Visita a Nashville PARTE 2

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A la mañana siguiente, Travis se había quedado dormido abrazando el vientre de Taylor, los dos en este punto estarían adoloridos por no moverse cómodamente en la noche, pero no era algo que les molestara, porque fue bastante adorable el haber dormido así, siempre se podían sentir más unidos de un modo u otro.

—Trav— la rubia despertó, mirando como es que la cara de su esposo estaba justo al lado de su vientre. —Mi amor— le acarició la cabeza. —Creo que ya no siento mi espalda— rio bromeando un poco, pero la verdad es que si estaba bastante entumecida.

—Oh, es verdad— se despertó y levantó de golpe. —¿Te sientes bien? — se acomodó más arriba de la cama, estirando su cuerpo, la posición tan extraña que tomó anoche le pasaba factura ahora.

—Estoy bien— sonrió, tocando la cara de su esposo, una de las cosas que ha adorado desde que tienen una relación es despertar y verlo al lado de ella, el simple hecho de sentirlo cerca todo el tiempo, le daba una sensación de seguridad y tranquilidad, nunca iba a estar incómoda con él.

—¿De casualidad no te despertaste con ganas de tener sexo ahora? — alzó una ceja, acercándose a ella de nuevo.

—Trav— rio.

—¿Qué? — besó su cuello.

—¿De verdad piensas eso en este preciso instante? — quería mostrarse sorprendida.

—Sí— la besó.

—Me encantaría, pero...— dijo riendo.

—¿Qué nos lo impide? — casi como si tuviera mente propia, su mano ya estaba entrando en el pijama de su esposa, buscando lo que siempre le encanta encontrar.

Ella rio. —Yo creo que eso no va a ser posible— escuchó como Evie entraba a la pieza.

—Creo que no— rio y sacó pronto su mano de ahí.


La cara de la niña de recién despertada, su cabello despeinado, daban a conocer lo molesta que estaba por no ver a ninguno de sus padres cerca de ella, igual que Charlie, quien por primera vez venía caminando solo y no lloró para que alguien fuera por él, sin embargo, eso no significaba que estuviera de buenas, la cara de molestia se miraba a kilómetros.

—Buenos días, chicos— Travis rio al verlos. —¿Todo bien? — se bajó de la cama para subirlos.

—Mami— Charlie se acostó junto a su mamá, ese día estaba en extremo sensible.

—Mi bebé— Evie habló.

—Lo dejaste en la otra habitación, voy por él— Travis salió para buscar al muñeco, su hija había pasado de tener una obsesión con el hipopótamo a tener ahora un bebé de juguete pegado a ella todo el tiempo, lo bueno de todo eso, es que creía que por lo menos, la estaba preparando de algún modo para ser una hermana mayor, no sabían cómo es que ella iba a actuar cuando hubiera un bebé en casa, sin embargo, eso le daba una esperanza de que ella lo tomaría bien, aunque con Charles todo era un misterio, se darían cuenta de cómo van a marchar las cosas hasta que el bebé llegue y sea una realidad.


Al salir al pasillo, Travis vio cómo es que todo se encontraba en silencio, era algo temprano, aun así, el señor Swift ya se oía abajo levantado, seguramente preparando el desayuno, le daba un poco de sentimiento, tenía que admitir que ellos han compartido más tiempo con los Kelce que con los Swift, más a petición de su esposa, él haría un esfuerzo para poder acercarlos más, era justo un equilibrio con ambas familias, ellos también merecen estar cerca de sus hijos, aunque eso sería hasta que les revelaran que serían padres de nuevo, así que, faltaban semanas para ello, ahora solo le quedaba seguir ocultando el enorme secreto que se moría por gritar al mundo, entró a la habitación donde sus hijos durmieron, sacó la muñeca de Evie y se devolvió con ellos, los mellizos estaban pegados a Taylor, algunas veces tenían más marcada la necesidad de estar con ella y otras con él, hoy, se notaba, la sensibilidad de los dos, pero más de Charles, quien no quitaría su cara de molestia, estaba muy enojado esa mañana.

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora