🪷 𝕬𝖒𝖔𝖗... 🪷

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Advertencia, en este capítulo se trataran temas sensibles sobre la identidad de género. Consideren que es solo una opinión y punto de vista y no un concepto definitivo.

Cada quien tiene su forma de aceptarse, su proceso y se debe ser respetuoso.

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Rusia jugaba con sus manos nerviosamente, como acostumbraba a hacer. Observaba las burbujas en la taza frente a él cada vez ser una cantidad menor. Su té se enfriaba, pero no quería comenzar a consumir alimentos antes de que llegara su invitado.

Y ahí estaba él, un hombre de estatura baja cabello oscuro y lacio. Sus ojos profundos como la noche lo miraban con algo de odio. Se sentó frente a Rusia, quién se limitó a saludarle con la mano.

—Bien, aquí me tienes de nuevo, Ana —Peter lo barría con la mirada—. Espero que en esta ocasión no estés indispuesto.

—Lamento mucho lo de la última vez, siento que te falte al respeto.

—Lo hiciste.

—Lo sé... ¡Lo sé! Y lo lamento —sobaba su antebrazo con vergüenza de solo recordarlo—. Todo esto era muy nuevo para mí. En realidad todavía lo es, y quizás así lo sea siempre.

—No lo será.

—¿Cómo puedes saberlo?

—Yo estuve en tu lugar —colocó una mano sobre su pecho, justo sobre su corazón—. La confusión, el coraje, la frustración, el no poder hablarlo con nadie, el miedo. Créeme, poco a poco se vuelven parte de tu día a día, te acostumbras a ello.

—Ya han pasado casi seis meses y aún no lo logro.

—¿Creíste que en solo seis meses te acostumbrarías a descubrirte a tí mismo? Por favor —le dijo en tono burlesco—. Anastasia, no debes presionarte, debes dejar que las cosas fluyan. Deja que tus instintos te guíen y te digan quien eres tú. Se supone que es un proceso que debes disfrutar, no que te sientas forzado. ¿A qué le tienes miedo exactamente?

—¿Disculpa?

La grande y poderosa nación rusa no le tenía miedo a nada. Era inquebrantable, de acero. ¿Cómo era posible que aún se notará su temor?

—¿A qué le tienes miedo?

Vaya, ¿a qué no? URSS se había encargado bastante bien de sembrarle esa semilla de terror. Por su orientación sexual real, por el cómo se sentía consigo mismo, por el rol que debía seguir siendo un varón. Siendo una mujer se sentía más libre de ser expresivo, de ser esa persona sensible que no solo podía estar enojado. Esa persona que siente, que llora, que se ríe, que tiene miedo, que es espontánea... Qué se enamora.

—Es difícil de explicar.

—Intentalo.

—Peter, no sé si Chile te contó que yo nací hombre —desvió la mirada aún sintiéndose avergonzado—. Soy de Rusia, mi madre falleció cuando yo era aún joven. Mi padre me crio con mano dura, has de saber que mi país de origen es bastante homofóbico.

—Ugh, ni me lo menciones. El solo recordar lo que pasó el primero de junio me pone de nervios.

—Si... —que vergüenza, Rusia—. Es la primera vez que confieso esto, y la verdad jamás creí hacerlo de esta manera. Seria homosexual siendo hombre, más soy hetero siendo mujer.

—Te gustan los hombres —vio a Rusia asentir—. ¿Y qué hay de malo con eso?

—Mi padre decía que eso es malo, que le avergonzaba que yo fuera así. Que iría al infierno.

Женщины (RusMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora