El límite de la rendención

815 59 11
                                    

Sanemi no pudo soportar la distancia que había creado entre él e Iguro. El recuerdo del dolor en los ojos de Iguro lo atormentaba, y la desesperación por arreglar las cosas lo impulsó a hacer un último intento de reconciliación. Decidido, se dirigió nuevamente a la finca de Iguro una noche de tormenta.

Encontró a Iguro en el patio, entrenando bajo la lluvia. La visión de Iguro, empapado y concentrado, lo llenó de determinación.

—Iguro, por favor, déjame hablar contigo —dijo Sanemi, su voz apenas audible sobre el rugido de la tormenta.

Iguro lo ignoró, pero Sanemi no se dejó intimidar. Se acercó más, su voz quebrándose con la emoción.

—Te amo, Iguro. No puedo soportar la idea de perderte. Sé que te lastimé, pero estoy aquí para enmendar mis errores —dijo, su desesperación evidente.

Iguro finalmente se detuvo y lo miró con frialdad.

—No quiero escucharte, Sanemi. Ya he escuchado suficiente —respondió, su voz dura.

Sanemi dio un paso más, sintiendo cómo su corazón se rompía un poco más.

—Por favor, dame una oportunidad de demostrarte que he cambiado. No puedo seguir sin ti —imploró, su voz temblando.

La lluvia seguía cayendo, empapándolos a ambos. Iguro suspiró, sintiendo su resistencia flaquear.

—Está bien, pero no me hagas más promesas vacías. Necesito ver que realmente has cambiado —dijo Iguro, su voz más suave.

Sanemi asintió, su esperanza renovada.

—Haré lo que sea necesario —dijo, su voz llena de determinación.

Esa noche, después de la tormenta, se encontraron en el interior de la finca. La tensión entre ellos era palpable, pero también había una chispa de esperanza. Sanemi decidió ser completamente honesto.

—Iguro, lamento tanto lo que te dije. No fue más que el miedo hablando, y lo siento profundamente. Pero no quiero que nuestras oportunidades se pierdan por mis errores —dijo, su voz llena de sinceridad.

Iguro lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones.

—Sanemi, me lastimaste profundamente. No sé cómo puedo confiar en ti de nuevo —respondió, su voz temblando.

Sanemi se acercó lentamente, sus ojos llenos de amor y arrepentimiento.

—No volveré a herirte. Te lo prometo con todo mi corazón —dijo, acercándose aún más.

La proximidad entre ellos aumentó la tensión. Sanemi levantó una mano y la posó suavemente en la mejilla de Iguro, sus dedos temblando ligeramente. Iguro no se apartó, pero sus ojos estaban llenos de incertidumbre.

—Sanemi... —susurró Iguro, su voz apenas audible.

Sanemi no pudo contenerse más. La desesperación y el amor que sentía lo llevaron a inclinarse hacia adelante y besar a Iguro suavemente en los labios. Iguro, sorprendido al principio, no tardó en corresponder el beso, dejándose llevar por la intensidad del momento.

El beso, que comenzó suave y tierno, rápidamente se volvió más apasionado. Sanemi deslizó sus manos por la espalda de Iguro, atrayéndolo más cerca. Iguro respondió con igual fervor, sintiendo cómo sus corazones latían al unísono.

—Iguro, te necesito —susurró Sanemi contra sus labios, su voz llena de deseo y amor.

Iguro no respondió con palabras, sino con acciones. Deslizó sus manos bajo la camisa de Sanemi, acariciando su piel cálida y firme. Sanemi gimió suavemente al sentir el toque de Iguro, su deseo creciendo con cada segundo.

Ambos se dejaron llevar por la pasión del momento. Sanemi comenzó a desabotonar la camisa de Iguro, sus manos temblando de deseo. Iguro hizo lo mismo, sus dedos ágiles despojando a Sanemi de su ropa.

Pronto, ambos estaban desnudos, sus cuerpos presionados el uno contra el otro. Sanemi besó el cuello de Iguro, sus labios dejando un rastro de fuego en su piel. Iguro gimió, sus manos aferrándose a los hombros de Sanemi con fuerza.

—Sanemi, por favor... —susurró Iguro, su voz llena de deseo.

Sanemi no necesitó más invitación. Con cuidado, recostó a Iguro en el suelo, su cuerpo cubriendo el del otro. Sus labios se encontraron de nuevo en un beso apasionado, mientras sus manos exploraban cada rincón de sus cuerpos.

El calor entre ellos aumentó, sus movimientos se volvieron más frenéticos. Sanemi se movió con precisión y cuidado, asegurándose de que cada caricia y cada beso transmitiera el amor que sentía. Iguro, por su parte, respondió con igual intensidad, sus gemidos llenando la habitación.

La conexión entre ellos se volvió más profunda, más íntima. Cada movimiento, cada susurro, era una promesa de amor y redención. Sanemi se aseguró de que Iguro sintiera todo el amor y el deseo que llevaba dentro, deseando que este momento pudiera sanar las heridas del pasado.

Finalmente, el clímax llegó, llevándolos a ambos a un éxtasis compartido. Sus cuerpos se estremecieron al unísono, sus gemidos mezclándose en una melodía de placer y liberación. Sanemi se desplomó sobre Iguro, ambos jadeando por el esfuerzo y la intensidad del momento.

Permanecieron abrazados, sus cuerpos entrelazados, sintiendo la calidez y la cercanía del otro. Sanemi besó suavemente la frente de Iguro, sus ojos llenos de amor y gratitud.

—Iguro, te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Gracias por darme esta oportunidad —dijo Sanemi, su voz suave pero llena de emoción.

Iguro lo miró, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.

—Y yo te amo, Sanemi. Sé que no será fácil, pero quiero intentar sanar juntos. Quiero creer en nosotros —respondió, su voz temblando ligeramente.

Sanemi sonrió, sintiendo una oleada de esperanza y amor.

—Lo lograremos, Iguro. Juntos, podemos superar cualquier cosa —dijo con determinación, abrazándolo más fuerte.

Esa noche, mientras yacían juntos, abrazados bajo la luz suave del fuego, ambos sintieron que una nueva etapa comenzaba en su relación. Habían enfrentado el dolor y la traición, pero también habían encontrado la manera de redescubrir el amor y la esperanza.

Aunque aún quedaban desafíos por delante, Sanemi e Iguro sabían que, mientras estuvieran juntos, podrían superar cualquier obstáculo. Y así, con el corazón lleno de amor y la promesa de un futuro mejor, se quedaron dormidos, abrazados, listos para enfrentar lo que el destino les tuviera preparado.

Batalla & Deseo (Saneoba) (Sanemi x Obanai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora