Finn:
Si tuviese que describir a Marco Bertolucci, en lo poco que lo traté en estos días y la conversación, por así decirlo, que tuvimos esta noche a solas, debería decir que su temperamento era como toda su familia en una sola persona.
Era seguro y firme como su padre, lógico y analítico como su madre, sensato y precavido como Gina, astuto y valiente como Andrea. Pero en sus defectos, compartía los mismos que su padre y sus hermanas: terco, orgulloso y temperamental. Mezclar todo eso en él lo hacía un hombre imparable, salvo por una cosa: su Asperger. Sin embargo, Marco era consciente de su condición y noté cómo se esforzaba por controlarlo.
Él tenía dificultades para entender y usar las normas sociales; no comprendía de protocolos, le costaba iniciar y mantener una conversación, y hablaba de manera muy literal y con un estilo formal o pedante, propio de su condición.A simple vista, se notaba que su coeficiente intelectual era superior al promedio. Claramente, tenía dificultades para reconocer las emociones de los demás, aunque esto no significaba que no sintiera empatía, sino que le costaba expresarla.
Andrea era su cable a tierra, algo normal en las personas con Asperger, que suelen conectar de manera profunda con alguien que les brinda confianza y seguridad.Me costó muchísimo hacerlo hablar; requirió de muchísima paciencia, porque jamás decía más de dos oraciones o respondía con monosílabos.
Pero al menos, de alguna manera, se relajó. No por completo, pero agradecí que me escuchara, al menos para entender mis explicaciones.
-La respeta, y te aseguro que cuida mucho de ella. Jamás la engañaría. Pero debes pensar en qué sentirá tu hermana. Vas a reencontrarte con ellas después de muchos años y, si rechazas a Elijah, quizás ella se sienta mal -le aconsejaba tratando de mantener mi paciencia. Era muy terco.
-No tengo que aceptarlo, no será nada mío, solo tengo que ignorarlo -agregó poniéndose de pie. Llevábamos casi dos horas afuera.
-Todo es muy reciente, quizás solo necesitan tiempo. Ya verás, Elijah es buen hombre.
-No dije que fuera malo, dije que es insuficiente para mi hermana -respondió mirándome con fastidio.
-Ok, es tarde. Ven, vamos a descansar. Te acompañaré a la habitación -apoyé mi mano en su hombro y le hice una seña para entrar, con Freddo siguiendo mis pasos.
-¿Vanidoso? ¿Todo bien? -preguntó Andrea, más dormida que despierta.
Había entrado en silencio a la habitación, buscando una de mis playeras para que Marco la usara para dormir. No había traído ropa para quedarse, y al final lo hizo porque Andrea no lo dejaba moverse de aquí.
-Todo perfecto, solo vine por una playera para tu hermano. Descansa, regreso enseguida -me acerqué a Andrea y dejé un beso en su frente.
-Si es para dormir, no va a usarla, hace calor aquí -respondió cerrando los ojos porque el cansancio le ganaba.
-¡No hace calor! Dios, de verdad voy a estudiarlos, a ambos -protesté mientras salía de la habitación.
Al llegar a la habitación, la puerta estaba entreabierta y la luz encendida, así que golpeé suavemente antes de entrar.
-Marco, te traje una de mis playeras y... -me quedé mirándolo. Se había quitado su camiseta y estaba de espaldas porque la dejaba sobre el buró.
Tenía tantas cicatrices en su espalda que, aunque había visto cosas peores, me dolía imaginar cómo se las hicieron. Marco se giró al escuchar mi voz y, notando mi expresión, se tensó un poco.
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Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro II
Любовные романыEn ocasiones, las ataduras que nos aprisionan nos sumergen en una oscuridad intrincada, donde solo los secretos más profundos de nuestros corazones encuentran refugio. Es entonces cuando el orgullo y la vanidad irrumpen, desatando la destrucción a s...