Desde la primera vez que se conocieron, Ryujin y Yeji han sido inseparables, pasando la mayor parte del tiempo juntas. Pero justo cuando todo parecía ir perfecto, sus vidas cambiarán cuando Ryujin se vea obligada a mudarse a otro país, donde se dará...
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Tres años
—¡No, mami! ¡No quiero ir a la escuela! —se quejaba una pequeñita de tres años.
—Ryujin, ya hablamos de esto. Es necesario que vayas a preescolar para que aprendas lo básico y aprendas a socializar.
La pequeña Shin negó, haciendo pucheros mientras fruncía su ceño y cruzaba sus brazos.
—No quiero.
Al final su madre tuvo que obligarla a subir al auto, batallando en abrocharle su cinturón de seguridad una vez ya estaba sentada en el porta bebé.
En el trayecto lo único que se escuchaba dentro del vehículo eran los llantos y quejas de la pequeña niña. Y por más que su madre intentaba callarla, no podía.
Por suerte el jardín de infantes no estaba a más de diez minutos de su casa en auto, cosa que su madre agradeció.
—Ryu, llegamos —la señora sonrió—. ¿Ryu?
Volteó al asiento trasero, donde se encontraba su hija plácidamente dormida.
—Así que por eso se dejaron de escuchar llantos... —murmuró, bajando del vehículo y abriendo la puerta trasera, donde se encontraba la pequeña Shin.
Intentó despertarla, pero parecía tener el sueño pesado, no le quedó de otra que cargarla.
Ya estando en la puerta de aquel jardín de infantes, la pequeña se despertó, pues se podía escuchar a otros niños de su edad llorando y rogándoles a sus padres que no los dejaran allí. Había mucho ruido.
—¿Mami? —preguntó, pero cuando se dio cuenta de su situación, empezó a llorar justo como los demás pequeñitos, uniéndose a ellos.
—Ya, Ryujin, no llores —intentó calmarla su madre, pero eso no funcionó, al contrario, la hizo llorar más.
—M-mami, y-yo n-no q-qui-quiero...
No terminó la frase, pues volvió a llorar. Su madre para ese punto no sabía que hacer.
—Mira, Ryu, es por tu bien. Allí te enseñaran lo que todo pequeño debe saber... Aprenderás números, colores, el abecedario, ¡también podrás jugar y hacer amigos!
La niña la miró curiosa, dejando de llorar poco a poco.
—¿Amigos? ¿Qué es eso?
La señora Shin sonrió.
—¡Amigos! Cuando una persona te cae bien y quieres formar una amistad con ellos porque son buenos contigo —intentó explicar de la mejor forma para que entendiera.
—Amigos... —la niña se quedó pensando.
—¡Vamos, Ryu! Ya es hora de entrar —exclamó cuando escuchó la campana de la escuela que anunciaba el inicio de clases.
