Capítulo I

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Capítulo I:

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INNOCENCE

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Ángel caído.

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Hoy al fin logro comprenderlo. El demonio jamás vivió en el infierno, dormía en la habitación de al lado.

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Eso está mal.

Es solo una etapa.

Lo superaremos juntos.

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Esas fueron las palabras de mi madre la noche que nos encontró a mí y a mi hermano mayor,  desnudos en la cama.

Nuestra relación paso por tres etapas.

La primera fue cuando tenía catorce años, él tenía dieciséis. Comenzábamos a descubrirnos y a darnos cuenta que a pesar de ser hermanos, no dejábamos de ser un hombre y una mujer.

Luego vino el asco, la repugnancia y el dolor.

Durante la segunda etapa nos mantuvimos alejados, nos dimos cuenta que lo que hacíamos estaba mal, que era incorrecto y enfermo y nos alejamos. Reprimimos el deseo en nuestro interior, él lo ahogaba en otras mujeres, yo en alcohol.

Cuando cumplí los quince años, no logré resistir más la tentación. Caí. Y debo admitir que quien nos orillo a eso, en ese momento, fui yo. La tercera etapa no acabo muy bien.

Se volvió aún más enferma y sórdida. Dañina.

Nos descubrieron. Y yo lo agradecí.

―Eso está mal, angelito. Debes entenderlo―

― ¿Estoy enferma, mamá?―

―No, angelito. Es solo una etapa―

― ¿Una etapa?―

―Lo superaremos. Juntos―

Mamá solía ser muy comprensiva. Demasiado, diría yo. Dijo que no podíamos decírselo a nadie o no nos permitirían la entrada a la Iglesia. Ya éramos mal vistos por ser hijos de una madre soltera.

El incesto era un pecado mortal.

O al menos eso decía el cura. Aunque yo no podía comprender como un amor tan puro como el que yo sentía por mi hermano, podía llegar a ser sucio y enfermo.

Aún recuerdo la mueca de asco y repugnancia que hacía el cura cada vez que me veía sentada en la tercera fila en cada misa. Casi rompe el secreto de confesión cuando le conté mi pequeño secreto.

―Cuéntame, hija ¿En qué has pecado?―

―Me acosté con Sasuke Uchiha, Padre. Tuve relaciones sexuales con mi hermano mayor―

Zorra. Ramera. Prostituta.

A pesar de los rumores mi madre era muy católica, yo soy atea, por lo tanto no creo en dios, ni en los ángeles. Al nacer me regaló una extraña medalla con un niño y su ángel guardián gravados en ella, la conservo aún, no por cuestión de fé, sino porque es lo único que me recuerda a ella.

Innocence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora