Quince

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La caliente atmósfera que concentraba la habitación se encontraba siendo
profundamente penetrada por aquellas potentes feromonas de excitación que
emanaban los dos seres tendidos en la cama, cuya llama de pasión se extendía con rapidez sin ánimos de ser apagada.

El alfa, regado de deseo, apenas rozaba su latente miembro contra la entrada
del regocijado omega que yacía bajo su cuerpo a la espera de ser embestido.
Jisoo gimoteaba impaciente, enredando sus piernas cada vez más alrededor de la cintura del alfa, moviendo su propia cadera en busca de hacer entrar de
una vez por todas a su ansiado visitante.


—Quédate quieto —le ordenó el mayor en un susurro, demasiado cerca del
oído como para conseguir un ligero estremecimiento por respuesta.
—Déjamelo a mí, bebe.


El omega asintió, mordiéndose el labio inferior mientras echaba la cabeza
hacia atrás, intentando contener de algún modo la impaciencia que dominaba su ser

—Entonces, apúrate —le sugirió este, casi en tono de súplica, retorciéndose un poco sobre las sabanas—. Tu maldito juego de anticipación me estávol viendo loco.


—Cállate —demandó brusco, acomodándose mejor entre el cuerpo del rubio, haciendo que su miembro golpeara una vez más el trasero del omega, el cual rogaba con lágrimas de lubricación que fuera penetrado. —Y por cierto, creo que me encanta volverte loco. —Agregó, mordiéndole lentamente el lóbulo de la oreja, al tiempo que presionaba contra sus nalgas sin embestirlo.


Su pene se deslizaba entre medio de sus glúteos, percibiendo una deleitosa descarga de placer por el contacto de ambas pieles de ambas zonas sumamente íntimas.


—Oh, mierda... A-alfa —jadeó Jisoo, arqueándose, aferrándose a los hombros del hombre que estaba torturándolo, enloqueciéndolo con sus jugueteos
previos al sexo.


—No quiero que sigas llamándome así —expuso el alfa con la respiración
irregular, cansado de escucharle decir aquella palabra que aseguraba también la había utilizado para llamar a todos aquellos tipos con los que se había
revolcado. Y él no quería ser solo uno más de ellos. Claro que no lo era.

Tampoco pretendía que lo llamara daddy, al menos no en esa ocasión. Él
quería ir un poco más allá, extenderse de sus propios límites. Él quería que
aquella noche fuera más íntima.
No un jodido alfa con un omega cualquiera, no un estricto dominante con un sumiso rebelde. El anhelaba que fueran simplemente Joshua y Jeonghan, dos seres tan distintos e iguales a la vez unidos por aquel invisible hilo rojo del
destino que solo uno lograba ver.


— ¿Cómo t-te llamo? —quiso saber Jisoo, jadeando, mirándolo directo a los
ojos. Aquellos ojos caramelizados que irradiaban vida sin saber cómo.


—Dime Jeonghan, bebé —contestó en un susurro sobre la comisura de sus labios, sin rastros de dubitación.


Jamás había permitido que alguno de sus pasados omega lo llamara por su
nombre, y, en lo posible, hasta prefería que ni siquiera lo supieran. No le parecía necesario teniendo en cuenta la poca importancia que tenían en su vida. Pero Jisoo era todo un caso aparte, y no había omega más digno que él para ser merecedor de tener aquel privilegio.


—Mmh... Jeong...han —mencionó el rubio con cierta sensualidad, saboreando con exquisitez cada letra en su boca, mientras esbozaba una sonrisa traviesa delatadora de los pensamientos más perversos que albergaba su mente.


El alfa se estremeció por completo al escuchar su nombre bañado de erotismo saliendo de entre aquellos hinchados y sonrosados labios que ahora mismo se
encontraba besando de la manera más pasional posible.

𝐒𝐔𝐁𝐋𝐈𝐌𝐄 𝐃𝐎𝐌𝐈𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 ㆐JIHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora