudo en la garganta.

Las lágrimas bajaron por las mejillas de Lucas mientras absorbía las palabras de su amigo. El peso de la decisión se asentó sobre ellos, y sabían que no habría vuelta atrás.

Con un duro abrazo de despedida, Elio se preparó para el sacrificio final que cambiaría el destino de todos. Sus palabras finales resonaron en el aire, llenas de amor y gratitud hacia su amigo.

—Lucas.... , nunca olvides que eres un buen chico.... Siempre estaré contigo, incluso cuando ya no esté físicamente.
Eres lo más cercano que tuve a un hijo.... y nunca voy a tener las palabras indicadas para agradecerte por ello, gracias por recordarme lo que es vivir — dijo con la voz entrecortada.

—Ahora, ve y salva a tu madre, y a tantos otros como puedas, promételo.
La vida es más hermosa de lo que crees, así que ve, con la esperanza de un futuro mejor, porque eso es lo que merecen aquellos que amamos —dijo Elio, su voz temblorosa pero llena de serenidad.

Con lágrimas en los ojos, Lucas asintió con pesar y aceptación. Sabía lo que debía hacer. Así que tomó la flor de la Vida Continua, sabiendo que el sacrificio de su amigo no sería en vano.

Así, con el corazón roto pero lleno de esperanza, Lucas salió de la caverna, llevando consigo la luz de la flor, reflejando la esperanza y la cura tan ansiada.

Y aunque el sacrificio de Elio pesaba en su corazón, también llevaba consigo el legado de amor y valentía que su amigo había dejado en lo más profundo de su corazón.

La Odisea de Elio y LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora