Catorce

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El omega dio un respingo al escuchar aquellos inesperados y brutales golpes a la puerta. Entró en un estado de alerta en cuanto percibió el repentino espanto que sufrió el alfa debajo de él. Con rapidez, este lo puso de pie, parándose también. Lo vio abrir un cajón y sacar un arma de fuego de allí, la cual la acomodó entre su pantalón, cubriéndola con su saco. Enseguida colocó al menor detrás de él, resguardándolo.

Jisoo se encogió sobre sí mismo, asustado, procurando estar lo más pegado posible al cuerpo del alfa, pues no había lugar donde pudiese sentirse más seguro.


De pronto, la puerta se abrió de golpe, haciendo visible a un hombre de cuarenta y tantos que apestaba enormemente a alfa enfadado.


— ¡Oh, mierda! ¿Por qué no avisas? Pensé que eras...


—Él mismo estaría aquí de no ser porque me he pasado gran parte de la noche tratando de calmar el asunto. A ver, ¡¿Dónde mierda ha quedado todo lo que hemos hablado?! —Exclamó furioso el desconocido, quien se aproximaba
peligrosamente con su ceño fruncido.
— Se trata de conseguir más aliados, ¡no de obtener más enemigos! ¡No ha sido nada inteligente lo que has hecho!
¡¿Entiendes que nos dividirás si sigues así?! ¡No solo estaremos en guerra con
la familia de 'Ndrangheta, sino que también lo estará nuestra familia propia!


—Si nos dividimos será por su culpa, no mía. Yo he hecho lo que me corresponde, él es quien necesita ubicarse en su sitio —dijo el pelinegro con tranquilidad, despojándose del arma para luego guardarla en su lugar.


—Él es un crío inmaduro, envidioso, caprichoso, superficial. Un imbécil. Todo lo contrario a ti. Pero tiene más derecho que tú, y lo sabes. ¡No puedes seguirle el juego a sus chiquilinadas! ¡Tú eres más que eso!


—Oh, ¡¿Y por eso tengo que doblegarme ante él cuando me falta al respeto?!
¡No son más que puras mierdas! —expresó el alfa de ojos color caramelo enfurecido, haciendo que el omega se encogiera aún más sobre sí mismo.
Jisoo era consciente de que el enojo no era dirigido a él, pero no podía evitar
sentirse igual de intimidado como si le estuviese gritando a él. Y estaba tan aturdido, tan desorientado, que no sabía qué hacer, más que permanecer quieto en un rincón con la cabeza agacha.

—No, ahí está el punto. No te falto el respeto a ti, Jeonghan.


—No, le falto el respeto a mi omega, que es lo mismo.


— ¿Hablas del omega que desecharás en un par de semanas?


El rubio se sobresaltó al escuchar un áspero y resonador golpe en seco que provino del puño cerrado de su alfa estrellándose contra la madera del
escritorio.


— ¡Oh, por favor! El tiempo que duras con un omega es escaso. No pretendas
aplicarle derechos como si llevara tu mordida, sabiendo que es uno cualquiera que no lo vale. Tu padre quedo muy disgustado por eso.


Y Jefferson habría sido capaz de soltar el gruñido más voraz para expresar todo
el enojo que le generó aquellas intolerantes palabras dichas por el conseiller de su padre. Palabras absurdas; palabras imperdonables. Palabras que, muy en el fondo sabía, eran verdad. Pero Jeonghan habría querido gritarle que no era así, que Jisoo no era un cualquiera que desaparecería en un par de semanas, que Jisoo si lo valía porque era su omega por naturaleza y que, por ende, debía ser respetado.


Pero no lo dijo. Prefirió acallar, prefirió morderse la lengua y ocultar la verdad
de su alfa, porque Joshua estaba allí y no debía exponerse con tal magnitud. No
cuando el omega parecía no corresponderle.


Al fin y al cabo, todo se resumía a una verdad amarga y doliente. Jisoo sí era
un cualquiera. Un ordinario omega independiente que funcionaba como puta. Incluso Joshua se lo había dicho. Todo había sido culpa de su instinto, de su iluso y tonto alfa que solo quería quererlo. Qué estupidez. Jisoo lo único que deseaba era largarse lo más pronto de allí, alejarse por completo de él y de sus ansias por dominarlo, ¿acaso que iba a hacer? ¿Obligar al omega a que lo quiera? ¿Obligarlo a permanecer el resto de sus días con él? Él no pretendía pasar su vida entera con un omega que era infeliz a su lado.

𝐒𝐔𝐁𝐋𝐈𝐌𝐄 𝐃𝐎𝐌𝐈𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 ㆐JIHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora