† Son incontables las maneras con las que los seres humanos batallamos y morimos cada día.
-Sumida en el qué dirán; 17 años.
Realmente toda esta película que me había pasado con él, solo me llevaba a contarle a una persona; Mi mejor amiga.
Muy a pesar que ella ya no estaba en el país, no impedía que ya no habláramos como antes, seguíamos siendo unidas, a pesar de la distancia.
Su papá había decidido qué llevársela para los Estados Unidos era lo mejor para ella, probablemente si lo era. Aun así, no quitaba que la extrañaba mucho. Recuerdo cuando me dijo que se iría, lloré toda esa noche y el día siguiente al recordarlo también. Cinco días después que me había dicho que se iría, dejó de conectarse en sus redes sociales y eso solo me decía una cosa; Se había marchado ya.
Claro que un día antes de eso, se despidió de mí. Sin embargo, no podía evitar preocuparme por ella, era mi mejor amiga, cómo no hacerlo.
Por las tardes al regresar de la escuela, veía las noticias para estar al tanto de los migrantes, sabía que en uno de tantos que iban ahí, mi mejor amiga viajaba.
Lloraba constante, la extrañaba mucho.
Un día, recibí un mensaje por Messenger, era ella.
“Hola, Kelly preciosa. No tengo mucho tiempo, pero estoy bien, no te preocupes”
La emoción de recibir un mensaje de ella me invadió, que lloré mientras le respondía.
“Cuídate mucho, por favor. Te quiero”
Le respondí enseguida.
Me alegré tanto, al menos sabía que se encontraba bien, luego que me respondiera los muchos mensajes que le había dejado cada vez que la extrañaba.
«Es decir, todos los días, tonta»
Nosotras éramos de esas que después de la escuela, nos llamábamos o mensajeábamos para contarnos nuestro día, ya que estábamos en escuelas distintas, pero aún así, parecíamos dos señoras chismosas.
Al cabo de un tiempo, ella ya se encontraba con su papá, ¡Ya estaba segura!
Hablar por Instagram con mi mejor amiga era la única manera de saludarnos, lo hacíamos con frecuencia, claro, si ambas podíamos o si estábamos disponibles y si no teníamos muchas tareas.
Con su nuevo ingreso a las escuelas de Estados Unidos, le resultaba un poco difícil adaptarse y, sobre todo, manejar el idioma. Claro que la entendía, yo con solo la materia de inglés y me costaba mucho, no digamos tener que aprender el idioma.
Así que no siempre estábamos hablando, pero cuando lo hacíamos aprovechábamos el tiempo para hablarnos de todo lo que nos había pasado en los últimos días.
Y como ya de costumbre contarnos todo, aquí me encontraba yo, contándole del famoso chico del autobús.
Nos texteábamos y aun así no podía evitar sonreír cada que le contaba algo de él.
-Kelly Miller:
“[…]”
-Danielle Jhonson:
“¿Has pensado hablarle algún día o solo te conformaras con verlo?”
Escribió mi mejor amiga, Danielle.
Y la verdad era que, si, me conformaba con solo verlo. Menuda vergüenza que me daba solo imaginarme en hablarle.
-Kelly Miller:
“¡Toouch! Has acertado, Dan.”
Le respondí.
-Danielle Jhonson:
“Deberías hablarle, solo digo. Eres bonita, seguro también le gustas.”
-Kelly Miller:
“¿Y si no le gusto? Tal vez crea que soy una niñata, aún peor, ¿qué tal tiene novia? ¡Oh, no! No me arriesgare a eso.”
-Danielle Jhonson:
“Ni siquiera lo has intentado. Deberías hacerlo.”
Me volvió ha animar.
«Créeme, ya lo he pensado. No es buena idea»
Esta vez, mi conciencia tiene razón.
Solo de imaginar hablarle ya me daba un ataque, seguramente sería un desastre si le hablara.
Por supuesto que no me arriesgaría a quedar en ridículo. Y mucho menos, ante él.
Así que con el tiempo verlo por ahí, en alguna esquina del autobús, era lo mejor.
Sin importar como haya estado mi día, me gustaba mantener la fe que le vería, de nuevo.
***
Las personas incorrectas causan efectos en mí.
Efectos que me dañaban o, solo era yo haciéndome mucho daño. Pero de algo NO estaba segura, era de cuánto esto me marcaría por el resto de mi vida, de cuánto esto causaría mucho dolor en un futuro y de cuánto me culparía.
He tenido impulsos desde siempre, algunos más alocados que otros y algunos más imbéciles que la mayoría. Tales como cuando a los 14 años me perfore el ombligo con tal de encajar en la sociedad y en mi grupo de “amigas”.
¡Joder, cuánto dolió!
No me culpo por eso, me culpo por hacerme tanto daño cuando no lo merecía, me culpo por haberme exigido tanto cuando no tenía un hombro para llorar, me culpo por no haberme dado cuenta que me podían manipular con tan poco.
Luego, solo le sumo el resto de mierda que me marcó y todo lo que me atormentó. El resto solo es historia.
Historia vacía. Al igual que yo.
Vacía.
Vacía. Muy vacía.
O, solo llena de dolor y mucha crueldad para cargar.
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El chico del autobús
Short Story¡Bienvenido aventurero, a un mundo de depresión y caos! ••• ¿Qué dónde lo conocí? Pues, en un autobús. ¿Qué si fue coincidencia, causalidad o destino? No lo sé. ¿Qué quién es él? Ojalá lo supiera, pero sé qu...